martes, 18 de enero de 2011

Sobre la beatificación de Juan Pablo II: ¿a qué vienen estas prisas?

Publico en este post un artículo que no es mío, pero que suscribo plenamente. ¿Cómo puede beatificarse tan rápido -el próximo 1 de mayo- a un Papa que ayudó tanto al pederasta fundador de los Legionarios de Cristo, el Padre Marcial Maciel, cuando aún queda tanto por saberse de sus relaciones? ¿Acaso la más elemental prudencia no aconseja dejar pasar el tiempo que haga falta para despejar cualquier duda que pueda quedar? Téngase en cuenta que el propio Papa le nombró "apóstol de la juventud" y que se sabe que, como mínimo desde 2002 (aunque la primera denuncia al Cardenal Ratzinger se remonta a 1999, cuando el obispo mejicano Carlos Talavera intentó infructuosamente -por el apoyo incondicional del Papa a Maciel- que se tomaran medidas contra él), Juan Pablo II tuvo conocimiento de las gravísimas acusaciones que había contra Maciel, ya que el 5 de noviembre de ese año el Padre Antonio Roqueni Ornelas (representante de las víctimas de Maciel) le entregó una muy detallada denuncia al secretario personal de Juan Pablo II, Monseñor Stalislaw Dziwisz... ¿Tanta prisa hay que no puede investigarse todo eso con un poco más de tranquilidad?

Me temo que queda mucho por aclarar en todo esto, y las prisas por beatificar a Juan Pablo II (el mismo que pudo faltar escandalosamente al primer mandamiento en ocasiones como la del encuentro ecuménico de Asís de 1986 -cediendo a herejes y paganos templos católicos consagrados-, o la del beso al Corán) no se explican más que desde la perspectiva de quienes piensan que es la mejor manera de dejar de investigar su vida.

He aquí el artículo, sacado de EX ORBE:

Deprisa, deprisa...

Finalmente tendremos un beato súbito. Comparando con lo que costaba sacar adelante una causa de beatificación-canonización cuando las causas de los Santos se llevaban con más rigor, después de todo cinco años no son nada, tratándose de lo que se trata.

Pero entiendo que lo que se trata es algo muy grave, porque beatificar/canonizar no es cuestión baladí. Aunque la ligereza con la que se reformó el procedimiento canónico por voluntad del nuevo próximo beato súbito haya rebajado tan notablemente las graves consideraciones que todo proceso de canonización debe (debería) tener.

Por ejemplo, si el antiguo promotor fidei, esa figura temible conocida popularmente como "abogado del diablo", hubiera estado vigente, el proceso del beato súbito no hubiera durado ni un mes. O no se hubiera incoado, siquiera. Ahora que ya no hay abogados del diablo, se sabe (se prueba) que las causas de beatificación-canonización progresan adecuadamente, sin obstáculos casi. Si interviene el entusiasmo, como en este caso, la garantía de concluir el proceso en breve es una más que probabilidad.

¿Y los milagros etc.? Milagros etc. tienen otras causas, muy bien estudiados y contrastados. Pero son causas paradas, en stop, una situación que se dice, en términos canónicos,
dilata sine die. Si no de derecho, sí de hecho. Por ejemplo, y sir más lejos, la causa del venerable Pio XII, detenida por el complejo/tráuma judío y la prudente consideración de que no es oportuna su conclusión. El resultado es ese estado quasi de letargo, latente, en que se ralentizan algunas causas hasta que les llega el momento oportuno. Como fue el caso del beato Pio IX, emparejado en la beatificación con Juan XXIII, para hacer pasar al uno por el otro, dada la antipatía que en algunos sectores políticos de Italia se le tenía al Papa antagonista (víctima) del Risorgimento.

Es decir, que se escoje a quien se quiere y se prefiere una causa y no otra, pretiriendo a unos y promoviendo a otros. Todo sin faltar al orden canónico, sin prevaricar canónicamente, con toda justicia y rectitud. Sí. Pero seleccionando y ordenando las precedencias, urgiendo unas causas y dejando a su ritmo natural/sobrenatural otras. Qué duda cabe que, en este sentido, la causa del beato súbito ha sido una causa, más que urgente, urgida.

¿Y por qué esta urgencia? Yo creo que por evitar complicaciones ulteriores que la impedirían o - por lo menos - la demorarían considerablemente. Más de una vez he comentado que a Juan Pablo IIº o lo canonizan pronto, o no se canonizará. Se trata de una de esas figuras cuya impresión se modera considerablemente en cuanto se aleja uno del personaje y sus fuertes impresiones. Quiero decir, entre otras cosas, que es distinta la estampa del Papa animoso y entusiasta, desafiante y optimista, tenaz y sacrificado, al otro perfil de Juan Pablo IIº y su pontificado que se ha ido descubriendo desde el año 2005 hasta el presente. No refiero hechos porque ni me resulta agradable citarlos, ni lo juzgo necesario, suponiendo que el que lea esto sabrá a qué me puedo estar refiriendo. Correr un tupido velo es, muchas veces, una necesidad piadosa, que, sin embargo, no supone suspender el juicio crítico sobre las cosas y sus protagonistas.

Absolutamente, sosteng
o que cinco años son insuficientes para ponderar un pontificado tan extenso y prolífico en acontecimentos y hechos como el de Juan Pablo II. Tanto más si se trata de emitir un juicio definitivo y terminante sobre el mismo, ya que eso es, en cierta manera, lo que supone beatificarle. Si con la persona van también sus hechos, me parece patente que ciertos actos del Papa Wojtyla son bastante cuestionables. Y algunos, como la aberración de Asís 1986, insostenibles.

Recuerdo un libro titulado
"La fabricación de los santos" de un tal Kenneth Woodward, del año 1990, más o menos; un periodista católico americano que escribió un reportaje divulgativo sobre el tema de las canonizaciones, bastante crítico, con algunas tesis poco católicas. Pero recogía interesantes testimonios de algunos de los más famosos y activos postuladores de causas de santos de aquellos años, ya en plena época de las poli-beatificaciones y canonizaciones juanpablistas. En uno de los capítulos en que se tocaba el particular de las canonizaciones de los Papas, el famoso padre Gumpel (uno de los postuladores de la Compañía de Jesús que, entre otras, defiende la causa de Pio XII) dice expresamente que - "...no deberíamos dar la impresión de que el papa (quiere decir todos los papas) es necesariamente un candidato a la santidad". A continuación, el periodista escritor comentaba lo dificil que va a ser librarse de esa impresión, hoy tan generalizada entre los católicos, dado el frenesí de gloria (dice él) que la presencia del Papa (sobre todo en sus viajes y encuentros multitudinarios) suscita entre los fieles.


Qué duda cabe que el caso de Juan Pablo II y su súbita beatificación es un patente caso de esto último.

Por supuesto, quede constancia de la obediente obsequiosidad con la que el que esto escribe acogerá/acatará al beato súbito (y al santo, si llega). Pero conste también que a los Santos en particular se les tiene devoción libre y concreta, sin obligación de encenderles velas a disgusto. Así que, supongo, al beato súbito le profesaré devoción global, sumaria, en el totum de la Communio Sanctorum.

Y Dios proveerá.

p.s. Por cierto, aquí dejo una breve impresión del tal Kenneth Woodward sobre el santo súbito original, en Abril del 2005.

32 comentarios:

  1. Leo este artículo con el mismo mal sabor que me deja el leer las críticas de quienes tanto atacan a nuestra Iglesia. La verdad, es que dejando al margen la bitácora y quien la suscribe, podría pasar perfectamente por un artículo de Europa Laica. Y yo me pregunto de nuevo, para qué reclamamos la autoridad y la severidad de la Iglesia cuando cualquiera de nosotros nos podemos permitir cuestionar, juzgar e incluso prejuzgar, sus decisiones.

    Y esta no es una cuestión mundana, que más o menos podría ser valorada por cualquiera de nosotros. No, no es cuestión baladí.

    Un saludo

    Antonio

    ResponderEliminar
  2. Antonio, la diferencia es que quien suscribe esas palabras lo hace por amor a la Iglesia, no por odio como hacen los laicistas, y ello porque la norma suprema de la Iglesia es la de la FE (que, por cierto, siempre tiene prevalencia sobre la obediencia en caso de contradicción).

    No obstante, aquí nadie juzga ni prejuzga a nadie, simplemente se trata de pensar -o no- si es prudente esto de las beatificaciones express (bueno, según quien sea el protagonista, porque con otros no hay tantas prisas), especialmente teniendo en cuenta que el Papa objeto del proceso es uno de los que ha tenido una vida pública más dilatada en tal importante cargo. ¿Cómo puede evaluarse serenamente un pontificado tan largo en apenas 5 años de proceso? ¿Acaso no atenta contra la lógica más elemental el pensar que en tan poco tiempo haya podido analizarse con el suficiente detalle una trayectoria tan dilatada? No me parece que el proceso haya podido ser lo suficientemente exhaustivo con tan poco tiempo, y hasta que Juan Pablo II eliminó la anterior rigurosidad de los procedimientos, esto no pasaba.

    Francamente, decir que en apenas 5 años se ha podido analizar con detalle y precisión toda la trayectoria vital de Juan Pablo II no me parece serio. Simplemente es materialmente imposible.

    Yo, como católico que soy, acataré lo que la Iglesia disponga, pero mientras exista la libertad de expresión y sin atacar la Fe o los dogmas, por supuesto, diré bien claro que esta beatificación no considero que se haya hecho con la seriedad debida.

    Y mientras tanto Pio XII o Isabel la Católica siguen esperando el visto bueno de las comunidades judías, ¿no?

    ResponderEliminar
  3. La Fe, al menos como yo la entiendo, es la que nos debe impulsar a creer de buena fe, valga la redundancia, que la Congregación para la causa de los Santos actúa inspirada por el Espíritu Santo y no como parece que se sugiere, movida por intereses políticos. Que Juan Pablo II era el vicario de Cristo y no un encubridor o cómplice de pederastas. Que la Iglesia es Santa y que, a pesar de los errores mundanos de quienes la formamos, es la heredera de la Fe y no una asociación a la que se puede cuestionar de desviacionismo o decadencia. Que cuando dudamos de sus actos o decisiones, porque todos lo hacemos, procuremos recordar qué y a Quién representa y que Ella es el referente, no nuestro parecer.

    Yo te lo digo con toda sinceridad Jorge, creo que, en este sentido, habéis ido un paso más allá. Dale al menos un repaso en tu foro interno.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Agradezco tus comentarios, pues nunca está de más que a uno le recuerden ciertas cosas, pero creo que no todo lo que dices es acertado.

    Yo no dudo de que Juan Pablo II fue el vicario de Cristo, pero eso tampoco garantiza la santidad. De hecho ha habido Papas absolutamente impresentables y hasta herejes como Honorio I... Tampoco dudo de que Juan Pablo II tuviera muchas virtudes, pero recién acaba de morir y, sin tener tiempo material de revisar a fondo su vida y sus tareas pastorales ya se le pretende beatificar, y a mí eso no me parece serio ni aunque su rectitud fuera absoluta.

    Yo no he dicho que encubriera a pederastas, sólo digo que desde 2002 sabía de las denuncias que había contra Maciel, y eso no es una opinión: es algo públicamente conocido. Sus razones tendría para partir de la presunción de inocencia -ni se me pasa por la cabeza que pudiera ser consciente de todo y no hacer nada o encubrirlo-, pero precisamente el hecho de que esto sucediera durante su pontificado creo que es motivo más que suficiente para extremar la prudencia y no darle tanta prisa a la beatificación. Esta prisa simplemente me resulta incomprensible.

    Hay otras muchas cosas de su vida que no me gustan, como la aberración de Asís en 1986, cuando cedió templos católicos consagrados para que los paganos de religiones falsas hicieran en ellos sus celebraciones sacrílegas, o su actitud tremendamente injusta al excomulgar a Monseñor Lefebvre, Monseñor de Castro Mayer y otros cuatro obispos en 1988 por el terrible pecado de querer seguir siendo fieles a la Misa tradicional -que al correr de los años Benedicto XVI ha reconocido que en realidad jamás fue abrogada-, y podría seguir con sus reverencias al Corán, etc.

    No, no me gustó nada el pontificado de Juan Pablo II y me parece que ha sido uno de los peores de la historia de la Iglesia (al menos en los últimos tres siglos), con desviaciones litúrgicas, pérdida de fieles, deformación doctrinal del clero, etc.

    Ayer escuché una anécdota sobre Juan Pablo II que su postulador puso como ejemplo de sus virtudes y que a mí me pareció todo lo contrario. Decía que de joven, estando en Misa, entró otro joven judío y se quedó a la celebración, y que una feligresa se le acercó para decirle que la Misa era algo muy sagrado para los católicos y que era mejor que esperara fuera. Entonces el futuro papa se acercó y le dijo que no se preocupara, que esa mujer no había entendido que todos somos igualmente hijos de Dios... Bueno, el caso es que la actitud de la mujer pudo no ser la más caritativa (el joven no tenía una mala actitud), pero la del joven Karol tampoco me lo parece, pues el Evangelio de San Juan comienza muy claramente diciendo que "a los que creen en Él dioles el poder de llegar a ser hijos de Dios"; en un sentido primario todos somos hijos de Dios en cuanto fruto de la creación, es cierto, pero como realmente nos hacemos hijos de Dios es mediante la conversión y la fe verdadera en Cristo, y ese no es precisamente el mensaje que le dio el joven Karol al otro joven. Más bien vino a decirle que siendo judío estaba en igualdad filial con respecto a Dios, lo cual es falso y atenta contra la verdadera caridad que consiste en sacar del error -de forma suave, claro, no violentando tampoco a nadie- y hablar de conversión.

    Así se entiende la obsesión ecumenista de Juan Pablo II (como si cualquier religión fuera un instrumento válido de salvación) y su insistencia en llamar a los judíos con el inapropiado calificativo de "hermanos mayores en la fe"... Antes se les llamaba deicidas y se rezaba por su conversión...

    Demasiadas sombras como para dejar de pensar que esta beatificación express no está justificada. Un elemental sentido de la prudencia pedía menos prisas y más rigor.

    ResponderEliminar
  5. SED SANTOS COMO YO SOY SANTO- DICE EL SEÑOR.
    TODO CATÓLICO SI ES CRISTIANO DEBE Y ES UN SANTO.

    ACASO ME EQUIVOCO.

    ResponderEliminar
  6. Ser cristiano es tratar de imitar a Cristo y aspirar a la santidad, sin duda, pero de ahí a conseguirlo...

    Somos pecadores, y santos en este mundo me temo que hay más bien pocos, porque tampoco olvides que "muchos son los llamados y pocos los escogidos".

    ResponderEliminar
  7. Es una barbaridad un papa que no controlo a sus sacerdotes pasandosele por alto todos los los pedofilos a su cargo ahora con tan soltura sea beatificado por citar solo estos hechos aberrantes para toda la humanidad....perdonanos señor seguimos sin saber lo que hacemos!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  8. ahagamos una cadena internacional para evitar esta beatificacion que lazeraria aun mas a nuestra iglesia catolica

    ResponderEliminar
  9. Yo no sé si se le pasaron, si no le llegó bien la información o qué, pero es un tema tan asqueroso, tan duro, que ha hecho un daño tan tremendo a tantos miles de niños confiados al cuidado de la Iglesia, que no entiendo las actitudes de los católicos que pretenden ocultar ese espinoso tema. ¡¡¡Eso sólo sirve paraser injustos y para dar argumentos a los enemigos de la Iglesia!!!

    Debemos aprender de Benedicto XVI en ete tema de la pederastia (aunque hay una contradicción con la rapida beatificación de Juan Pablo II), que desde que accedió al papado castigó severamente estos casos, pidió disculpas una y mil veces y hasta recluyó en un monasterio al monstruo de Marcel Maciel.

    Es una de las páginas más negras de la historia de lla Iglesia en sus 2000 años, y sólo por eso creo que ya debería extremarse la prudencia.

    El papado de Juan Pablo II pasará a la historia como el de la no persecución de la pederastia, y eso no es que lo digan los enemigos de la Iglesia, es que es la pura verdad, y de nada sirve negar las evidencias.

    Esta misma semana se ha dado a conocer la consigna que dió el Cardenal Castriyón Hoyos a quienes propusieron en los años 90 acabar con los escándalos que se empezaban a desvelar en Irlanda: "Vds. no deben hacer de policías de sus hermanos en el sacerdocio". Es decir, que había que ocultarlo y no denunciarlo. ¡¡¡Es escandaloso!!!

    ResponderEliminar
  10. Yo también creo que a la larga esta beatificación puede hacer mucho daño a la imagen de la Iglesia. No quiero creer que Juan Pablo II fuera cómplice de esas barbaridades, que ocultara los escándalos y a los criminales que los cometieron. Yo quiero creer que todo se hizo sin su conocimeinto real, que las denuncias que le llegaron -porque sí le llegaron- no le parecieron creíbles y por eso no actuó. Eso quiero creer, pero como no lo sé a ciencia cierta, creo que lo mejor es ser prudentes y averiguar todo bien, que quede totalmente limpia la imagen de Juan Pablo II en este tema y que no haya dudas.

    Yo seguiré creyendo que faltó al primer mandamiento en varias ocasiones desde Asís´86, pero como no soy juez de nadie -y menos de un Papa-, me seguiré limitando a opinar que debería seguirse un proceso normal, pulcro y riguroso. Y en 5 años es materialmente imposible analizar con detalle el pontificado más largo de los últimos siglos. ES IMPOSIBLE.

    ResponderEliminar
  11. POR FAVOR EXORTO A TODA LA IGESIA CATOLICA A QUE REACCIONEMOS y AHAGOMOS UNA LLAMADO AL MUNDO QUE SE OPONGAN A ESTA BEATIFICACION QUE PERMITIO CORROMPER A TANTOS NIÑITOS INOCENTES SE LOS SUPLICO A TODOS LOS QUE LEAN ES MENSAJE SOY UN PAPA DE UNO DE ESOS NIÑOS....PARROQUIA SAN JUAN BAUTISTA EL TALAR ARGENTINA EN ESTA PARROQUIA SE COMETIO ESTE TERRIBLE HECHO QUE DESTRUYO MI VIDA POR FAVOR AYUDENME PARA QUE NUNCA MAS LE PASE A NINGUN NIÑO UN ABRAZO!!!

    ResponderEliminar
  12. Lo lamento mucho, Carlos. Toda mi solidaridad y oraciones para ti. Yo no quiero creer nada malo de Juan Pablo II con ese tema, pero esas barbaridades pasaron durante su pontificado y eso es incontestable, por lo que seguiré pensando que esta beatificación debiera haberse llevado con más prudencia.

    ¡¡¡No entiendo estas prisas!!!

    Los católicos debieramos ser los primeros en exigir claridad y rigor con el tema de la pederastia, y hasta que Benedicto XVI accedió al pontificado los crímenes no fueron tratados adecuadamente. ¡¡¡Es algo tan evidente!!!

    ResponderEliminar
  13. Los casos de pederastia con que se ha atacado a la Iglesia se remontan a las últimas cinco décadas. Vamos, que no empezaron en el papado de Juan Pablo II precisamente. Cuidado con rasgarse las vestiduras como Caifás, porque me parece a mi (y creo que también al NY Times) es que si algo no encubrió Juan Pablo II fue la guerra de Irak. Por cierto Jorge, las mismas acusaciones de las que os hacéis eco, han sido dirigidas contra Ratzinger siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Su supuesto "encubrimiento" se basa no expulsar a un sacerdote pederasta con la celeridad que se le pedía para, supuestamente, evitar un escándalo que ya se había producido.

    ResponderEliminar
  14. Yo no digo que empezaran con Juan Pablo II, sino que durante su papado se taparon y se sabe que en 2002 como mínimo a él le llegaron las denuncias. La diferencia es que no se habla de la beatificación de Pablo VI ni de Benedicto XVI, sino de Juan Pablo II.

    Y sí, yo me rasgo las vestiduras al ver que muchas jerarquías de la Iglesia han encubierto a estos criminales asquerosos. Yo soy muy pecador, lo reconozco, pero jamás se me ha pasado por la cabeza un pecado tan horrible como es el abusar de niños. Ante eso sí, me rasgo las vestiduras.

    ResponderEliminar
  15. Los casos de pederastia, en su inmensa mayoría, fueron realizados por y con el consentimiento expreso o implícito de sacerdotes, obispos y cardenales, bien homosexuales, bien masones.
    El problema viene de atrás, cuando se permitió la infiltración de la masonería en el sendo de la Igleisa Católica y el acceso a los Seminarios de marxistas, promovido desde la URSS y consentido por ciertos sectores de la Curia.
    Considero, al igual que muchos, que la proclamación pública de beatitud debería ser más sopesada, y no porque sospeche que Juan Pablo II no fuese santo, sino porque existen ciertos comportamientos y/o actitudes que, cuanto menos, son poco gratificantes, como por ejemplo besar un ejemplar de "El Corán", que no es más que una blasfemia contra El Santo de los Santos del Altísimo.
    No entiendo como puede venerarse (consecuencia directa de besar en público) un instrumento satánico como el libro de un pederasta y blasfemo.
    En todo caso, no se me entienda mal: sopesar, valorar con más tiempo y profundidad, no debe interpretarse como una negativa a la más que sengura santidad de Juan Pablo II, porque no podemos obviar que existen muchos aspectos positivos que hacen olvidar ciertas carencias o potenciales "errores".
    La labor evangélica del anterior Santo Padre no puede pasar desapercibida....

    ResponderEliminar
  16. Estoy básicamente de acuerdo contigo.Yo tampoco afirmo o niego la santidad de Juan Pablo II, sólo digo que hay cosas de él que merecen una análisis más pausado.

    Un abrazo, camarada.

    ResponderEliminar
  17. Mira Jorge, todos aborrecemos a esos criminales, quizá más especialmente quienes tenemos hijos y posiblemente de un modo más visceral quienes teniendo hijos depositamos nuestra confianza en los religiosos de nuestra Iglesia. Pero una cosa es aborrecer el crimen y otra muy diferente criminalizar, aun en el grado de encubridor, a quien no tiene culpa en el delito, ni más responsabilidad sobre los criminales que su subordinación religiosa, que no penal.

    ¿Son encubridores los ministros de educación por no publicitar ni hacer escarnio de los profesores pederastas? ¿son acaso insensibles por no pedir perdón público a la ciudadanía por los muchos crímenes perpetrados por empleados públicos? Y fíjate que en este caso la responsabilidad y la subordinación van más allá de la espiritualidad.

    Juán Pablo II no pasará a la posteridad como un Papa ecuménico pro sionista, sino como el Papa que más se enfrentó, contrarió y denunció a los poderes terrenales, desde su resistencia a los nazis, su lucha contra el comunismo y sobre todo, la denuncia clara al capitalismo y a sus guerras. Y si no que le pregunten a la CIA y al NY Times.

    Un saludo
    Antonio

    ResponderEliminar
  18. Antonio: estoy bastante de acuerdo en lo que dices, pero con algunas matizaciones.

    No se puede culpar a los superiores de los crímenes de sus subordinados (salvo que actuaran por indicación suya, por supuesto, pero obviamente no es el caso). Ahora bien, sí hay una "culpa in vigilando", una responsabilidad moral, al menos en algunos casos. Por ejemplo, si te llegan las denuncias de unos afectados y haces caso omiso, obviamente no eres un pederasta, pero adquieres una responsabilidad muy grande por tu omisión del deber de aclarar el hecho denunciado.

    Cuando leí la carta de acusación que en 2002 el sacerdote defensor de los seminaristas víctimas de Maciel entregó al Secretario personal de Juan Pablo II, reconozco que me quedé impresionado. Te recomiendo leerla. Verás que no hay el menor odio a la Iglesia en ella, sino todo lo contrario, mucho amor, mucha fidelidad al Papa y sólo una petición de justicia que pedían se hiciera secretamente para evitar el escándalo. La respuesta fue ignorar la denuncia. ¿Es justo ese proceder? ¿Tuvo Juan Pablo II una responsabilidad personal y directa en esa actitud o su secretario personal le ocultó las denuncias? Cuando el Cardenal Castrillón Hoyos prohibió a los sacerdotes irlandeses que actuaran como "policías" de sus compañeros en el sacerdocio en los casos de pederastia, ¿lo hizo por iniciativa propia y sin que Juan Pablo II se enterara ni siquiera después? Yo no lo sé, pero creo que el asunto tiene la suficiente gravedad como para que no se tenga tanta prisa en beatificar a Juan Pablo II, al menos hasta que se aclare todo esto de una forma serena.

    Yo no sé por qué pasará a la historia Juan Pablo II, pero ninguna razón de las que se da (ni siquiera las que tú apuntas) son cualidades que supongan necesariamente que esa persona fue santa. No niego que pudiera serlo (auqnue ya mostre mis reservas) y acataré lo que la Iglesia disponga, pero si fue santo no será por las razones que mencionas.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  19. No, las causas que apuntaba no son razón ni motivo para la beatificación. Pero sí lo fueron para que el gobierno de los EEUU lanzase la campaña propagandística de desprestigio contra la Iglesia. La finalidad estaba clara, desacreditar a ésta como referente moral. Curiosamente también coincide en el tiempo con las acusaciones de colaboracionismo con el régimen nazi.

    Sobre el comportamiento de los responsables de la Iglesia, admito que en muchos casos hayan actuado con la discreción debida y necesaria, tanto por los acusadores como por los acusados, pero no, al menos de modo generalizado, para encubrir a los acusados.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  20. La beatificacion del Papa es una blasfemia contra nuestro Dios,porque el es el unico santo y solo debemos adorale y rendirle reverencia,vien claro dicen los Diez mandamientos-NO TENDRAS OTROS DIOSES DELANTE DE MI,osea que al arrodillarnos a una virgen o a algun santo,o al mismo papa ESTAMOS COMETIENDO UN GRAVE PECADO,asi que la iglesia catolica esta cometiendo un grave pecado al hacer esto y por guardar el dia domingo,porque el dia de reposo es el SABADO,es decir,la iglesia catolica esta quebrantando los DIEZ MANDAMIENTOS,y no hagan caso lo que el papa y la iglesia catolica digan,porque el papa es el ANTICRISTO Y EL FALSO PROFETA,anticristo porque,porque asi mismo se llama vicario lo que significa el susesor de Dios en la tierra,y Dios no tiene susesores,el es el unico,y falso profeta porque,porque trae la falsa doctrina,hagamos lo que la biblia nos enseña y cumplamos lo que los diez mandamientos nos dicen

    ResponderEliminar
  21. Y todo esto nos muestra que estamos en los dias finales asi que arrepintamonos por todos nuestro pecados y les pido que lean APOCALIPSIS 15 para adelante,porque tambien estamos viviendo en los ultimos capitulos del Apocalipsis,que DIOS NUESTRO LOS VENDIGA Y NOS QUITE LA VENDA QUE SIEGA NUESTROS OJOS

    ResponderEliminar
  22. Me parece a mí que el autor de los dos últimos comentarios no tiene claras muchas cosas fundamentales.

    1º En la Iglesia católica no se adora a nadie salvo al Dios uno y trino. Los santos y las imagenes se veneran, no se adoran. Los santos están en la Gloria de Dios y su cercanía a él hace que sea lícito rogarles para que intercedan por nosotros ante Dios, pero eso no es adoración ni divinización, sino veneración.

    2º El sábado es el séptimo día, el marcado en el Antiguo Testamento como día del descanso. Lo que pasa es que después de eso Cristo se hizo hombre y estableció un Nuevo Testamento, una Nueva Alianza, por lo que la importancia de la ley antigua pasó a un segundo plano. Cristo resucitó al tercer día -contado a la usanza de la época-, y por eso la Iglesia estableció el domingo como día dedicado a Dios nuestro señor, aunque en realidad sea el primer día de la semana y no el último.

    3º El Papa es el sucesor legítimo y directo de Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra. ¿Quién dice que el Papa sea un profeta o que suplante a Dios? Esa visión protestante es absolutamente falsa y supone una grave incomprensión de la esencia del catolicismo, normalmente debida a una lectura de la Santa Biblia meramente textual y mal digerida, fruto normalmente del tan dañino "libre examen".

    4º La Iglesia Católica fue fundada por Nuestro Señor Jesucristo, quien puso a San Pedro como cabeza de la misma ("Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia") y a quien dió poder para atar y desatar en la tierra con la certeza de que al hacerlo asimismo sería hecho en el Cielo.

    5º Los obispos de la Iglesia Católica son los únicos legítimos sucesores de los apóstoles, son los que han seguido la legítima sucesión apostólica, los que han guardado la Tradición y doctrina de sus predecesores y los ritos y liturgia genuinos y originales que se remontan a los mismísimos Apóstoles de Cristo.

    6º Nuestra fe no sólo se fundamenta en el Evangelio escrito, sino también en la Tradición apostólica (que incluso es anterior a los evangelios ecritos), por lo que limitarse sólo a los textos es un error.

    Así pues, la Iglesia Católica es la única verdadera, fuera de la cual no hay salvación, y la única intérprete autotizada de los Santos Evangelios y de la Tradición apostólica que sólo ella conserva en su integridad.

    Las personas como tú, querido amigo "anónimo", sois las que necesitáis quitaros la venda que el Maligno os ha puesto en vuestros ojos y que os aleja de la Verdad y de la salvación.

    Tú y quienes piensan como tú sois quienes más necesitáis de nuestra oración, pues la dureza de vuestro corazón no sólo os impide acercaros a la Verdad, sino que os empuja a atacarla con celo amargo, sirviendo con ello, aunque sea de forma involuntaria, a los fines de Satanás.

    ResponderEliminar
  23. No hay que echar la miel a los cerdos....

    ResponderEliminar
  24. Ay Jorge, ya ves que los "vendavales" se cuelan por cualquier grieta jeje.

    Un saludo

    Antonio

    ResponderEliminar
  25. Una actitud valiente, la tuya, Jorge, sí señor. Mi enhorabuena. Un cordial saludo desde Bélgica. Juan Fernández Krohn

    ResponderEliminar
  26. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo desde Madrid.

    ResponderEliminar
  27. Jorge, dices que no eres "juez de nadie y menos de un papa"... me haces reir !

    ResponderEliminar
  28. Jorge, a prima facie, veo que tienes 2 problemas: I) no puedes aceptar el amor que le tenemos a Juan Pablo II. Dices que no eres juez de nadie y menos de un papa, con esa frase, me haces reir. El Pontificado de Juan Pablo II fue evaluado a medida que transcurría, no vamos a ver en 50 años lo que ya no vimos con nuestros propios ojos; y II) no puedes aceptar que todos somos hermanos: judíos, musulmanes, católicos, etc. Recuerdas al hermano mayor de la parábola del Hijo Prodigo? Te mando un besito. Aceptablo Jorge: SANTO SUBITO !!!

    ResponderEliminar
  29. Estimada María Inés:

    Yo no tengo ninguno de esos problemas. lo que pasa es que en vez de contraargumentar dando razones, te limitas a alegar un hecho absolutamente intrascendente y a hacer una falsa afirmación (o a decir una verdad a medias, como quieras). Voy por partes.

    1) Dices que no acepto el amor que algunos le tenéis a Juan Pablo II... Pero, ¿qué tiene que ver el amor o el aprecio meramente humanos que algunos le tenéis con el hecho de que pueda ser o no santo? Ese "amor" no es ningún argumento de santidad, María Inés.

    Claro que no soy juez de nadie, ¡¡¡y menos de un Papa!!! Pero él se retrató públicamente con hechos e imágenes como las arriba descritas, y ellos hablan por sí mismos sin que ni yo ni nadie tengamos que enjuiciarlos. ¡¡¡Son hechos, no opiniones ni juicios de valor!!!

    Dices que el pontificado de Juan Pablo II ya fue evaluado a medida que transcurría y que todos lo pudimos ver con los ojos, algo que no necesita más análisis según tú... Pues mira, te equivocas completamente. Los procesos legales para declarar la santidad de alguien son algo muy serio y que requiere de mucho estudio y análisis, y durante el pontificado de Juan Pablo II sucedieron -como en todos- miles de cosas que nunca trascendieron a la opinión pública. n digo que fueran malas, digo simplemente que no eran públicas y que deben ser estudiadas y analizadas con seriedad, y eso es materialmente imposible hacerlo en 5 años.

    Antes de que el propio Juan Pablo II modificara los procesos de beatificación y canonización para que no hicieran falta varios milagros y para quitar otros requisitos que les daban mas seriedad, los procesos eran de una escrupulosidad exquisita, y ahora es obvio que esa escrupulosidad ya no es la misma ni de lejos, y con eso perdemos todos los católicos. Yo prefiero santos con procesos serios y lentos que den absoluta seguridad, no "santos-express" como los de ahora.

    (sigue...)

    ResponderEliminar
  30. 2) Dices que no puedo aceptar que todos somos hermanos: judíos, musulmanes, católicos, etc. y me saltas con la parábola del hijo pródigo... Bueno, esa parábola sería plenamente aplicable a quienes vuelvan a la fe verdadera, sin duda, pero no sé en qué pueda aplicarse a quienes se obstinan en el error, la verdad. No has estado nada afortunada con la elección de esa parábola, la verdad.

    Pero yendo al fondo del asunto, eso de que todos somos hermanos es una mentira basada en una verdad a medias. Obviamente, en un sentido amplio todos somos hijos de Dios y por lo mismo hermanos.

    Pero el sentido católico de la hermandad no es ese (aunque comprendo qu tu formación pueda ser modernista y dada por sacerdotes que ya no enseñan la fe católica verdadera, así que disculpo tu error). El sentido de hermandad al que apuntas es el propio del naturalismo religioso (condenado "ex cathedra" numerosas veces por todos los Papas anteriores al Concilio Vaticano II), mientras que el sentido católico es el de "hermanos en la fe".

    Y así dice San Juan en el inicio de su Evangelio: "A todos los que le recibieron [a Cristo], que son los que creen en su nombre, dioles potestad de llegar a ser hijos de Dios". A los que creen en el nombre de Cristo, no a los que no creen en él...

    Pues bien, ¿somos hermanos en la fe los católicos, los judíos y los musulmanes? ¿Creemos en el mismo Dios Uno y Trino? ¿Creemos en el mismo Cristo, Dios y Salvador nuestro? Y mucho cuidado con las respuestas, porque el indiferentismo religioso (creer que toda persona puede salvarse en cualquier religión, fuera de la única Iglesia verdadera) está condenado también por la Iglesia...

    ¿Sabes lo que creo que te pasa, María Inés? Que por desgracia tu formación "católica" seguramente la has recibido de personas tan contaminadas de modernismo y de ideas protestantes, que simplemente no eres capaz de distinguir la doctrina católica de lo que es puro y simple protestantismo.

    Vamos, que ni te das cuenta de que defiendes herejías mil veces condenadas por la Iglesia.

    En definitiva, creo que eres el vivo reflejo de la crisis tremenda que atraviesa nuestra amada Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

    ResponderEliminar
  31. A/A de María Inés:
    Si se me permite por el jefe....
    ¿TODOS SOMOS HERMANOS?
    A raíz de las recientes palabras del Sr. Obama en las que muy sutilmente lanzó una "perla", pero ignoró intencionada y/o demoníacamente a su autor, conviene traer a colación la supuesta y aparente coincidencia que se pretende alentar, desde muchos foros del Sistema, entre todas las religiones, con la sustancial diferencia que existe entre la Verdadera Fe, la de Cristo, y el resto de las filosofías, más o menos, pseudoreligiosas existentes.
    Dice el Santo de los Santos del Altísimo: "Por lo tanto, todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres, hacedlo también vosotros con ellos, porque en esto está la Ley y los Profetas" (Mateo 7, 12)
    Si leemos por encima esta frase del Evangelio no sería extraño confundirla con otras similares, aunque no iguales, pronunciadas o escritas a lo largo de los siglos, incluso antes de la Venida del Salvador.
    Así, a título de ejemplo, baste significar las siguientes:
    "Esto es la suma del deber: No hagas nada a otros que si te lo hicieran a tí te pudiera causar dolor" ("El Mahabarata") (Filosofía religiosa Hindú)
    "No dañes a otros con lo que pudiera dolerte a tí mismo" ("Udana Varga") (Filosofía religiosa Budista)
    "Lo que es odioso para tí, no lo hagas a tu prójimo. Esta es toda la ley, el resto es comentario" ("El Talmud") (Tradición Judía)
    "Ninguno de ustedes es creyente hasta que desea para su hermano lo que desea para sí mismo" ("Hadit") (Religión Musulmana)
    "Lo que no deseas que otros te hagan a tí, no lo hagas a los demás" (Confucio, 551-479 a. C)

    ResponderEliminar
  32. Como hemos significado, aparentemente el mensaje sería el mismo, y así pretenden transmitirlo los actuales medios del Sistema, pero, en realidad, señores, la diferencia, aunque sutil, es sustancial.
    Para ello, es menester relacionar ese episodio del Evangelio narrado por San Mateo, con otro parejo narrado por San Lucas: "Yo os digo a vosotros que escucháis: Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os calumnian. Al que te hiere en una mejilla, ofrécele también la otra; a quien te quita el manto, no le niegues la túnica. Da a quien te pida y no reclames a quien te roba lo tuyo. Tratad a los hombres como queréis que ellos os traten a vosotros. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?. También los pecadores aman a quienes los aman. Y si hiciereis el bien a los que os lo hacen, ¿qué mérito tendréis?. Los pecadores también lo hacen. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis?. También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos otro tanto. Pero vosotros, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar remuneración; así será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altisimo, porque Él es bueno para los ingratos y perversos. Sed misericordiosos cmo vuestro Padre es misericordioso". (Lucas, 6, 27-36)
    ¿Entendemos ahora la "sutil y sustancial" diferencia?: Mientras que los demás se limitan a pedir que no hagamos el mal, Cristo nos exige, además, que hagamos el bien.
    No hacer el mal no supone para el Señor mayor mérito si no va acompañado de un acto positivo y valiente de amor.
    No hacer el mal sólo significa éso: abstenerse de actuar en contra del prójimo.
    Pero para un Cristiano la exigencia es inmensa por que, además, nos obliga a actuar santamente, incluso con nuestros propios enemigos.
    No nos dejemos engañar pues, porque el Maligno no es tonto del todo.
    A veces el mal se esconde dónde menos lo esperamos, con una apariencia de falsa piedad, utilizando medios materiales y humanos para, machaconamente, transmitirnos el mensaje subliminal de que todos somos hermanos de una misma Fe, que todos, en el fondo, somos buenos, de que nadie es tan malo como pudiera llegar a pesnsarse, que, incluso, el mal, a veces, puede tener cierta justificación.....
    No nos dejemos engañar: el Mal es el Mal y es lo contrario al Bien.
    Y como dijo el Salvador: "Quien no está conmigo, está contra mi". (Lucas, 11, 15-26)

    ¡No, hija no!
    Como en todo, aún hay clases....

    ResponderEliminar