viernes, 22 de diciembre de 2023
"Fiducia supplicans" o el desvarío total de la jerarquía católica
jueves, 13 de julio de 2023
Entre lo espontáneo y lo difícil (de Miguel Argaya)
Lamentando mucho que mis múltiples obligaciones me hayan tenido apartado de la atención que los lectores de mi blog merecen (y por lo que pido sinceras disculpas), rompo hoy mi involuntario silencio de los últimos meses para recomendar la lectura de este libro, ya clásico, de mi amigo Miguel Argaya: "Entre lo espontáneo y lo difícil: apuntes para una revisión de lo ético en José Antonio Primo de Rivera".
El libro original, que ahora vuelve a ser editado con correcciones y añadidos, fue publicado inicialmente en 1996 y, pese a su escasa distribución, no pasó desapercibido, pues tuvo la valentía de afrontar aspectos nada fáciles del pensamiento de José Antonio Primo de Rivera y de sus importantes diferencias con el de Ramiro Ledesma Ramos.
El autor tiene el gran acierto de analizar las fuentes del pensamiento de José Antonio menos analizadas: las de los pensadores tradicionales. No sé si será por esa tendencia innata que todos tenemos, en mayor o menor medida, a relacionar el pensamiento de quienes tenemos por referentes con el pensamiento de los intelectuales más de moda o de mayor fama (que no necesariamente de mayor prestigio), el de José Antonio siempre se tiende a comparar con el de los regeneracionistas, el de la Generación del 98 y el de José Ortega y Gasset (a quien el propio José Antonio dedicó un artículo tanto de homenaje como de reproche y con quien tenía notables coincidencias y no menos notables diferencias...). Sin embargo, la enorme influencia que ejercieron en su pensamiento los pensadores tradicionales (basta con leer sus textos más doctrinarios para comprobar que desde Santo Tomás a Donoso Cortés, su formación intelectual debe más al pensamiento tradicional que al moderno) no había sido antes analizada con la profundidad y rigor que lo hace Miguel Argaya en este libro, y no porque pretenda hacer un análisis sistemático y cerrado de dicha influencia -que no lo hace, dejando abierto el estudio a otras influencias del mismo signo-, sino porque resalta y analiza influencias concretas que, insisto, anteriormente no se habían analizado con la necesaria atención y profundidad (intentos como los de Salador de Brocà -"Falange y filosofía"- o Moisés Simancas -"José Antonio: génesis de su pensamiento" y "José Antonio: madurez de su pensamiento"-, no tocan apenas estas influencias, y otros como los de Adolfo Muñoz Alonso -"Un pensador para un pueblo"- o Arnaud Imatz -"José Antonio: entre odio y amor"-, pese a su gran rigor y amplitud de análisis, tampoco creo que hayan analizado esa influencia del pensamiento tradicional con la suficiente profundidad). Miguel Argaya se centra mucho justamente en ese aspecto tan insuficientemente analizado (dejando más a un lado las influencias más trilladas) y, finalmente, se atreve a analizar con bastante profundidad las diferencias del pensamiento joseantoniano con el de Ramiro Ledesma Ramos... ¡Y aquí es donde más polémico resulta el libro!
Que el pensamiento de José Antonio (un pensador esencialmente tradicional que no quiere perder el tren del mundo moderno) y el de Ramiro Ledesma (un pensador esencialmente moderno, muy influido por la filosofía germánica) se diferenciaban en muchas cosas, es algo muy evidente. Pero claro, como ambos coincidían en muchos aspectos esenciales (el patriotismo español, el ansia de Justicia Social, la necesidad de un regeneracionismo social, etc.), en vida estaban condenados a entenderse (y así lo hicieron, aunque no tardaron en aflorar las diferencias), al igual que sus herederos políticos... ¡algo que para Miguel Argaya es más un problema que otra cosa! Es muy valiente Miguel al "coger el toro por los cuernos" -sin importarle las consecuencias- e intelectualmente no le faltan razones para defender la necesidad de que el pensamiento joseantoniano se distancie del pensamiento ramirista, aunque políticamente dicha separación tajante no resulte ni tan sencilla ni, seguramente, conveniente... Y es que, como el mismo José Antonio escribió en su famoso artículo de elogio y crítica a Ortega y Gasset, entre lo intelectual y lo político hay importantes diferencias:
"Los valores en cuya busca se afanan los intelectuales son de naturaleza intemporal: la verdad y la belleza, en absoluto, no dependen de las circunstancias. El hallazgo de una verdad es siempre oportuno; la indagación de una verdad no admite apremios por consideraciones exteriores. Uno de los más bellos rasgos de la vocación científica está en esa abnegación con que los operarios de la inteligencia se afanan, a veces, en seguir un rastro a cuyo término no le permitirá llegar la limitación de la vida. Legiones de sabios oscuros caminan por desiertos hacia tierras de promisión que sus ojos no verán nunca. En cambio, la política es, ante todo, temporal. La política es una partida con el tiempo en la que no es lícito demorar ninguna jugada. En política hay obligación de llegar, y de llegar a la hora justa. El binomio de Newton representaría para la Matemática lo mismo si se hubiera formulado diez siglos antes o un siglo después. En cambio, las aguas del Rubicón tuvieron que mojar los cascos del caballo de César en un minuto exacto de la Historia."
En definitiva, un libro muy interesante -de hecho, muy importante y de imprescindible lectura para comprender el pensamiento de José Antonio-, pero desde luego no exento de polémica. ¡Como se espera de los verdaderos intelectuales que no tienen miedo a nada ni a nadie!
lunes, 6 de junio de 2022
¿Qué pensar del "sedevacantismo"?
Son muchos los que me preguntan que, si soy tan crítico con el Papa Francisco como para llegar a resistirle en todo lo que manda o dice contrario a la fe católica, lo lógico sería llegar a la conclusión "sedevacantista": si el Papa manda algo contrario a la fe, es que es un hereje, y como un hereje no puede ser Papa, la sede de Pedro debe estar vacante... Una forma de razonar tan racionalista como poco prudente, ya que es bastante atrevido (y puede ser muestra de soberbia y orgullo) atreverse a juzgar al Vicario de Cristo en temas espirituales tan complejos con criterios tan humanos y, por ende, tan limitados para la correcta y completa comprensión de los misterios de Dios. Por eso yo siempre he respondido con este sencillo argumento: si tu padre te manda robar o matar a alguien, ¿debes obedecerle o no? ¿Deja de ser mi padre por mandarme algo impropio de un padre? Obviamente, y pese a que es una obligación respetar y obedecer a los padres, nunca debe obedecerse una orden contraria a la fe y la moral, así que, sin por ello dejar de ser verdadero padre, esa orden se debe resistir (que no es lo mismo que desobedecer, porque se desobedece cuando no se hace lo que manda legítimamente la autoridad -poniéndola, por tanto, en cuestión-, mientras que resistir una orden implica no cumplirla por razones justificadas, pero sin por ello cuestionar la legitimidad de la autoridad que lo ha ordenado -como en la figura jurídica del Derecho tradicional español del "obedézcase pero no se cumpla").
Además, y por tener en cuenta aquél divino consejo de valorar el árbol por sus frutos (sin por ello pretender yo juzgar ni condenar a nadie), el "sedevacantismo" rara vez ha dado algún resultado distinto al del caos, la inseguridad y la casi imposibilidad de acceder a los sacramentos para sus adeptos, algo que cuesta creer que figure en los planes de Quien prometió asistir a su Iglesia hasta el fin de los tiempos. Ya en su día Monseñor Lefebvre, cuando le asaltaron tremendas dudas sobre la legitimidad de un Papa que actuaba de forma tan impropia de su alta dignidad, advirtió de las terribles consecuencias que tenía defender una tesis tan imposible de probar con seguridad como esa, poniendo en peligro cierto a las almas por lo que nunca podía pasar de ser una mera conjetura u opinión.
En cualquier caso, me parece muy interesante el estudio que hace una década publicaron los Dominicos de Avrillè en su revista. Por eso lo publico aquí, traducido al español, para su difusión entre quienes puedan verse tentados por las tesis "sedevacantistas".
FUENTE: LE SEL DE LA TERRE N° 79
PEQUEÑO CATECISMO SOBRE EL SEDEVACANTISMO
por Dominicus
Una primera edición de este pequeño catecismo apareció en Le Sel de la terre 36. Esta segunda edición, revisada y notablemente aumentada, tiene en cuenta los debates y las objeciones suscitadas por la primera edición.
Le Sel de la terre.
Introducción: entre Escila y Caribdis
En el estrecho de Mesina, entre Sicilia e Italia, hay dos arrecifes formidables: Caribdis y Escila. Para atravesarlos, hay que evitar ambos escollos. Muchos navegantes imprudentes o inhábiles, queriendo evitar uno, naufragaban el otro: cayeron entre Escila y Caribdis.
Actualmente, ante la crisis en la Iglesia, hay dos errores a evitar: el modernismo (que poco a poco nos hace perder la fe) y el sedevacantismo (que tiende hacia el cisma). Si queremos permanecer católicos, hay que pasar entre la herejía y el cisma, entre Caribdis y Escila. [Nota: los autores de este texto no pretenden poner al modernismo y al sedevacantismo en el mismo plano. El modernismo es una verdadera y propia herejía, mientras que el sedevacantismo plantea una hipótesis que es posible, aunque no se pueda probar con seguridad, pero que tiende a desviar a las almas hacia el cisma]
En este “Pequeño catecismo”, estudiaremos uno de los dos arrecifes. Pero no hay que olvidar el otro. No se debe, con el pretexto de evitar los peligros del sedevacantismo, minimizar los peligros del modernismo transmitido por la iglesia conciliar.
La posición de Monseñor Lefebvre
La posición que vamos a exponer aquí es la de Monseñor Lefebvre y la que Avrillé siempre ha defendido.
He aquí un breve resumen:
1) Monseñor Lefebvre se planteó públicamente la cuestión:
"Nos encontramos verdaderamente frente a un dilema gravísimo, que creo no se planteó jamás en la Iglesia: que quien está sentado en la Sede de Pedro participe en cultos de falsos dioses; creo que esto no sucedió jamás en toda la historia de la Iglesia (Pascua de 1986). Si el Papa fuese apóstata, hereje o cismático, según la opinión probable de algunos teólogos (si fuese verdadera), el Papa no sería Papa y, por consiguiente, estaríamos en la situación de “Sede Vacante”. Esta es una opinión. No digo que no pueda tener algunos argumentos en su favor, alguna probabilidad (18-3-1977). No es imposible que esta hipótesis sea un día confirmada por la Iglesia. Pues cuenta con argumentos serios. Numerosas son en efecto las acciones de Paulo VI que, de haber sido realizadas por un Obispo o un teólogo, hace veinte años, hubieran sido condenadas como sospechosas de herejía, favorecedoras de herejía (24-2-1977)."
2) Sin embargo, después de reflexionar, prefirió la solución contraria:
"Pero yo no creo que esta sea la solución que debemos tomar, que debemos seguir. Por el momento, creo que sería un error seguir está hipótesis (18-3-1977). Pero esto no quiere decir que esté absolutamente cierto de tener razón en la posición que adopto. Asumo una actitud prudencial. Es en este orden que me ubico, más que en el orden puramente teológico, puramente teórico. Pienso que Dios nos pide no solamente tener las ideas claras desde el punto de vista teórico y teológico, sino también en la práctica, cuando las cosas son difíciles y delicadas desde todo punto de vista; obrar conforme a una cierta sabiduría, a una cierta prudencia que puede aparecer un poco en contradicción con ciertos principios, no ser de una lógica absoluta (5-10-1978). Mientras no tenga la evidencia de que el Papa no sea Papa, tengo la presunción por él. No digo que no haya argumentos que puedan poner una cierta duda. Pero es necesario tener la evidencia: no es suficiente una duda, incluso si es válida. Si el argumento es dudoso, no hay derecho a sacar conclusiones que tienen consecuencias enormes (16-1- 1979). La Fraternidad no acepta (esta) solución. Apoyada sobre la historia de la Iglesia y sobre la doctrina de los teólogos, piensa que el Papa puede favorecer la ruina de la Iglesia escogiendo y dejando actuar a malos colaboradores, firmando decretos que no comprometen su infalibilidad, a veces por voluntad propia, y que causan un daño considerable a la Iglesia. Nada es más peligroso para la Iglesia que los papas liberales, que están en una incoherencia continua (13-9-1982). En la práctica esto no tiene influencia sobre nuestra conducta, porque rechazamos firmemente todo aquello que va contra la fe, sin saber incluso quién es el culpable (5-10-78)."
Preguntas y respuestas.
¿De qué hablamos?
— ¿Qué es el sedevacantismo?
El sedevacantismo es la opinión de aquellos que piensan que los últimos papas, desde el concilio, no son verdaderos papas. En consecuencia, la sede de Pedro no está ocupada, lo que se expresa en latín por la fórmula « Sede vacante ».
— ¿De dónde viene esta opinión?
Esta opinión es ocasionada por la gravísima crisis que se desarrolla en la Iglesia desde el último concilio, crisis que Monseñor Lefebvre llamaba justamente “la tercera guerra mundial”.
Esta crisis tiene por causa principal la falla de los pontífices romanos que enseñan o dejan propagar los más graves errores sobre las cuestiones del ecumenismo, la libertad religiosa, la colegialidad, etc.
Los sedevacantistas piensan que los verdaderos papas no podrían ser responsables de tal crisis, y por consecuencia consideran que ellos no son “verdaderos papas”.
— ¿Podría explicar brevemente en qué consiste esta crisis en la Iglesia?
Lo haré citando al Padre Gleize:
"Lo que más habla, son los discursos publicados regularmente en el Osservatore Romano y que reafirman sin cesar el principio de la libertad religiosa, de la laicidad de los Estados y del ecumenismo, principio que está en contradicción formal con la enseñanza constante y unánime del magisterio pontifical anterior al Vaticano II (…). Por el pasado, pudo suceder que los papas no hayan estado a la altura de su misión. Pudieron faltar una vez u otra a su papel de pastor, poniendo en peligro más o menos grave, más o menos directo, la unidad de la fe en la santa Iglesia. Pero esta actitud se explica por motivos de orden esencialmente moral. Ninguno de estos papas estuvo apegado al error por convicción intelectual. Todos ellos faltaron sin dar una adhesión forzosamente intelectual al error, y esto vino tanto por una falta de valor en medio de la persecución, como con Liberio, como de una cierta ingenuidad y de un exceso de conciliación, como con Honorius y Virgilio, así como una especie de intemperancia teológica como en Juan XXII. La actitud más grave de todas, la del papa Honorio, mereció la censura favens hæresim. No fue condenado como un hereje formal. (…) Pero respecto a estos casos aislados, la actitud constante de todos los papas desde el concilio Vaticano II presenta otro aspecto. La prédica cotidiana de los soberanos pontífices está constantemente manchada con los falsos principios de la libertad religiosa, del ecumenismo y de la colegialidad. Estos son errores graves, y son la consecuencia de esta “herejía del siglo XX”, retomando la frase de Madiran, la herejía del neo modernismo. Errores constantes y repetidos, de Juan XXIII y Paulo VI a Benedicto XVI, errores que no son consecuencia de una debilidad o de una ingenuidad pasajeras, sino que por el contrario, son la expresión de una adhesión de la inteligencia, la afirmación de una convicción reflexionada detenidamente. Es por eso que esta situación es sin precedentes [i]."
— ¿Todos los sedevacantistas están de acuerdo entre ellos?
No, ni mucho menos. Dispersados, los sedevacantistas lo son al menos según seis líneas de separación:
– Vacancia total / vacancia formal y permanencia material (tesis de « Cassiciacum »);
– Aceptación de las consagraciones sin mandato apostólico / rechazo de esas consagraciones;
– Ponen fuera de la Iglesia a todos aquellos que no son sedevacantistas / rechazo de esa posición;
– Las leyes eclesiásticas conservan su fuerza imperativa / las leyes están privadas de fuerza ejecutoria;
– Aceptación del principio de un cónclave fuera de la línea romana / rechazo de tal posibilidad;
– La vacancia de la autoridad dura desde la muerte de Pio XII / desde "Pacem in terris" / desde la muerte de Juan XXIII / desde la proclamación de la libertad religiosa (7 de diciembre de 1965) [hay otra teoría más: desde que Paulo VI fue supuestamente reemplazado por un impostor].
Esto nos da, salvo error, 160 posibilidades.
Pero lo que es común en todos los sedevacantistas, es que ellos piensan que no se debe rezar públicamente por el papa.
Los argumentos de los sedevacantistas
— ¿Sobre cuáles argumentos fundan sus teorías los sedevacantistas?
Ellos tienen argumentos a priori y argumentos a posteriori.
A priori, dicen ellos, el papa siendo hereje, no puede ser verdadero papa. Lo que puede probarse de manera teológica (un hereje no puede ser jefe de la Iglesia, o Juan Pablo II es hereje, por lo tanto…) o de manera jurídica (las leyes de la Iglesia invalidan la elección de un hereje, o el cardenal Wojtyla –o Ratzinger- era hereje al momento de la elección, por lo tanto…).
A priori, dicen también, el “papa” actual, habiendo sido consagrado obispo con el nuevo rito de consagración episcopal inventado por Paulo VI, no es obispo. O, para ser papa, hay que ser obispo de Roma. Por lo tanto…
A posteriori, dicen ellos finalmente, se constata que los actos llevados a cabo por los papas son malos o erróneos, siendo que debían estar cubiertos por la infabilidad. Por lo tanto estos papas no son verdaderos papas.
El argumento teológico de la herejía del papa
— ¿No es verdad que un papa que se convierte en hereje pierde el pontificado?
San Roberto Belarmino dice que un papa que se haga hereje de manera formal y manifiesta perdería el pontificado. Para que eso se aplique a Juan Pablo II, se necesitaría que fuera hereje formal, es decir, rechazando conscientemente el magisterio de la Iglesia; y además que esta herejía formal sea manifiesta a los ojos de todos. Pero si los papas desde Paulo VI, y sobre todo Juan Pablo II [ii], hacen muy frecuentemente afirmaciones heréticas o que conducen a la herejía, no es fácil demostrar que ellos tienen conciencia de rechazar un dogma de la Iglesia. Mientras no haya una prueba cierta, es más prudente abstenerse de juzgar. Fue la manera de actuar de Monseñor Lefebvre.
— Un católico que esté convencido que Juan Pablo II es hereje de manera formal y manifiesta, ¿debe entonces concluir que ya no es papa?
No, pues según la opinión “común” (Suárez), o la “más común” (Billuart), los teólogos piensan que incluso un papa hereje puede continuar ejerciendo el papado. Sería necesario, para que pierda su jurisdicción, una declaración de los obispos católicos (únicos jueces de la fe, fuera del papa, por voluntad divina) constatando la herejía del papa [iii]. “Según la opinión más común, Cristo, por una providencia particular, por el bien común y la tranquilidad de la Iglesia, continúa dando jurisdicción a un pontífice incluso manifiestamente hereje, hasta que sea declarado hereje manifiesto por la Iglesia” (Billuart, De Fide, diss. V, a. III, § 3, obj. 2).
En una materia tan grave, no es prudente ir en contra de la opinión común.
— Pero, ¿cómo un hereje, que ya no es miembro de la Iglesia, puede ser su jefe o su cabeza?
El Padre Garrigou-Lagrange, apoyándose en Billuart, explica en su tratado De Verbo Incarnato (p. 232) que un papa hereje, no siendo miembro de la Iglesia, puede continuar siendo la cabeza. En efecto, lo que es imposible en el caso de una cabeza física es posible (aunque anormal) para una cabeza moral secundaria. “La razón para ello es que –mientras que una cabeza física no puede ejercer influencia sobre los miembros sin recibir el influjo vital del alma-, una cabeza moral, como lo es el pontífice (romano), puede ejercer una jurisdicción sobre la Iglesia misma si él no recibe del alma de la Iglesia ninguna influencia de fe interna y de caridad”.
En resumen, el papa es constituido miembro de la Iglesia por su fe personal que él puede perder, pero es la cabeza de la Iglesia visible por la jurisdicción y el poder que pueden permanecer al mismo tiempo que una herejía.
El argumento canónico de la herejía del papa [iv]
— ¿Y qué pensar de su argumento canónico?
Los sedevacantistas se apoyan sobre la constitución apostólica "Cum ex apostolatus" del papa Paulo IV (1555-1559). Pero buenos estudios han demostrado que esta constitución perdió su fuerza jurídica [v]. Lo que sigue siendo válido en esta constitución es su aspecto dogmático. Y, por consecuencia, no podemos hacerla decir nada más que lo que dice el argumento teológico examinado anteriormente.
— Por lo tanto, el código en la edición de Gasparri (C.I.C. cum fontium an- notatione, Romæ) se refiere en nota a la constitución "Cum ex apostolatus".
Estas notas del código en la edición de Gasparri mencionan las fuentes del código. ¡Pero esto no significa que todas sus fuentes están todavía en vigor! El código de 1917 dice en su canon 6 (5°) que las penas que no son mencionadas en el código son abrogadas. Ahora bien, la constitución "Cum ex apostolatus" era una ley penal, pues infligía la privación de un oficio eclesiástico, y las penas que preveía no son retomadas en el código.
Hay más: Incluso antes del nuevo código, san Pio X ya había abrogado la constitución de Paulo IV por su constitución Vacante sede apostólica del 25 de diciembre de 1904 (§ 29), que declara nula toda censura que pueda quitar la voz activa o pasiva a los cardenales del cónclave. Y el canon 160 del código declara que la elección del papa es regulada únicamente por esta constitución de San Pio X.
La constitución de Pio XII del 8 de diciembre de 1945, "Vacantis apostolicæ sedis", que reemplazó la de san Pio X, retoma la misma disposición a este respecto:
“Ningún cardenal puede ser excluido de ninguna manera de la elección activa y pasiva del soberano pontífice, bajo ningún pretexto ni por causa de excomunión, de suspensión, de prohibición o por otro impedimento eclesiástico. Nos levantamos la suspensión de tales censuras solamente para este género de elección; en otras ocasiones deben conservar su vigor” (n°34).
El argumento de la nulidad de la consagración episcopal del papa [vi]
—Algunos sedevacantistas argumentan que el papa actual ha sido consagrado obispo con el nuevo rito inventado por Paulo VI, rito que consideran inválido; así, Benedicto XVI no sería obispo ni tampoco papa.
El nuevo rito de consagración episcopal proviene de una oración que se encuentra en la Tradición apostólica, una obra cuyo autor sería San Hipólito y dataría de principios del siglo III. Incluso si esta atribución es probable, no es admitido por todos: algunos piensan que se trata de una “compilación anónima que contiene elementos de diferentes épocas”. En cuanto a san Hipólito, se piensa que fue antipapa durante algún tiempo antes de reconciliarse con el papa san Ponciano al momento de su martirio común (en 235). Es de la misma obra que proviene el canon 2 de la nueva misa.
Sin embargo, esta oración de consagración es retomada con algunas variantes en dos ritos orientales, el rito copto utilizado en Egipto, y el rito sirio occidental, usado especialmente con los maronitas. Esta oración fue adoptada por los reformadores posconciliares para manifestar la unidad entre las tradiciones de los tres grandes patriarcados: Roma, Alejandría, Antioquía.
Debido a esta proximidad con dos ritos católicos, no se puede afirmar que la oración de Paulo VI sea inválida.
— ¿Es verdad que el nuevo rito de Paulo VI se parece al rito anglicano que fue declarado inválido por León XIII?
Es verdad que el rito de Paulo VI se parece al rito anglicano. Pero no al rito condenado por León XIII. Las iglesias anglicanas y episcopales introdujeron también una nueva oración consagratoria, tomada de san Hipólito, con el objetivo de tener un rito aceptable para los católicos, luego de la condenación de las ordenaciones anglicanas por León XIII.
Los argumentos a posteriori
— ¿Los sedevacantistas no encuentran una confirmación de su opinión en los errores del concilio y la nocividad de las leyes litúrgicas y canónicas de la iglesia conciliar?
En efecto, los sedevacantistas piensan generalmente que la enseñanza del concilio debió haber sido cubierta por la infabilidad del magisterio ordinario universal (MOU), y como consecuencia, no debería contener error. Pero como hay errores, por ejemplo sobre la cuestión de la libertad religiosa, concluyen que Paulo VI dejó de ser papa en ese momento [vii].
En realidad, si aceptáramos este razonamiento, habría que decir que toda la Iglesia católica desapareció en ese momento, y que “las puertas del infierno prevalecieron contra ella”. Pues la enseñanza del magisterio ordinario universal es el de todos los obispos, de toda la Iglesia enseñante.
Es más simple pensar que la enseñanza del concilio y de la iglesia conciliar no está cubierto por la infabilidad del magisterio ordinario universal por las razones explicadas en el artículo sobre “la autoridad del concilio” aparecido en "Le Sel de la terre" 35 (invierno 2000-2001)
— ¿Podría resumir lo esencial de esta argumentación?
La razón principal por la cual la enseñanza conciliar sobre la libertad religiosa (por ejemplo) no está cubierta por el MOU, es que el magisterio conciliar no se presenta como enseñante de las verdades a creer o a sostener de manera firme y definitiva [viii]. La enseñanza conciliar no se presenta ya como “necesaria para la salvación” (es lógico, pues aquellos que la profesan piensan que uno puede salvarse incluso sin la fe católica).
No estando impuesta con autoridad, esta enseñanza no está cubierta por la infabilidad. Se puede decir la misma cosa de las leyes litúrgicas (la nueva misa; las nuevas canonizaciones…) y canónicas (el nuevo Derecho canónico…) promulgadas por los últimos papas: ellas no están cubiertas por la infabilidad, cuando normalmente deberían de estarlo [ix].
La tesis de Cassiciacum [x]
— ¿Podría explicar lo que significa ser papa « materialiter»?
La principal dificultad del sedevacantismo, es el de explicar cómo la Iglesia puede continuar existiendo de manera visible (pues ella recibió de Nuestro Señor la promesa de durar hasta el fin del mundo), estando privada de jefe.
Los partidarios de la tesis llamada « de Cassiciacum » inventaron una solución sutil: el papa actual ha sido nombrado válidamente para ser papa, pero él no puede recibir la autoridad papal, pues hay en él un obstáculo (“la ausencia de intención habitual de procurar el bien de la Iglesia”). Él es papa materialiter, pero no formaliter.
— ¿Podría detallar la argumentación de esta « tesis »?
He aquí la argumentación resumida por un sacerdote que la profesa:
– El punto de partida es una inducción: el conjunto de los actos de Paulo VI (pues en ese entonces era el que residía en Roma) contribuyen a la destrucción de la religión católica y su sustitución por la religión del hombre bajo una forma de protestantismo encubierto. De allí viene la certeza que Paulo VI no tiene la intención habitual de procurar el bien / fin de la Iglesia, que es Jesucristo plenum gratiæ et veritatis.
– La intención habitual de procurar el bien de la Iglesia es condición necesaria (la última disposición) para que un sujeto elegido papa reciba la comunicación de la autoridad pontifical que lo hace ser con Jesucristo, y tomar el papel de su Vicario en la tierra.
– En consecuencia, Paulo VI está desprovisto de toda autoridad pontifical; él no es papa formaliter; él no es Vicario de Jesucristo. En una palabra, él no es papa [xi].
– Para ello es necesario afirmar que si Paulo VI no es papa formaliter, él sigue siendo, sin embargo, materialiter, como simple sujeto elegido, sentado sobre la Sede pontifical, ni papa ni antipapa.
— ¿Esta solución resuelve las dificultades del sedevacantismo « puro »?
No resuelve la principal dificultad del sedevacantismo: ¿Cómo puede la Iglesia continuar siendo visible? Para algunos partidarios de la “tesis”, ya no hay más jerarquía en absoluto (“los nombramientos de los cardenales y obispos son actos de la jurisdicción pontifical, la cual está precisamente ausente y nada puede reemplazarla”). Para otros, el papa materialiter tendría el poder (¿cómo?) de constituir una jerarquía materialiter. Pero tal jerarquía, privada de su “forma”, no es la jerarquía visible de la Iglesia (así como la jerarquía ortodoxa no es la jerarquía de la Iglesia).
Además, esta teoría suscita nuevas dificultades –al menos para aquellos que dicen que el papa materialiter tendría el poder de constituir una jerarquía materialiter- pues ella supone que el papa materialiter, desprovisto de autoridad, tuviera al menos suficiente autoridad para cambiar las leyes de la elección del papa.
— ¿Qué piensa usted de los argumentos sobre los cuales se apoya esta solución?
Esta solución no está fundada en la Tradición. Los teólogos (Cayetano, San Roberto Belarmino, Juan de Santo Tomás, etc.) han examinado la posibilidad de un papa hereje, pero ninguno, antes del concilio, hubiera imaginado esta teoría de “la ausencia de intención habitual de procurar el bien de la Iglesia” que formaría un “obex” (impedimento) para recibir “el ser con Cristo”, forma del papado.
Ella juega con una ambigüedad de la palabra “intención”. Los partidarios de la tesis reconocen que la intención debe estar en la persona del papa (“esta intención es la última disposición del sujeto para recibir la comunicación de la autoridad pontifical”), pero al mismo tiempo, ellos afirman que no se trata de la intención personal del papa. Nosotros podemos estar de acuerdo con ellos cuando dicen que los papas recientes perjudican el bien común de la Iglesia –y eso es precisamente lo que funda el estado de necesidad [xii]-, pero falta probar que esa es verdaderamente la intención personal de los papas, y enseguida que tal intención los priva de la autoridad.
La cuestión del “una cum” [xiii]
— ¿No tienen razón los sedevacantistas de negarse a nombrar al papa en la misa para manifestar que no están en comunión (“una cum”) con un hereje (al menos material) y sus herejías?
La expresión « una cum » en el canon de la misa no significa que uno se diga “en comunión” con la persona del papa y sus ideas erróneas, sino que se pide por la Iglesia “y por” el papa.
Para asegurarse, además de los sabios estudios realizados sobre la materia, es suficiente leer la rúbrica del misal para el caso de que un obispo celebre la misa. En efecto, en este caso, el obispo debe orar por la Iglesia “una cum (…) me indigno servo tuo”, lo que no quiere decir que él pida “en unión conmigo mismo, vuestro indigno servidor” (lo que no tiene sentido), sino que pide “y por mí, vuestro indigno servidor”.
— ¿Qué piensa santo Tomás de Aquino sobre esto?
Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica, cuando comenta las oraciones de la misa (III, q. 83, a. 4, corpus), equipara el “una cum” con la expresión “et pro”:
Luego el sacerdote conmemora en silencio [es el principio del Canon], primero por quien el sacrificio es ofrecido, es decir (es ofrecido) por la Iglesia Universal y por "aquellos que están constituidos en dignidad” [se trate del papa, del obispo, del rey]; luego especialmente por los que ofrecen o por quien este sacrificio se ofrece [es el memento de vivos].
— ¿Pero no dice Santo Tomás de Aquino que, en el canon, no se debe orar por los herejes?
Santo Tomás no prohíbe orar por los herejes, sino que constata simplemente que, en las oraciones del canon de la misa, se pide por aquellos cuya fe es conocida por el Señor y ha probado su apego (quorum tibi fides cognita est et nota devotio) (III q. 79, a. 7, ad 2). En efecto, dice él, para que este sacrificio obtenga su efecto (effectum habet), es necesario que aquéllos por los que se pide estén “unidos a la pasión de Cristo por la fe y la caridad”. Pero no prohíbe por lo tanto pedir por una persona no católica. Esta oración no tendrá la misma eficacia que la oración para un católico, y no está previsto en el canon.
Lo que podemos sacar de esta afirmación de Santo Tomás de Aquino, es que si el papa es hereje (lo que falta por probar), la oración por él no tiene el efecto previsto, « non habet effectum ».
Conclusión
— ¿Qué reflexión final sacar de estas discusiones?
No conviene declarar que « el papa ya no es papa » (material o formalmente) en nombre de una “opinión teológica”. Respecto a esto, lean un interesante artículo del Padre Hurtaud, aparecido en la Revista Tomista [xiv]. El autor muestra que Savonarola pensaba que Alejandro VI había sido elegido de manera simoníaca y que, por esta razón, ya no era papa. Sin embargo, como la invalidez de una elección simoníaca no era más que una opinión, Savonarola pidió que se convocara un concilio donde él aportaría la prueba de que Alejandro VI ya no tenía la fe católica, y de esta manera se hubiera constatado que Alejandro VI había perdido la jurisdicción suprema.
Es una posición que no ha sido probada al nivel especulativo, y es una imprudencia sostenerla en el plan práctico (imprudencia que puede tener consecuencias muy graves, pensamos notablemente en aquellos que se privan de los sacramentos bajo pretexto que no encuentran un sacerdote que tenga la misma “opinión” que ellos). Es por eso que Monseñor Lefebvre jamás quiso comprometerse en este camino, e incluso prohibió a los sacerdotes de su Fraternidad el profesar el sedevacantismo. Debemos tener confianza de su prudencia y en su sentido teológico.
[i] — Padre GLEIZE, Vu de Haut 14 (2008), p. 95-96.
[ii] — El Profesor Johannes Dörmann trató de demostrar, en cuatro volúmenes bastante detallados, que el papa Juan Pablo II profesaba la creencia de la redención universal. Las recensiones de estas obras aparecieron en Le sel de la terre 5, 16, 33 y 46. Una traducción comentada de la tercera obra fue publicada en Le Sel de la terre 49, 50, 51 y 52. –En cuanto al papa actual, varios estudios han demostrado que sus escritos contienen errores graves (ver especialmente los artículo de Monseñor Tissier de Mallerais “El misterio de la redención según Benedicto XVI”, Le sel de la terre 67, pág. 22; y “La foi au péril de la raison”, Le Sel de la terre 69, pág. 10; estos dos artículos fueron reunidos en el volumen La extraña teología de Benedicto XVI. Incluso los no católicos se plantean la cuestión de la fe del papa actual. Ver por ejemplo: Matthew VOGAN, « Does the Pope believe in the Resurrection? » en el periódico de la iglesia presbiteriana libre de Escocia, The Free Presbyterian Magazine de septiembre 2010.
[iii] — El libro de Arnaldo Xavier da Silveira, La Nueva Misa de Paulo VI: ¿qué pensar de ella? frecuentemente considerada como la referencia sobre la cuestión del “papa hereje”, presenta de manera imperfecta, en nuestra opinión, la opinión de estos teólogos (Savonarola, Cayetano, Cano, los Carmes de Salamanque, Juan de Santo Tomás, Suárez, Billuart, Jounet etc.) Journet dice que los análisis de Cayetano y de Juan de Santo Tomás sobre este punto son más penetrantes que las de san Roberto Belarmino. La cuestión sería tomarla integralmente.
[iv] — Para más detalles sobre esta cuestión, ver el artículo del padre Albert O.P. en Le Sel de la terre 33 (verano de 2000), pág., 67-68.
[v] — Incluso los sacerdotes sedevacantistas lo reconocen: «No se puede utilizar la bula del Paulo IV para probar que, actualmente, la Sede Apostólica se encuentra vacante, sino solamente para probar la posibilidad de que pueda suceder…” (Padre RICOSSA, Sodalitium 36, mayo-junio de 1994, pág. 57-58, nota 1)
[vi] — Para más detalles sobre esta cuestión, ver el estudio ¿Son ellos obispos? Aparecido en las Editions du Sel, o en el artículo de Le Sel de la terre 54, pág. 72-129.
[vii] — Argumentación del Padre B : 1. El Magisterio universal del Pontífice romano, solo o con los obispos unidos a él en concilio, es infalible. 2. Paulo VI, solo y en concilio, ejerció según todas las apariencias tal magisterio; Juan Pablo II, que continuó su obra, igualmente. 3. Según todas las apariencias, su enseñanza es infalible. 4. Una contradicción existe entre el contenido de lo que ellos enseñan o prescriben para la Iglesia universal, y la doctrina definida anteriormente de una manera irreformable. 5. Siendo que la proposición 1 es de fe, la conclusión se impone: la enseñanza del Vaticano II promulgada y aplicada por Paulo VI y confirmada por Juan Pablo II no es la enseñanza de la Iglesia, y ni Paulo VI ni Juan Pablo II pueden ser reconocidos como papas.
[viii] — Esta carencia del magisterio conciliar, que le prohíbe enseñar de manera infalible, está largamente explicada en los artículos del Padre Calderón, publicados en Le Sel de la terre (nº 47, 55 y 60), y en el libro Autoridad y recepción del concilio Vaticano II, Actas del 4to Simposio de teología de París, París, 2006.
[ix] — Sobre estas cuestiones, véase el artículo del Padre CALDERON, Infabilidad de las canonizaciones y de las leyes universales, Le Sel de la terre 72, pág. 36.
[x] Para una más amplia discusión a este respecto, ver Le Sel de la terre 41, pág. 235-242.
[xi] — Sus actos están entonces desprovistos de toda autoridad, tanto magisterial como canónica; de pronto, vemos cómo no es imposible que los actos de Paulo VI sean contrarios a la fe católica e incompatibles con la autoridad pontifical, y que afirmarlo no es negar las prerrogativas de un papa, en particular su infabilidad y su jurisdicción universal e inmediata. –Sin embargo, esta prueba no dice nada de la persona de Paulo VI, pues la intención que se le niega no es su intención personal (finis operantis, que está fuera de causa) sino la intención objetiva que es habitualmente inmanente a sus actos (finis operis). Ella no permite afirmar que Paulo VI esté personalmente fuera de la Iglesia católica, por razón de pecado de herejía o de cisma. (Nota del defensor de la tesis).
[xii] — « Para que haya estado de necesidad, es necesario y es suficiente que el bien común de la fe católica no sea considerado por las autoridades mas que como el objeto de un simple apego personal. Esto es lo que vemos en el gobierno de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. El motu proprio Ecclesia Dei afflicta (1988), luego el motu propio Summorum pontificum (2007) consideran el libre uso de la liturgia tradicional como una simple alternativa facultativa, a la cual se puede recurrir de manera extraordinaria, pero que no debe cuestionar la nueva liturgia, mucho menos las enseñanzas y reformas del Vaticano II. Esta herencia del Vaticano II y de la reforma litúrgica es la negación del bien común de la unidad eclasiástica”. (Padre GLEIZE, Vu de Haut 14 (2008), p. 101-102.
[xiii] — Para una más amplia discusión sobre este tema, ver Le Sel de la terre 37, p. 240-249.
[xiv] — Padre HURTAUD, « Lettres de Savonarole… », aparecido en la Revue Thomiste 1899, p. 631-674.
viernes, 18 de febrero de 2022
Matemáticos y "pitagóricos"
En este breve artículo no voy a discutir las muy discutibles cifras oficiales sobre la pandemia. Sólo voy a hacer una reflexión en torno a una pregunta sobre la supuesta eficacia de las substancias (que no son verdaderas vacunas, aunque se empeñen en llamarlas así) que se están inoculando masivamente, y que se basa en la menor mortalidad actual de la enfermedad. Mi pregunta es la siguiente: en los parámetros que utilizan para medir esa reducción de mortalidad, ¿cómo calculan factores como el de la inmunidad natural alcanzada por millones de contagiados que superaron la enfermedad, la menor mortalidad de las sucesivas variantes, los efectos secundarios -muertes incluidas que no se achacan a la COVID- de dichas substancias, el fallecimiento en periodos anteriores -por desgracia- de quienes eran más vulnerables a la enfermedad, etc.?
Evidentemente, todos esos factores no los tienen en cuenta. Se limitan a decir que "en 2020 moría el X% de los infectados y en 2021, tras las vacunaciones, muere el Y% de los infectados", estableciendo una relación directa causa-efecto. Un argumento tan aparentemente convincente como falaz, pues ignora todos los factores arriba señalados. Este es un claro ejemplo de cómo se pueden utilizar las matemáticas para distorsionar la realidad.
A la hora de analizar la realidad, la principal diferencia (no siempre fácil de detectar y delimitar) entre un científico matemático y un "pitagórico" radica en que el científico matemático calcula lo que observa y, como asume que hay factores que influyen en la realidad y que exceden de su campo, trata de introducir las variables y correcciones necesarias para que sus cálculos sean lo más rigurosos posibles a la hora de reflejar dicha realidad con los factores no matemáticos que influyen en ella, mientras que el "pitagórico" cree que toda la realidad es esencialmente una realidad matemática, y como no entiende que haya realidades fuera de las matemáticas, los factores no matemáticos los ignora. Por eso los pitagóricos acabaron haciendo de las matemáticas una religión (de apariencia muy racional, eso sí). ¿Qué importaba que la realidad de las cosas excediera muchas veces el mundo de las matemáticas? Cuando el matemático se excede saliendo de su estricto ámbito y cree poder explicar toda la realidad matemáticamente, pasando así a ser un pitagórico, lo habitual es que acabe errando clamorosamente, desarrollando tesis falaces, aunque sea pretendidamente en nombre del "rigor científico".
¡¡Mucho cuidado con los pitagóricos!!
jueves, 25 de noviembre de 2021
Valientes y rigurosos informes de la Fiscal de la Audiencia Provincial de Lérida sobre mascarillas y Prevención de Riesgos Laborales
miércoles, 10 de febrero de 2021
Entrevista en "El Correo de España"
jueves, 31 de diciembre de 2020
Conspiraciones en tiempos de pandemia
El año 2020 pasará a la Historia como el
año de la “pandemia de la COVID-19”, pero también como el del mayor
triunfo del globalismo. La “pandemia” ha servido de excusa perfecta para
implantar en todo el mundo medidas de control social perfectamente coordinadas
y nunca antes vistas ni siquiera en los regímenes más totalitarios: encierros
de la población durante semanas e incluso meses, geolocalizaciones,
prohibiciones de trabajar que han provocado la ruina de millones de familias,
habilitación de mecanismos de censura institucional para acallar a los
críticos, multas, encarcelamientos, sanciones a los médicos disconformes,
violación de distintos derechos fundamentales, vacunaciones experimentales
masivas con las ni el Dr. Mengele habría podido soñar… Eso sí, todo “por
nuestra salud”. Como ya vaticinara Chesterton hace un siglo, la salud ha
sido la excusa perfecta para imponer una auténtica dictadura sanitaria, aunque
para ello ha sido necesario mezclar verdades con mentiras y verdades a medias,
y es que yo creo que es ésta precisamente la clave: en la versión oficial sobre
la COVID-19 ni todo es verdad, ni todo es mentira. Pero claro, como la
desinformación ha sido tan brutal, resulta harto complicado distinguir lo que
hay de verdad, de mentira, de exageración o de verdad a medias en todo lo que
se difunde. Al menos para los que somos legos en biología y epidemiología…
En esta reflexión que hago no voy a
profundizar en temas científicos porque no son mi campo. Sólo voy a señalar algunos
de los aspectos (en realidad hay muchos más) que me hacen desconfiar mucho de
la versión oficial sobre la COVID-19, lo que no quiere decir tampoco que por
ello me alinee con cualquier versión crítica con la misma por el mero hecho de
serlo, ya que hay muchas y muy diversas. Desde las críticas que aceptan lo
esencial de la versión oficial y sólo disienten en las medidas adoptadas por la
OMS (Organización Mundial de la Salud) y los diferentes gobiernos, hasta las
que niegan todo, incluso la existencia del propio coronavirus SARS-CoV-2, la gama
de posibilidades es muy amplia (unas muy sensatas, otras demasiado hipotéticas
y algunas verdaderamente disparatadas), por lo que englobarlas a todas con
etiquetas fáciles como “conspiranoicas”, “terraplanistas”, “negacionistas”,
etc. no sólo me parece injusto, sino deshonesto. Esos calificativos pueden
conseguir para quien los emite el aplauso fácil de los idiotas, pero ninguna
persona inteligente puede aceptarlos como crítica. Las críticas deben ser
sensatas, racionales y basadas en argumentos inteligentes, y todo lo que no sea
así implica -consciente o inconscientemente- un insulto a la inteligencia del
receptor del mensaje. Quienes no están a la altura intelectual mínima necesaria
para contrarrestar los argumentos de los científicos críticos con la versión
oficial, normalmente -con honrosas excepciones- recurren a la descalificación
fácil, a la demagogia y al insulto, demostrando con ello su incapacidad mental
y su falta de razón, y si el receptor acepta esa escasa altura intelectual, es
porque se sitúa en ella o por debajo de ella.
¿Y cuáles son mis razones para
desconfiar de la versión oficial? Las principales son las explicaciones
científicas de muchos expertos en biología y epidemiología críticos con la
versión oficial (lo que no quiere decir tampoco que esté de acuerdo con todos
ellos o con todas sus afirmaciones; es más, ni siquiera estoy completamente
seguro de que tengan razón). Es verdad que son los menos, pero curiosamente
siempre son los más independientes: los que ya están jubilados o trabajan por
su cuenta, lo que les da una mayor libertad para opinar sin miedo a ser
despedidos o sancionados por los nuevos inquisidores laicos de los Colegios de
Médicos. La mayoría de los científicos dependen de instituciones directa o
indirectamente gubernamentales o de multinacionales farmacéuticas, y entre
éstos la unanimidad en su apoyo a la versión oficial es abrumadora, mientras
que entre los científicos independientes son muy numerosos los críticos con la
versión oficial. ¿Tendrá algo que ver en ello quién da de comer a quién? Es muy
raro que alguien esté dispuesto a morder la mano de quien le procura el
sustento, además de no ser nada agradable nadar contracorriente.
Me gustaría ver que, en los foros científicos,
en las universidades y en las publicaciones especializadas se realizan debates
académicos y técnicos de nivel entre quienes tienen opiniones distintas sobre
la COVID-19, la forma en que se diagnostica, la efectividad de las pruebas PCR,
el número real de enfermos por COVID-19, los tratamientos, las medidas sociales
para combatir la enfermedad, etc., pero ese debate está sencillamente
prohibido. Desde la OMS hasta la más modesta institución oficial hay una única versión
oficial sobre la COVID-19, no se permite debate científico alguno que la discuta,
y los científicos críticos son sancionados, despedidos, multados, insultados y
ridiculizados sin molestarse normalmente en rebatir sus tesis. ¿Por qué? ¿A qué
tienen miedo?
La OMS recurre a Cass Sunstein
Una noticia que me llamó la atención fue
el anuncio del pasado mes de octubre de 2020 que hizo la OMS por boca de su
Director General, Tedros Ghebreyesus, de que su “Grupo Asesor Técnico sobre
Conocimientos y Ciencias del Comportamiento para la Salud” iba a
desarrollar una estrategia para promover la aceptación social de la vacunación
contra la COVID-19, pasando a ser dirigido por Cass Sunstein (https://childrenshealthdefense.org/defender/la-oms-recurre-a-un-cruzado-anti-conspiracion-para-influir-en-la-opinion-publica-sobre-la-vacuna-covid/?lang=es). ¿Y quién es Cass Sunstein? ¿Algún
prestigioso científico, médico, biólogo, farmacéutico o bioquímico? Frío, frío…
Al nuevo responsable del “Grupo Asesor Técnico sobre Conocimientos y
Ciencias del Comportamiento para la Salud” de la OMS no se le conoce
experiencia alguna en el mundo de la salud, sino en otra muy distinta: fue el
responsable entre 2009 y 2012 de la “Oficina de Información y Asuntos
regulatorios” de la Casa Blanca durante el mandato de Barack Obama y asesor
del Banco Mundial, siendo su formación académica en Derecho y estando
especializado en técnicas del comportamiento social (dirige un “Programa de
Economía del Comportamiento y Políticas Públicas” en la Facultad de Derecho
de la Universidad de Harvard). Es conocido por sus publicaciones (muchas de
ellas conjuntas con su colega Adrian Vermeule) contra las “teorías de la
conspiración” y su combate desde el Poder por medio fundamentalmente de
agentes encubiertos intoxicadores (https://www.argumenta.org/article/cass-sunstein-adrian-vermeule-conspiracy-theories-special-issue/). Es decir, que el responsable de
convencernos desde la OMS de la conveniencia de vacunarnos no es un experto en
temas de salud, sino un propagandista y conocido manipulador social del Partido
Demócrata de EEUU, experto en “infiltración
cognitiva”... ¡Muy digno de confianza! ¡Seguro que sus argumentos para
aceptar que nos vacunen son muy convincentes!
La OMS contrata a “Hill &
Knowlton Strategies”
Pero para la OMS al parecer la
contratación de Cass Sunstein podía no ser suficiente, así que decidió
contratar también a una conocida empresa de relaciones públicas: “Hill & Knowlton Strategies” (https://noruego.today/2020/11/04/la-empresa-que-creo-el-cuento-de-las-incubadoras-ahora-trabaja-para-la-oms/). La razón oficial que da la OMS para
su contratación es muy simple: para que “haya confianza en las recomendaciones de la Organización y el cumplimiento de
sus directrices” (sic). ¿Quién no recuerda el excelente trabajo que
esta empresa realizó en 1990 para el gobierno en el exilio de Kuwait (por medio
de la asociación instrumental “Ciudadanos por un Kuwait Libre”), con un
impactante documental en el que una serie de supuestos testigos (entre ellos la
famosa “enfermera” Nayirah, que testificó ante el Comité de Derechos
Humanos del Congreso de los EEUU -y que luego resultó ser la hija del embajador
de Kuwait en EEUU, algo que sólo se descubrió dos años después-) narraban
escenas estremecedoras de los soldados iraquíes supuestamente atacando un
hospital kuwaití y desconectando las incubadoras de los bebés prematuros para
dejarlos morir en el frío suelo del hospital? Este documental -repleto de
falsedades de principio a fin- fue el mayor logro de la campaña propagandística
diseñada por “Hill & Knowlton Strategies” para
convencer a los ciudadanos y políticos de EEUU (y del resto del mundo) de
la maldad de Saddam Hussein y de la necesidad de desatar la “Primera Guerra
del Golfo Pérsico”. Gracias a esta campaña la empresa logró que la opinión
pública cambiara radicalmente de opinión sobre la necesidad de la intervención
militar en Iraq, además de conseguir “lavar la cara” de diversos
gobiernos (presuntamente violadores de los Derechos Humanos) de todo el mundo
(Indonesia, Turquía, Maldivas, etc.), así que es lógico que la OMS pensara en
ella para convencernos a todos de la bondad de vacunarnos contra la COVID-19
con las vacunas experimentales que las distintas multinacionales farmacéuticas
han sacado al mercado deprisa y corriendo, ¿verdad? ¿Cómo vamos a desconfiar de
“las recomendaciones de la Organización y el cumplimiento de sus directrices”
si “Hill & Knowlton Strategies” se encarga de darnos argumentos
convincentes para confiar? ¿Por qué vamos a desconfiar de ellos? ¿Acaso no
pueden decir la verdad esta vez? ¡No seamos “conspiranoicos”!
La nueva censura: verificadores y redes
sociales
Para mantener, conseguir o aumentar el
poder es necesario controlar la información en las dos direcciones: creando (y
difundiendo) la información propia y censurando la ajena que pueda ser
inconveniente. Antiguamente se recurría a métodos más expeditivos de censura,
pero en la actualidad se prefieren métodos más sofisticados, como el de la “verificación
de datos”. Si dicha “verificación” fuera sólo técnica e
independiente podría ser incluso una buena idea, pero lo cierto es que en la
práctica no hay ningún “verificador” que realmente sea independiente y
meramente técnico. Todos recurren a sus “expertos” o verifican lo que
les interesa, lo verifican a medias o no lo verifican en absoluto, según sus
intereses, creando así una falsa imagen de “verificación imparcial”
-que, al menos con los temas en los que hay en juego intereses importantes, en
realidad no es tal-. Con ella se puede justificar la censura de cualquier
información que no interese, apelando muchas veces a lo que en Derecho se llama
“prueba diabólica”: cuando algo es de imposible demostración, por muchos
indicios que haya, puede ser descalificado como “no demostrado” y ser
censurado como “bulo”. Algo que pasa mucho con las enfermedades y los
tratamientos (por ejemplo, con los miles de niños autistas que manifiestan la
enfermedad en las 48 horas siguientes a recibir la vacuna “Triple Vírica”
se responde siempre que “no ha quedado acreditada la relación causa-efecto y
sólo hay una coincidencia temporal entre la vacunación y la manifestación del
autismo”, por lo que cualquiera que intente vincular una cosa con la otra
es objeto de censura por parte de los “verificadores”: es sencillamente
un asunto sobre el que está prohibido de hecho hablar).
El “Instituto Poynter para
Estudios Mediáticos”, que fue creado en 2015, recibe suculentos contratos
de la “Fundación Nacional para la Democracia” (“National Endowment
for Democracy”, NED), financiada por el Departamento de Estado de
EEUU, así como cuantiosas subvenciones de entidades como “Google”, “MacArthur
Foundation”, “Bill and Melinda Gates Foundation”, “Carnegie
Foundation”, “Open Society Foundations” (la fundación del
polémico magnate George Soros) y “Omidyar Network” (proyecto del
empresario Pierre Omidyar, fundador de “eBay”), entre otras. Las
últimas dos organizaciones destinaron 1,3 millones de dólares para la ONG
solamente en 2017 con el fin de desarrollar una red de verificación de datos (https://actualidad.rt.com/actualidad/312705-facebook-verificadores-noticias-falsas): la “Red Internacional de
Verificación de Datos” (“International Fact-Checking Network”,
IFCN), cuyos miembros determinan qué publicaciones son fidedignas y cuáles no.
Más de 60 “verificadores” de todo el mundo dependen de esta red “independiente”
que en España opera con organizaciones y empresas como “Newtral”, “Maldita.es”
(y sus diversas ramas), “EFE Verifica”, “RTVE Verifica” o el “Observatorio
Digital de Información Sanitaria”. Todas las redes sociales mayoritarias
tienen suscritos convenios con estos “verificadores” para justificar la
práctica de la censura en las mismas. ¡Hasta el Presidente de EEUU ha sufrido
su censura!
Toda esta red de “verificadores”
ha trabajado a fondo durante 2020 para controlar la información sobre la
COVID-19 a fin de garantizar que la versión oficial prevalezca y sean acalladas
las voces de todos los científicos críticos con ella, eliminándose no sólo las
informaciones discrepantes, sino incluso clausurando las cuentas en redes
sociales de los “infractores”. Si el verdadero interés fuera el de
garantizar la veracidad de las informaciones, en lugar de censurar se añadiría
un aviso a la información aportada con otra información aclaratoria, de forma que
el lector u oyente pudiera comparar todos los datos, pero obviamente no es eso
lo que hacen… Se censura y punto. Será por mi espíritu rebelde -supongo-, pero
lo cierto es que cada vez que alguien recurre a la descalificación o a la
censura ¡tiendo a pensar que algo de verdad debe haber en lo que dice el
insultado o censurado!
El Gobierno español crea el “Ministerio
de la Verdad”
En su afán por controlar la información
sobre la COVID-19 y acallar las críticas, el Gobierno español encargó a la
Jefatura del Servicio de Información la Guardia Civil trabajar para “minimizar
el clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno”, tal y
como reconoció en rueda de prensa el 19 de abril de 2020 el Jefe de Estado
Mayor de la Guardia Civil, General José Manuel Santiago (https://www.abc.es/espana/abci-jefe-estado-mayor-dice-guardia-civil-dice-trabaja-para-minimizar-criticas-gobierno-202004191732_noticia.html). No fue ningún lapsus, pues la rueda
de prensa fue leída (no fue una frase espontánea) y en ningún caso rectificó
sus palabras, siendo destituido en sus labores de comunicación desde ese
momento, así que parece claro que el General Santiago se limitó a decir la
verdad.
Sin embargo el Gobierno no se echó para
atrás en su labor de control de la información tras el escándalo que provocó la
confesión del General Santiago, sino todo lo contrario: en el BOE del 5 de
noviembre de 2020 se publica la “Orden PCM/1030/2020, de 30 de octubre, por
la que se publica el Procedimiento de actuación contra la desinformación
aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional” (https://www.boe.es/boe/dias/2020/11/05/pdfs/BOE-A-2020-13663.pdf), por el cual se establece el
procedimiento del “Sistema Nacional para la prevención, detección, alerta,
seguimiento y respuesta cuyas causas, medio y/o consecuencias están
relacionadas con la desinformación” (sic), con mención expresa a “la
lucha contra la desinformación acerca de la COVID-19” (sic). Todo ello se
dirige por una “Comisión Permanente contra la
desinformación” coordinada por la Secretaría de Estado de Comunicación y
presidida de forma ordinaria por el Director del Departamento de Seguridad
Nacional que, cual “Ministerio de la Verdad”, se encarga de la labor
censora del Gobierno con numerosas funciones, algunas tan ambiguamente amplias
como estas: “Analizar y estudiar la
disponibilidad de los recursos existentes y las necesidades en el ámbito de la
lucha contra la desinformación, y formular propuestas relativas a la dotación
de recursos y priorización para las actuaciones identificadas; Verificar la
ejecución de las actuaciones previstas y estudiar la necesidad de creación y
mantenimiento de grupos de trabajo de apoyo; Apoyar la investigación sobre los
aspectos de la desinformación en un contexto de colaboración con el sector
privado y la sociedad civil.” Es decir, que el Gobierno, por medio de esta “Comisión
Permanente contra la desinformación”, puede hacer prácticamente lo
que quiera para censurar -por sí mismo o en colaboración con los denominados “verificadores”-
toda información inconveniente, incluida toda la relativa a la COVID-19 que
cuestione la versión oficial o simplemente la gestión del Gobierno…
La COVID-19 y el “Gran Reinicio”
En 2007 publiqué la edición definitiva
de mi libro “Manifiesto Sindicalista”, escrito en 2001. En él expuse mi
tesis sobre la situación de quiebra técnica de la economía capitalista, las
razones de su subsistencia agónica -previsiblemente larga- y por qué veía
complicado que el capitalismo se reformara por las buenas sin una gran revolución
o crisis que sirviera de detonante.
En 2020 ha llegado esa gran crisis que
el capitalismo necesitaba para justificar un cambio en sus planteamientos, pero
por propia iniciativa y no precisamente en la dirección que se necesitaba, sino
en la que los grandes magnates capitalistas prefieren: la del mantenimiento de
lo esencial del Sistema para hacer que el coste lo paguemos los de siempre.
Esa gran crisis esta vez no es un Crack como el de 1929 ni una gran guerra
mundial, sino la COVID-19. Así vemos cómo el “Foro Económico Mundial” lo
plantea abiertamente para tratarlo en su próximo encuentro en Davos en 2021 (https://es.weforum.org/agenda/2020/08/covid-19-las-4-claves-del-gran-reinicio/).
En este punto lo de menos es averiguar
si el SARS-CoV-2 es de creación natural o fue modificado artificialmente en un
laboratorio mediante la técnica de “ganancia de función” o cualquier otra
y luego se produjo un escape o se dispersó intencionadamente. No digo que conocer
la verdad sobre ello carezca de interés, por supuesto, pero a los efectos de para
lo que realmente está siendo utilizado, su origen es algo secundario. Lo importante
es que, una vez constatado el problema, las élites que dirigen el mundo indiscutiblemente
lo están utilizando (en mi opinión incluso exagerando su gravedad) para alcanzar
más fácilmente sus objetivos: un mayor control social mundial y un “Gran
Reinicio” del Sistema capitalista que sólo en una situación de extrema gravedad
se podía conseguir. ¡Por eso es tan importante para ellos generar el suficiente
miedo a la población y controlar la información! El miedo es un sentimiento, y
por tanto provoca reacciones y sensaciones que no son fruto de la razón, sino
justamente de la parte más irracional de nuestro ser, y una persona -o
colectivo- con miedo es capaz de aceptar sumisamente cualquier cosa que se le
ofrezca como “solución”. ¿Acaso no es eso una forma de terrorismo:
conseguir mediante el miedo que la población acepte las exigencias que se le hacen
y hasta lo agradezca en lo que no deja de ser una manifestación de “Síndrome
de Estocolmo”?
Conspiraciones y “conspiranoicos”
Como ya se ha mencionado, es un recurso
muy habitual de los perezosos o cortos mentales el acusar a quien no se puede
rebatir argumentalmente de ser un “conspiranioico”, un “terraplanista”,
un “negacionista” o cualquier otro adjetivo calificativo (en este caso “descalificativo”)
para descreditar, ridiculizar o insultar a quien opina diferente. Eso no quiere
decir que no haya personas que realmente se merezcan esos calificativos, pero
recurrir a ellos para eludir el debate de fondo, lo único que demuestra es
falta de capacidad o de razón. Nada más.
Hasta ahora me he limitado a aportar
datos (con los enlaces a las fuentes correspondientes para su comprobación) que
no me parecen discutibles, más allá de que obviamente sí pueda discreparse de
mis valoraciones y opiniones que los acompañan. Pero algunos de los
calificativos mencionados me preocupan especialmente, pues buscan ridiculizar
todas las teorías de la conspiración como si las conspiraciones no existieran…
¿Acaso no existen las conspiraciones? ¿Acaso Bill Gates o George Soros no
financian los proyectos que les interesan con intenciones que nada tienen que
ver con los programas electorales que se supone que se votan en las elecciones
democráticas? ¿Es falso que Cass Sunstein ha sido contratado por la OMS pese a
no ser experto en temas sanitarios, sino en “infiltración cognitiva”?
¿Es falso que la empresa “Hill & Knowlton Strategies” que ha
contratado la OMS es experta en montajes como el de la Guerra de Iraq y que no
tiene nada que ver con el mundo sanitario? ¿Es falso que los “verificadores”
tienen financiadores interesados y que sirven al Poder para censurar las redes
sociales? ¿Es falso que el Gobierno español ha creado una “Comisión
Permanente contra la desinformación” para “la lucha contra la
desinformación acerca de la COVID-19”? ¿Es acaso un bulo que el “Foro
Económico Mundial” está planteando utilizar la crisis de la COVID-19 para
provocar el “gran Reinicio” del capitalismo?
Las conspiraciones existen. Siempre han
existido y existirán. No sólo las ya mencionadas, sino miles y miles a lo largo
de la Historia: desde la muerte de Jesucristo a la de Carrero Blanco, de la de
Julio César a la de Kennedy, de la Revolución Francesa a la Transición
española, de la Revolución de Octubre al 23-F… ¿Cómo se pueden explicar la
mayoría de los acontecimientos históricos si no es porque hubo una conspiración
que los provocó o realizó? Descartar las conspiraciones como causa o detonante
de gran parte (si no de la mayoría) de los acontecimientos históricos
importantes es sencillamente estúpido. Una evidente negación de la realidad impropia
de personas inteligentes y bien formadas.
Por otro lado, también hay quienes -en
el otro extremo- desconfían de todo y piensan que nada hay bueno ni sano en
ninguna institución u organización; que todo en la vida y en la Historia son
conspiraciones (haya o no razones para sospechar), todo son mafias (con razón o
sin ella), todo son crímenes y tramas ocultas… Cuando la conspiración pasa a
explicarlo todo, aunque no haya razón alguna que lo justifique, se pasa del
análisis realista a la exageración irracional e incluso a la posible enfermedad
mental, a la “paranoia” o, como se suele decir en estos tiempos, la “conspiranoia”.
Tampoco esta postura es propia de personas razonables y equilibradas.
Hay quienes piensan que las
multinacionales farmacéuticas son una especie de ONG que sólo buscan nuestro
bien, que la OMS es una entidad independiente que sólo vela por nuestra salud y
no está influida ni por esas multinacionales farmacéuticas ni por quienes donan
cifras millonarias de dinero para su funcionamiento, que el Gobierno dice la
verdad en todo lo que se refiere a la COVID-19 y que debemos confiar en todas
esas entidades e instituciones sin dudar de nada. Pues muy bien: que confíen y
hagan lo que quieran con ellos, pero que respeten a los que desconfiamos -con
razones, no por obsesiones ni paranoias- de esas entidades e instituciones y no
queremos que nadie nos utilice como “Conejillos de Indias”.
Tan erróneo me parece ignorar las
conspiraciones y caer en el “irenismo” (ahora lo llaman “buenismo”)
como ver conspiraciones por todas partes sin fundamento alguno. Por eso yo
defiendo que ante el Poder hay que mantener una actitud de respeto crítico, de
forma que se acate cuando no haya motivos para sospechar nada malo, pero sin
por ello dejar de mantener un espíritu crítico que, cuando haya motivos de
sospecha, nos permita desconfiar, y si moralmente es necesario, rebelarnos.
Todo ello siempre con racionalidad y sentido común.
¿Y hay motivos para desconfiar de la
OMS, de las multinacionales farmacéuticas y del Gobierno español en la gestión
de la COVID-19? Sinceramente: si después de lo descrito hasta ahora (que sólo
es una mínima parte de todo lo que se podría incluir) el paciente lector cree
que no hay ningún motivo, que todo es digno de confianza, entonces es obvio que
tenemos una forma muy distinta de valorar los mismos datos… Yo desconfío.
Desconfío mucho. Y entre un mal hipotético y un mal cierto, prefiero el
hipotético. Entre mantener un comportamiento prudente, pero sin seguir irracionalmente
todas y cada una de las directrices sobre la COVID-19 del Gobierno (arriesgándome
a enfermar), y maltratar mi cuerpo con mascarillas, encierros y vacunas
experimentales, sinceramente, prefiero lo primero.
Que cada uno haga lo que considere
mejor, pero que nadie imponga a otros su particular visión de lo que es mejor.
Yo sé lo que es mejor para mí y quiero decidirlo yo; asumo el riesgo de
equivocarme y quiero que se me respete igual que yo respeto a los que se
quieran enmascarar a todas horas, encerrar y vacunar. No soy un inconsciente ni
un insolidario por ello. Mi desconfianza está fundada racionalmente (basta
releer los párrafos anteriores para entenderlo) y no es precisamente solidario
-aunque él crea lo contrario- quien quiera imponerme sus criterios particulares,
con encierros abusivos, mascarillas en todo lugar e incluso inoculando a la
fuerza sustancias químicas en mi cuerpo (por ejemplo, vacunas no deseadas como
esta de la COVID-19 -hay otras que sí me parecen importantes, porque esto no es
un “o todo o nada”-, cuando la vacunación no es ni puede ser legal ni
moralmente obligatoria).
Yo respeto a los demás y, por ello,
exijo que los demás me respeten también de la misma manera. Tengo derecho a
confiar o a desconfiar racionalmente y a disentir de la misma forma sin ser
insultado ni ridiculizado por ello. ¿Tan difícil es de entender para algunos?
SE LLAMA RESPETO.