jueves, 30 de diciembre de 2010

Muy recomendable artículo de Patria Sindicalista


En el número 15 (diciembre de 2010) del periódico falangista "Patria Sindicalista" se publican, nuevamente, muchos artículos de indudable interés. Mis aportaciones escritas a ese magnífico periódico hasta ahora no han sido muchas y se han limitado a la sección sindical (de la que me encargo yo personalmente) y a dos entrevistas, una que hice yo mismo a Ceferino Maestú, y otra que me hizo el propio periódico.

En este último número aparece un magnífico artículo religioso cuya autoría desconozco, pero con el que estoy completamente de acuerdo. Simplemente yo no lo hubiera podido explicar mejor en tan poco espacio, así que me tomo la libertad de reproducirlo en su integridad.

Catolicismo: ¿diálogo o huída?

Podría parecer excesivo —y hasta ridículo— tratar de cuestiones preternaturales en un artículo de carácter político, en un mundo en el que, además, la prioridad de la acción política parece circunscribirse a la consideración de las contingencias temporales. Sin embargo, la psicología diabólica tiene muchísimo que ver con la psicología humana porque la caída humana tiene un origen muy parecido a la gran caída.

Ante todo se trata de un engaño, de una apariencia de bien, que conduce al fracaso. Difícilmente puede una acción pastoral vivificar la vida pública desde la fe si sus presupuestos están viciados. El fracaso de la acción política católica de la segunda mitad del siglo XX demuestra que el hecho de que sus promotores fueran gentes “espirituales”, no garantiza que esa acción esté exenta de error y no de errores cualquiera sino, con frecuencia y sobre todo, de errores espirituales. Como dice Jesucristo, no puede un árbol bueno dar un fruto malo y si lo hace es que el árbol simplemente no es bueno. En contra de esta posición están los recalcitrantes que prefieren el fracaso patente antes que dar marcha atrás en sus “humildes” opiniones.


Con estos mimbres se ha construido la acción política de los católicos desde la segunda guerra mundial hasta la actualidad, siguiendo las sendas de la antropología personalista y la Nueva Cristiandadmaritaniana. Si tuviéramos que hacer alguna observación a los presupuestos de
esta nueva “teología política” debería ser de orden antropológico. La protestantización de la liturgia católica no es un hecho irrelevante sobre el que se pueda “negociar” en aras del bien supremo de la unidad de los cristianos, porque Jesucristo no anuncia unidad si no es en la verdad. Y quien cede en la verdad contraviene a Cristo que ya anunció que la falsedad iba a ser signo de contradicción y de división. Como la liturgia afecta al modo de relacionarse el hombre con Dios no es algo de poca monta que podamos arreglar según nuestras conveniencias.

La protestantización litúrgica ha precedido a la protestantización espiritual del catolicismo y la protestantizaciónespiritual del catolicismo está en la raíz de la secularización del catolicismo político. El primer paso consiste en oponer la Gracia a la Naturaleza y no al pecado, como advierten algunos sectores de la Iglesia. A partir de ahí se produce un cisma entre la política y la moral porque se priva, so pretexto de espiritualidad, a la moral de los instrumentos de combate necesarios para prevalecer sobre sus enemigos. La Iglesia no va a tener cruzados porque ya no los quiere, porque prefiere un rebaño de débiles soberbios que dejan el campo libre a la acción de la maldad. No es la Iglesia de Bernardo de Claraval que llamaba al combate contra la maldad sino una secta de gnósticos encantados de conocerse a sí mismos, incapaces de luchar y morir por Cristo. Son flores de invernadero incapaces de vivir en la selva del mundo porque renuncian a las espinas que les son lícitas a las rosas para defenderse, so pretexto de que así son más santos. Lejos de ser más santos, estos santos lo que hacen es facilitar la acción del enemigo. El primer
paso es afectar espiritualidad refiriéndonos a temas temporales. Jean Ousset en su obra La Acción señala cómo el catolicismo político pretende “humanizar” la acción política oponiendo a la noción de “eficacia” la idea de providencia. La noción de eficacia es un término marxista, superficial, que ignorara la noción de providencia. Al cristiano le bastaría sembrar y el resto, el resultado, depende de la voluntad de Dios. Como Dios puede triunfar con nada, nosotros no hacemos nada. No nos oponemos al enemigo para no incurrir en impureza ritual. De esta forma, transferimos a Dios lo que es nuestra propia responsabilidad. La primera victoria del enemigo es dividir el campo cristiano entre cristianos buenos, espirituales, auténticos que respetan los derechos humanos —es decir, aquellos que dejan el campo libre a la acción de la izquierda en todo lo que le da la gana, desde el aborto a la eutanasia— y, por otro lado, a fanáticos desobedientes —es decir, aquellos que siguiendo la doctrina tradicional de la Iglesia frente a sus enemigos no están dispuestos a dejar el campo libre a los enemigos de Cristo porque se lo pidan unos resbíteros.

Y es que esa piadosa omisión de acción se parece mucho a la tentación del demonio “tírate al abismo porque escrito está que enviará a sus ángeles para que su pie no toque la roca.” Y es que el demonio maneja las escrituras como nadie pero entre pedir ayuda a Dios y tentar a Dios para que Dios haga lo que es nuestra responsabilidad la diferencia no es poca. Y es que en esa separación entre lo espiritual y lo temporal donde se comete el error de creer que lo temporal no afecta a lo espiritual y, por tanto, el hombre puede salvarse por su propia piedad con independencia de lo que haga el Estado. Los católicos han asumido este punto de vista y creen que la impiedad del Estado no les afecta por ser una realidad natural. Sin embargo, desconoce —o finge desconocer— que el hombre, como parte del cuerpo político, es responsable de sus acciones u omisiones. Esa aconfesionalidad que se vende como solución a cambio de paz con losanticlericales está en radical contradicción con la doctrina bíblica, y no porque no haya ámbitos temporales que no puedan tener cierta autonomía.

Los Estados que sacrificaban sus hijos a los demonios eran tan abominables en el Antiguo Testamento como lo son hoy: lo que falta es el valor necesario para la acción consecuente.Determinadas instancias de la Iglesia prefieren jactarse de lo que hubieran hecho de haber nacido en determinada situación para no tener que plantearse lo que tendrían que hacer en la situación actual. Eso tal vez les granjee la amistad de los impíos (lo que ellos llaman el diálogo
con las gentes de buena voluntad) pero tengo serias dudas que les pueda granjear la paz de su conciencia.

(Eiztarigorri)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Nueva cita con la Justicia el día 14 de enero


Pues sí, tengo una nueva cita con la Justicia el día 14 de enero. Cualquiera que no me conozca debe pensar que soy un delincuente habitual, pues no deja de resultar sorprendente que alguien tenga que hacer frente a tantas querellas, demandas y denuncias a lo largo del año.

Pero sí, hay quienes se creen "fumigadores" de plagas ajenas (obviamente ellos no se consideran plaga, aunque lo sean con mucha más razón) y se molestan mucho cuando las cosas no les salen bien y alguien tiene la osadía de ponerles en su sitio, y claro, ya se sabe que si se trata de abogados con mucho tiempo libre, poner querellas y demandas no les supone mucho. No me extraña que la Justicia esté tan saturada como está, retrasándose casos realmente serios e importantes por culpa de tantos casos insustanciales y perdidos de antemano. Pero bueno, las cosas son así y a estas cosas hay que ponerles buena cara.

Al señor Ignacio Toledano, el protagonista sedicente "fumigador" de nuestra historia de hoy, le ha molestado mucho que yo destapara públicamente sus conspiraciones de mal aficionado contra FE-JONS, considerando que hacer públicas sus infantiles -aunque maliciosas- maquinaciones atenta contra su intimidad (sic). ¡¡¡Eso sí que es tener pudor!!!

Pues nada, otro Juez que tendrá que perder una mañana ese día. Yo al menos, aunque no sea precisamente por el hecho de ser funcionario o por mi condición de Delegado Sindical -como algún malicioso pensaría de no mediar la explicación-, tendré el día libre... Bueno, el Ministerio en el que trabajo podrá pasar esa mañana sin mí, jejeje.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Cómo el error del liberalismo socava la fe católica


Es cosa sabida que la Iglesia ha condenado "ex cathedra" el liberalismo desde siempre, por lo que no es de extrañar que la Doctrina Social de la Iglesia haya sido históricamente tan dura con el capitalismo (que no deja de ser la plasmación económica del pensamiento liberal).

Algún amigo, sin duda con toda la buena intención del mundo, me ha querido convencer últimamente de las bondades de ciertos medios de comunicación liberales ("Intereconomía", "Alba", etc.) que se muestran abiertamente católicos (o eso aparentan al menos). Mi respuesta siempre ha sido a misma: en esos medios hay gente muy valiosa y se defienden muchas veces causas nobles (la vida, por ejemplo), pero al mismo tiempo se difunden errores gravísimos que se hacen pasar por católicos: se defiende el capitalismo, el naturalismo religioso, la democracia liberal, etc. Ello hace que mi disgusto con esos medios de comunicación sea mayúsculo, pues su buena labor en ciertos campos se ensombrece de una manera total con la filosofía errónea con la que impregnan casi todo. De los medios de comunicación en general ningún católico espera coherencia doctrinal con su fe, pero de los que presumen de católicos sí se espera eso, por lo que se da por hecho que la correspondencia existe y con ello el daño que producen es finalmente mucho mayor. Nadie espera coherencia con los principios católicos en "El País" o "Cuatro TV", pero sí en "Alba" o "Intereconomía TV", y por eso es tan dañina su línea editorial sin parecerlo a simple vista.

Los oyentes y lectores habituales de esos medios de comunicación se empapan de "liberalismo católico" (contradicción donde las haya) casi sin darse cuenta, y con ello ven alterados sus principios religiosos sin percatarse de ello. ¡Hasta cuando defienden abiertamente a la Iglesia se apoyan en argumentos económicos, humanitarios o artísticos que son absolutamente secundarios y accesorios!

A ellos, a los católicos de buena voluntad que no se dan cuenta de los peligros de ese "liberalismo católico", dedico hoy unos párrafos del magnífico libro -todo un clásico del pensamiento católico del siglo XIX- titulado "El liberalismo es pecado":

"Por lo demás se llaman católicos, porque creen firmemente que el Catolicismo es la única verdadera revelación del Hijo de Dios; pero se llaman católicos liberales o católicos libres, porque juzgan que esta creencia suya no les debe ser impuesta a ellos ni a nadie por otro motivo superior que el de su libre apreciación. De suerte que, sin sentirlo ellos mismos, encuéntranse los tales con que el diablo les ha sustituido arteramente el principio sobrenatural de la fe por el principio naturalista del libre examen. Con lo cual, aunque juzgan tener fe de las verdades cristianas, no tiene tal fe de ellas, sino simple humana convicción, lo cual es esencialmente distinto.

Síguese de ahí que juzgan su inteligencia libre de creer o de no creer, y juzgan asimismo libre la de todos los demás. En la incredulidad, pues, no ven un vicio, o enfermedad, o ceguera voluntaria del entendimiento, y más aún del corazón, sino un acto lícito de la jurisdicción interna de cada uno, tan dueño en eso de creer, como en lo de no admitir creencia alguna. (...) De ahí el respeto sumo con que entienden deben ser tratadas siempre las convicciones ajenas, aun las más opuestas a la verdad revelada; pues para ellos son tan sagradas cuando son erróneas como cuando son verdaderas, ya que todas nacen de un mismo sagrado principio de libertad intelectual. Con lo cual se erige en dogma lo que se llama tolerancia, y se dicta para la polémica católica contra los herejes un nuevo código de leyes, que nunca conocieron en la antigüedad los grandes polemistas del Catolicismo.

Siendo esencialmente naturalista el concepto primario de la fe, síguese de eso que ha de ser naturalista todo el desarrollo de ella en el individuo y en la sociedad. De ahí el apreciar primaria, y a veces casi exclusivamente, a la Iglesia por las ventajas de cultura y de civilización que proporciona a los pueblos; olvidando y casi nunca citando para nada su fin primario sobrenatural, que es la glorificación de Dios y la salvación de las almas. Del cual falso concepto aparecen enfermas varias de las apologías católicas que se escriben en la época presente. De suerte que, para los tales, si el Catolicismo por desdicha hubiese sido causa en algún punto de retraso material para los pueblos, ya no sería verdadera ni laudable en buena lógica tal Religión. Y cuenta que así podría ser, como indudablemente para algunos individuos y familias ha sido ocasión de verdadera material ruina el ser fieles a su Religión, sin que por eso dejase de ser ella cosa muy excelente y divina.

Este criterio es el que dirige la pluma de la mayor parte de los periódicos liberales, que si lamentan la demolición de un templo, sólo saben hacer notar en eso la profanación del arte, si abogan por las ordenes religiosas, no hacen más que ponderar los beneficios que prestaron a las letras; si ensalzan a la Hermana de la Caridad, no es sino en consideración a los humanitarios servicios con que suaviza los horrores de la guerra; si admiran el culto, no es sino en atención a su brillo exterior y poesía; si en la literatura católica respetan las Sagradas Escrituras, es fijándose tan sólo en su majestuosa sublimidad. De este modo de encarecer las cosas católicas únicamente por su grandeza, belleza, utilidad o material excelencia, síguese en recta lógica que merece iguales encarecimientos el error cuando tales condiciones reuniere, como sin duda las reúne aparentemente en más de una ocasión alguno de los falsos cultos.

Hasta a la piedad llega la maléfica acción de este principio naturalista, y la convierte en verdadero pietismo, es decir, en falsificación de la piedad verdadera. Así lo vemos en tantas personas que no buscan en las prácticas devotas más que la emoción, lo cual es puro sensualismo del alma y nada más. Así aparece hoy día en muchas almas enteramente desvirtuado el ascetismo cristiano, que es la purificación del corazón por medio del enfrentamiento de los apetitos. y desconocido el misticismo cristiano, que no es la emoción, ni el interior consuelo, ni otra alguna de esas humanas golosinas, sino la unión con Dios por medio de la sujeción a su voluntad santísima y por medio del amor sobrenatural.

Por eso es Catolicismo liberal, o mejor, Catolicismo falso, gran parte del Catolicismo que se usa hoy entre ciertas personas. No es Catolicismo, es mero Naturalismo, es Racionalismo puro, es Paganismo con lenguaje y formas católicas, si se nos permite la expresión."

Félix Sardá y Salvany, Pbro. – "El liberalismo es pecado" – 1884

¿Qué diría hoy ese magnífico sacerdote, tan catalán como español hasta la médula, de los medios de comunicación "católicos" del siglo XXI? Creo que no es difícil de adivinar, ¿verdad? Pues eso mismo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Ponencia sobre inmigración aprobada por la Asamblea General de FE-JONS y que desarrollará en los próximos meses su Junta Política



Ponencia presentada a la Asamblea General de FE-JONS

Presentada por Jorge Garrido San Román (Vicesecretario General)

(Madrid, a 20-XI-2010)


La inmigración: el enfoque falangista


A modo de introducción


De un tiempo a esta parte se viene observando en la sociedad española una creciente inquietud ante el fenómeno de la inmigración, cada vez más numerosa, que existe en España y que, directa o indirectamente, se ve asociada con fenómenos de inseguridad ciudadana, conflictos religiosos y culturales, problemas laborales, etc.


La inspiración católica de la doctrina nacionalsindicalista debería ser bastante para situar el fenómeno en sus justos términos y evitar cualquier tipo de posicionamiento falangista incorrecto, ya sea por caer en los absurdos complejos de los autodenominados como “progresistas”, como en los mensajes siempre fáciles –y desde luego también falsos, además de poco humanitarios– de los demagogos de extrema derecha que identifican todos los problemas con el inmigrante y creen encontrar la solución mágica a todos ellos con su expulsión de España, olvidando que el inmigrante es el último eslabón de una cadena, la víctima propiciatoria del que es el verdadero problema causante de casi todos los males actuales de la sociedad: el Sistema liberal-capitalista.


Es verdad que siempre habrá personas fácilmente manipulables y especialmente sensibles a suscribir ese mensaje demagógico generado por el propio Sistema para desviar la atención, pero los falangistas no podemos caer en ese juego, y ello básicamente por dos razones: la primera y más importante, por pura convicción ideológica (un falangista jamás puede ser xenófobo –y menos aún racista–, pues eso supondría negar sus propios principios ideológicos); la segunda, por una razón estratégica (la xenofobia la fomenta el propio Sistema para desviar la atención y evitar ser señalado él mismo como el verdadero problema, por lo que seguirle el juego supondría para nosotros caer en su trampa y, a la postre, fortalecer la propio Sistema que combatimos asumiendo el papel de “malos” que él mismo nos asignaría ante la sociedad).


El Sistema intenta por todos los medios asociar a la Falange con la violencia, el fascismo y el racismo, y aunque todo ello sea una gran falsedad que en absoluto se corresponde con la realidad, ese mensaje va calando en la sociedad y no son pocos los españoles que se acercan a nosotros creyendo que representamos precisamente eso.


Si bien es cierto que la actitud de FE-JONS ha sido históricamente siempre clara en contra de cualquier posicionamiento xenófobo o racista, no es menos cierto que el tema de la inmigración, precisamente por no formar parte tradicionalmente del discurso político falangista, ha sido soslayado en exceso, siendo tratado en muy contadas ocasiones. Por ello se hace preciso aprobar una declaración oficial que, basándose en los principios ideológicos del Nacionalsindicalismo, acertadamente consagrados en los actuales Estatutos de FE-JONS, sea tenida de ahora en adelante como la única postura que pueda adoptarse sobre este tema en nombre de Falange Española de las JONS, quedando expresamente prohibida cualquier manifestación que pueda diferir en algo de la presente Ponencia.


La inmigración: el enfoque falangista


Es el asunto de la inmigración uno de los que genera en España más controversia desde los años noventa del pasado siglo XX, y sobre ese asunto es poco habitual encontrar posicionamientos políticos que puedan considerarse razonables, de forma que se cae con demasiada frecuencia en posturas maximalistas: o se ignora el asunto, e incluso se pide una desregulación del mismo, o se ataca al inmigrante con inhumana ferocidad, como si fuera ya de entrada un delincuente o no tuviera una mínima dignidad inviolable.


En materia de inmigración Falange Española de las JONS ha apostado siempre por acabar con los complejos que impiden afrontar su realidad tal cual es, ya sea por falso “progresismo” o por pura lógica “liberal”. Ambas posturas son la cara y la cruz de una misma moneda, la del mundialismo capitalista que necesita la mano de obra barata de la que es la verdadera víctima: el inmigrante. Además de que hay un efecto tremendamente negativo que provoca a nivel mundial y que muchas veces se olvida: la inmigración resta su mejor potencial humano a los países de origen, lo que limita aún más sus ya de por sí escasas posibilidades de desarrollo. La inmigración forzosa, pues, no beneficia a nadie.


Aceptando la idea de que la inmigración voluntaria es en principio buena (no la forzosa, y menos aún para el inmigrante, pues si decide emigrar es por pura necesidad, no por hacer turismo), el exceso –como en todo– puede terminar generando problemas de convivencia en los países receptores, y negar eso es negar la evidencia. Por ello es necesario un mayor control –especialmente en lo que se refiere a las estancias, pues las entradas es difícil controlarlas más de lo que ya se hace– y evitar la imprevisión que hasta ahora ha habido por parte del Gobierno, lo cual es una tremenda irresponsabilidad que hay que reprochar tanto al PP (que generó un problema de grandes dimensiones con su actitud de mirar para otro lado y así permitir una enorme economía sumergida con mano de obra semiesclava que beneficiara a los capitalistas), como a un PSOE que creyó solucionar ese problema humano real regularizando irresponsablemente a todos los inmigrantes ilegales masivamente, creando inevitablemente lo que se llamó “efecto llamada” (con la consecuencia trágica de numerosas muertes al tratar de llegar a España en auténticos viajes suicidas desde África).


Los falangistas defendemos que en materia social y política lo primero son siempre las personas, y por eso rechazamos cualquier mensaje o medida que se olvide de que el inmigrante es, antes que nada, eso: una persona. Por eso condenamos las medidas xenófobas que, con total falta de humanidad y desconociendo los principios básicos de la caridad, algunos proponen. Es falaz el argumento de que ocupan los puestos que no queremos los españoles, como argumentan tantos “progres”, sino más bien los que están mal pagados (lo que supone menor productividad e intensificación del trabajo no cualificado, algo que beneficia al capitalista a corto plazo, sí, pero perjudica a la economía en general al desplazar la producción de alto valor añadido), y precisamente por lo mismo resulta también falso el argumento de que quitan el trabajo a los españoles: el trabajador español simplemente no quiere perder las mínimas condiciones laborales ganadas tras un largo y duro esfuerzo de lucha sindical, mientras que el inmigrante acepta lo que sea dado su estado de necesidad. ¿Acaso no sería más lógico cargar las tintas contra los malos empresarios que ofrecen condiciones y sueldos miserables? ¿No son ellos los verdaderos culpables, en vez del inmigrante que acepta esas condiciones porque no le queda más remedio? Por eso defendemos que para trabajar tengan los mismos derechos y deberes que el resto de trabajadores, algo que en la práctica hoy no sucede y ante lo cual los “sindicatos” oficiales no hacen nada. Y es que aquí el papel de los sindicatos debería ser mucho más combativo, y si no afrontan el problema con la necesaria firmeza es porque para ellos se trata de algo “políticamente incorrecto” dentro de su absurda mentalidad “progre”. Y así nos va, claro…


Algunos denuncian la enorme masa de dinero que los extranjeros envían a sus países de origen, alegando que se trata de remesas que salen de España para invertirse en sus países y no en nuestra economía. Se trata de otro argumento falso por ser, como casi todos los referidos a esta materia, una verdad a medias. Y eso es así por dos razones. La primera es que esas remesas está demostrado que perjudican a los países receptores –subdesarrollados normalmente– más de lo que les benefician, ya que no se invierten generalmente en nada productivo y desincentivan enormemente el trabajo de quienes son mantenidos por esas remesas que les envían sus seres queridos. La segunda razón obedece a un principio básico de la economía: el trabajador siempre aporta más riqueza con su trabajo de lo que recibe en forma de salario, con lo cual el extranjero que trabaja en España jamás enviará más riqueza a su país de la que él ha generado en España con su trabajo, y ello ¡aunque enviara su sueldo íntegro!


En FE-JONS creemos que con la actual Ley de Extranjería, pese a sus muchas imperfecciones (no regula adecuadamente los fraudes de las estancias ilegales tras los viajes por turismo o los matrimonios de conveniencia, por poner dos ejemplos evidentes), debería ser en principio suficiente. Pero claro, siempre que se aplique correctamente, porque lo que pasa es precisamente que no se cumple la ley y por ello luego el mismo Gobierno que hace la vista gorda recurre a las regularizaciones masivas. Es decir, procede a compensar los incumplimientos de la ley regularizando a los incumplidores, y es que claro, una cosa es respetar los derechos que los inmigrantes tienen como personas, y otra muy diferente es que se tenga que regularizar por sistema a todos los que se saltan la ley. La ley está para ser cumplida, y a quienes no la cumplan se les ha de sancionar con toda la naturalidad con que ha de esperarse que proceda cualquier Estado de Derecho. Claro, que en casos como estos uno tiene motivos más que suficientes para dudar de que España sea realmente un Estado de Derecho.


Luego está el espinoso tema de la delincuencia relacionada con los inmigrantes. Pues bien, los falangistas nos negamos por principio a identificar inmigración con delincuencia (aunque la situación de irregularidad muchas veces aboque a ella), pero ciertamente tampoco podemos negar la existencia de delincuentes y mafias extranjeras que han de ser perseguidas con firmeza. Ningún delincuente extranjero debe ser admitido en España, y por desgracia nuestra patria es actualmente el paraíso de todos los delincuentes internacionales: no se controla apenas la estancia de los extranjeros y las leyes penales son simplemente risibles (te pueden detener cientos de veces que no sólo no te pasa nada, sino que incluso tu detención puede servir como prueba de estancia en España a la hora de proceder a la regularización, como ya ha pasado en más de una ocasión). Vamos, que así da gusto delinquir en España…


Defendemos que todas las personas sean tratadas en materia social según sus necesidades, y por eso rechazamos tanto los tratos de privilegio hacia los inmigrantes, como las discriminaciones hacia ellos al amparo de mitos falsos como el de que no pagan impuestos (la ilegalidad supone más fraude, es cierto, pero de los cada vez más cuantiosos impuestos indirectos no se libra nadie; así, según los datos disponibles y redondeando, un inmigrante defraudador recibe de media 2€ en ayudas sociales por cada 3€ que aporta en impuestos indirectos, mientras los que no defraudan reciben 1€ por cada 3€ que aportan).


Finalmente, existe el problema del choque cultural, y por ello proponemos dos medidas. La primera es la de dar preferencia a los inmigrantes que comparten en lo esencial nuestra misma cultura frente a quienes traen concepciones más conflictivas, como es el caso de los musulmanes. Y es que, como es obvio, siempre resultará más sencillo integrar a un hispanoamericano –hermanado con España por la historia, por el idioma y por la religión, y ojalá que también por el futuro– que a un magrebí. La segunda, sin duda la más importante, será la de revitalizar nuestra propia cultura, ya que nuestro verdadero problema de identidad es que como nación hemos renunciado a nuestra historia, a nuestra religión, a nuestra concepción católica del mundo, y todo ello lo hemos sustituido por los falsos valores de la modernidad: liberalismo, materialismo, laicismo, relativismo, antropocentrismo… Así cualquiera que viene a España con unos valores más o menos firmes necesariamente choca con nuestra vaciedad cultural y nuestra falta de convicciones, algo que no le estimula precisamente a adaptarse, sino más bien a reafirmarse en sus valores y creencias. ¿Cómo vamos a pretender que se integre nadie en nuestra patética pseudocultura –o contracultura más bien– actual, mera sucursal de esa “cultura mundialista” de las películas de Hollywood, de los MacDonals y de los pantalones vaqueros? ¿Acaso creemos nosotros mismos en ella? Sin un plan serio de revitalización cultural de España según su propia identidad, el argumento de la escasa integración de los inmigrantes queda cojo.


Y es que a fin de cuentas el problema, el verdadero problema que la inmigración pone en evidencia, es el de la decadencia del proyecto histórico de España como nación. Devolvamos a España la fe en sí misma, en su proyecto histórico, en su misión en el mundo y en su propia cultura, y a buen seguro que casi todos los problemas nacionales, incluidos los que se asocian a la inmigración, se resolverán casi por sí mismos.


Fdo.: Jorge Garrido San Román

jueves, 9 de diciembre de 2010

Se abrió la ventana y entró el vendaval...


No era difícil prever las consecuencias de las confusas palabras del Santo Padre acerca del uso del preservativo. Cuando se pasa de los mensajes claros a los confusos, el abuso encuentra asideros donde justificarse, y como ejemplo tenemos estos días lo sucedido en la Diócesis de Goiás (Brasil), donde se aceptó participar en una campaña contra el Sida que incluía la promoción del preservativo en las propias dependencias religiosas...

Las protestas de los fieles contra el Obispo no se hicieron esperar, y ante ello el Rector de la Catedral -de quien, por muchas barbaridades que diga, nadie duda de su perfecta comunión con el Papa- no ha tardado en responder con contundencia: se trata de ataques de "conservadores y de ideología tridentina, contraria a las definiciones del Concilio Vaticano II" (sic) que no entienden que la Iglesia ahora defiende "en la prevención del VIH la distribución de preservativos como una forma de humanización de la sexualidad".

Como lo oyen. Y se ha quedado más ancho que largo.

Eso es lo que pasa cuando se abre alegremente una ventana: que se nos cuela el vendaval...

Quien desee leer la respuesta completa, con esas frases en su contexto, puede hacerlo en el siguiente enlace: http://radiocristiandad.wordpress.com/2010/12/09/respuesta-del-parroco-de-goias-sobre-la-decoracion-pro-preservativos/

domingo, 28 de noviembre de 2010

A vueltas con el libro del Papa: un injusto ataque a Ms. Williamson y a la HSSPX


Del nuevo libro-entrevista de Su Santidad Benedicto XVI que acaba de ser publicado, "Luz del mundo", hay dos temas que me han dolido especialmente. El primero de ellos, y sin duda el más importante por las implicaciones morales que tiene, es el de su condescendencia para con el uso del preservativo en determinados casos. Como de este asunto ya he tratado largo y tendido en mi blog, no voy a añadir nada más.

El otro tema que toca de una manera que me ha dolido especialmente, es el referido a Monseñor Williamson y la Hermandad Sacerdotal San Pío X. Dice el Santo Padre en el libro de marras que, de haber conocido previamente las opiniones de Ms. Williamson sobre el genocidio judío durante la II Guerra Mundial, no habría levantado las excomuniones de los obispos de la HSSPX. Es más, en cierto momento llega a hacer la tremenda afirmación de que Ms. Williamson en realidad jamás ha pertenecido a la Iglesia Católica oficial porque se convirtió del anglicanismo a la citada HSSPX.

Esas afirmaciones del Papa me producen una inmensa tristeza porque me parecen injustas y porque creo que faltan a la verdad. Me duele mucho decir esto del Vicario de Cristo, pero cuando trata de asuntos que no son de fe o moral y fuera de "cathedra", el Santo Padre puede equivocarse como cualquier ser mortal. No obstante voy a justificar mis afirmaciones.


1º Dice el Papa que de haber sabido que Ms. Williamson pensaba lo que pensaba del genocidio judío, no hubiera levantado las excomuniones de los obispos de la HSSPX.

Yo pensaba que las excomuniones se decretaban o levantaban por cuestiones religiosas (doctrinales o disciplinarias), no por opiniones sobre asuntos históricos... Yo creo que el genocidio judío fue más numeroso de lo que opina Ms. Williamson, quien lo redujo a una cifra de unas 300.000 víctimas y que yo, personalmente, creo que habría que elevar por encima del millón; en cualquier caso la cifra "oficial" de los 6 millones me parece insostenible históricamente hablando, lo cual no justifica ningún crimen, ni la equivocación de Ms. Williamson al hablar de un tema controvertido ajeno a su ministerio (algo que yo mismo dije desde el primer día en mi blog), ni menos aún justifica la imposición o el no levantamiento de una excomunión.

Es más, ¿cómo puede decir el Santo Padre que no habría levantado las excomuniones a los demás obispos a causa de las opiniones históricas de uno de ellos? Quisiera ver las palabras textuales para comprobar si, como parece, habla del decreto de levantamiento en general o sólo del caso de Ms. Williamson, pues ¿acaso son responsables todos de las opiniones históricas de uno solo? ¿No merecía la nulidad de la excomunión Ms. Lefebvre por ese motivo, cuando él siempre criticó el Nacionalsocialismo y cuando incluso su padre murió en un campo de concentración nazi?

Las palabras del Santo Padre sobre este tema son tremendamente injustas y están muy alejadas del espíritu de paternal comprensión y perdón que durante décadas, con un criterio más discutible, las jerarquías de la Iglesia Católica han dispensado a no pocos eclesiásticos que han hecho manifestaciones heréticas o han cometido tremendos abusos con menores que, esos sí, verdaderamente clamaban al Cielo. ¿Por qué a unos se les trata con tanta consideración y a otros se les lapida públicamente por mucho menos? ¿Acaso Ms. Williamson ha caído en la herejía o ha abusado de algún niño? Quizá en alguno de esos casos se le habría tratado con más magnanimidad, no lo sé...


2º Dice el Santo Padre en su libro que Ms. Williamson en realidad jamás ha pertenecido a la Iglesia Católica oficial porque se convirtió del anglicanismo a la citada HSSPX.

Aquí el problema es incluso más grave, pues el Papa dice algo que es falso y él lo sabe. Para empezar, Ms. Williamson se convirtió del anglicanismo a la Iglesia católica antes de ingresar en la HSSPX. No obstante, admitiendo que el Papa pueda desconocer ese dato, lo que sí sabe perfectamente es que la HSSPX estuvo oficialmente aprobada y reconocida por las autoridades de la Iglesia (Diócesis de Friburgo) durante los primeros años de su existencia, justo cuando Ms. Williamson ingresó en ella. Aún hoy es discutible su reconocimiento (el recurso que interpuso Ms. Lefebvre a la decisión de revocar la autorización se paralizó y aún hoy sigue sin haber sido tramitado legalmente....), pero lo que no es discutible es que en esos años no había ningún conflicto legal con la HSSPX y su situación dentro de la Iglesia era totalmente regular.

¿No sabe eso el Santo Padre? Podría no saberlo, dirán algunos, pero eso no resulta creíble si tenemos en cuenta que fue precisamente el entonces Cardenal Ratzinger el que, en nombre de Juan Pablo II, se encargó de los contactos, negociaciones y acuerdos con Ms. Lefebvre y la HSSPX en la década de los 80... Es decir, el Santo Padre es uno de los que mejor conoce estas cosas. Por ello creo que puede decirse, sin por ello hacer un juicio temerario, que el Papa en este tema ha faltado a la verdad, y no sólo a la caridad con un hermano suyo en el episcopado (lo cual ya sí entraría en el juicio de valor).

Pero voy más allá: de las palabras del Papa, ¿hay que entender que la HSSPX no es católica? Quienes seguimos a la HSSPX, ¿no somos católicos? Quien ha nacido y se ha bautizado en una iglesia de la HSSPX, ¿no está dentro de la Iglesia Católica? ¿Qué sentido tuvo entonces el levantamiento de las excomuniones a unos obispos que, entonces y según ese razonamiento, realmente no serían obispos católicos? Es más, ¿por qué existe en el Vaticano una Comisión Pontificia "Ecclesia Dei" que se encarga de los grupos tradicionalistas en general y de la HSSPX en particular? ¿Qué sentido tiene entonces la comisión teológica que actualmente está desarrollando una serie de discusiones doctrinales sobre el Concilio Vaticano II en Roma y en la que participan no sólo miembros de la Curia, sino también destacados teólogos de la HSSPX, encabezados por el obispo español Ms. Alfonso de Galarreta, a quien se supone que posiblemente no se le habría levantado tampoco la excomunión a causa de las opiniones históricas de Ms. Williamson? ¿Acaso se hacen comisiones de este nivel con grupos no católicos?

Eso sí, el "catolicismo" de los presuntos teólogos que dicen tantas barbaridades a diario, intentando hacerlas pasar por católicas, no lo discute nadie... Sólo quienes se mantienen fieles a la Tradición sufren la dureza de la acusación y estigmatización.

Lo reconozco: las palabras del Papa me han dolido profundamente. Creo que son injustas, poco afortunadas, escasamente caritativas -por no decir otra cosa- y hasta faltan a la verdad en cierto punto.

Hoy más que nunca, es necesario rezar por el Papa, por nuestro Papa.

Nota de la HSSPX sobre las declaraciones del Santo Padre sobre los preservativos


Nota sobre los conceptos de Benedicto XVI acerca del uso del preservativo

11-27-2010 Original de DICI

En un libro-entrevista intitulado Luz del mundo, publicado en alemán y en italiano el 23 de noviembre de 201, Benedicto XVI admite, por primera vez, el uso del preservativo “en ciertos casos”, “a fin de reducir el riesgo de infección” del virus del SIDA. Estas afirmaciones erróneas precisan ser aclaradas y rectificadas porque sus efectos desastrosos ––que una campaña mediática no ha dudado en explotar–– generan escándalo e indignación entre los fieles.


1. Lo que dijo Benedicto XVI

A la pregunta “¿La Iglesia católica no está fundamentalmente contra del uso del preservativo?”, el Papa, conforme a la versión original en alemán, responde: “En ciertos casos, cuando la intención apunta a reducir el riesgo de infección, eso puede incluso convertirse en un primer paso, en vistas de una sexualidad más humana, vivida de otra manera”.

Para ilustrar sus palabras, el Papa da un único ejemplo: el de un “hombre prostituto”. Considera que en este caso particular puede convertirse en “un primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad, que permite volver a tomar conciencia de que no todo está permitido y que no puede hacerse todo lo que uno quiere”.

Por ende, se trata del caso de una persona que, cometiendo un acto contra natura y por fines venales, tendría la preocupación, además, de no infectar mortalmente a su cliente.


2. Lo que Benedicto XVI quiso decir, según su portavoz

Las declaraciones del Papa fueron recibidas por los medios de comunicación y por los activistas de la contracepción como una “revolución”, como un “punto de inflexión”, o al menos como una “brecha” en la enseñanza moral constante de la Iglesia en punto al uso de medios contraceptivos. Por eso el Padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, publicó una nota explicativa el 21 de noviembre donde se lee: “Benedicto XVI considera una situación excepcional en la que el ejercicio de la sexualidad representa un verdadero riesgo par la vida del otro. En ese caso, el Papa no justifica moralmente el ejercicio desordenado de la sexualidad, pero considera que la utilización del preservativo para disminuir el peligro de contagio es ‘un primer acto de responsabilidad’, ‘un primer paso en el camino hacia una sexualidad más humana’, en lugar de no utilizarlo, poniendo en riesgo la vida de la otra persona”.

Para ser exactos, cabe señalar aquí que el Papa habla no sólo de un “primer acto de responsabilidad” sino también de un “primer paso hacia la moralización”. En este mismo sentido, el Cardenal Georges Cottier, que fue teólogo de la Casa Pontificia bajo Juan Pablo II y en los inicios del pontificado de Benedicto XVI, en una entrevista a la agencia Apcom el 31 de enero de 2005 afirmó que “en situaciones particulares, y pienso en medios donde circula la droga, o hay una gran promiscuidad humana y mucha miseria, como ocurre en algunas zonas de África y Asia, en esos casos, el uso del condón puede ser considerado como legítimo”.

La legitimidad del uso del preservativo como un paso, en algunos casos, hacia la moralización: he allí el problema planteado por las declaraciones del Papa en Luz del mundo.


3. Lo que Benedicto XVI no dijo y que sus predecesores han dicho siempre

“Ninguna ‘indicación’ o necesidad puede transformar una acción intrínsecamente inmoral en un acto moral y lícito” (Pío XII, Alocución a las parteras, 29 de octubre de 1951).“Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza” (Pío XI, Encíclica Casti Connubii).

Ahora bien, el uso del preservativo es contrario a la naturaleza, ya que desvía el acto humano de su fin natural. Por tanto, su uso es siempre inmoral






A la pregunta clara del periodista “¿La Iglesia católica no está fundamentalmente contra del uso del preservativo?”, el Papa responde apelando a una situación excepcional y no menciona que la Iglesia siempre se ha opuesto fundamentalmente a uso del preservativo.

Que el uso del preservativo es una acción intrínsecamente mala y materia de pecado moral, es un punto constante en la enseñanza tradicional de la Iglesia. Así, por ejemplo, en Pío XI y en Pío XII, e incluso en el pensamiento de Benedicto XVI, que responde al periodista que lo interroga: “Obviamente la Iglesia no considera que el preservativo sea una solución real ni moral”; con todo, el Papa lo avala “en ciertos casos”. Esto, no obstante, es inaceptable en términos de la fe: “Ningún motivo ––enseña Pío XI en Casti Conubii (II, 2) ––, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza”. Pío XII lo recuerda en su Alocución a las parteras del 29 de octubre de 1951: “Ninguna ‘indicación’ o necesidad puede transformar una acción intrínsecamente inmoral en un acto moral y lícito”. Es lo que ya San Pablo afirmaba: “No hemos de hacer nosotros un mal, a fin de que él resulte un bien” (Rom. 3, 8).

Benedicto XVI parece abordar el caso de este prostituto según los principios de la “moral de gradualidad”, que permite la comisión de ciertos delitos menos graves en aras de encauzar progresivamente a los autores de delitos extremos. Es evidente que estos delitos menores no son buenos; pero el hecho de que se inscriban en el camino hacia la virtud los transformaría en lícitos. Ahora bien, esta idea es un grave error ya que el mal, por pequeño que sea, sigue siendo un mal, independientemente del signo de mejoría que indiquen. “En verdad ––afirma Pablo VI en Humanae vitae (nº 14)––, si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien (cf. Rom. 3,14), es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social”.

Tolerar un mal menor no equivale a convertirlo en “legítimo”, ni a inscribirlo en un proceso de “moralización”. En Humanae vitae (nº 14) se recuerda que “es por tanto un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda”. En el mismo sentido, hay que decir que es un error sugerir la idea de que el preservativo, que en sí mismo es deshonesto, pueda ser cohonestado por el esperado encauzamiento hacia la virtud del prostituto que lo utiliza.

A diferencia de un tratamiento que implicaría el paso de un pecado “más grave” a un pecado “menos grave”, la enseñanza del Evangelio, lejos de decir “Vete y peca menos”, afirma claramente “Vete y ya no vuelvas a pecar” (Jn. 8, 11).


4. Lo que los católicos precisan escuchar de boca del Papa

No hay duda que un libro-entrevista no puede ser considerado un acto de magisterio, máxime si se aparta de lo que ha sido enseñado de manera definitiva e invariable. Tampoco la hay en punto a que los médicos y los farmecéuticos, que valientemente se niegan a prescribir o vender preservativos y anticonceptivos por fidelidad a la fe y a la moral católicas, y en general, todas las familias numerosas que adhieren a la Tradición, tienen la imperiosa necesidad de escuchar que la enseñanza perenne de la Iglesia no cambia con el paso del tiempo. Todos ellos esperan que se recuerde firmemente que la naturaleza humana, y la ley natural inscrita en ella, es universal.

En el libro Luz del mundo se encuentra un pasaje que relativiza la enseñanza de Humanae vitae. En él se designa a los que la siguen fielmente como “minorías profundamente convencidas” , que ofrecen a los demás “un modelo fascinante a practicar”, como si la encíclica de Pablo VI estableciese un ideal prácticamente imposible de alcanzar, de lo cual ya se ha convencido la inmensa mayoría de los obispos para justificar la colocación de esta doctrina bajo el celemín ––es decir, precisamente allí donde Cristo nos prohíbe colocar la “luz del mundo” (Mt. 5, 14).

¿Acaso esta exigencia evangélica estaría destinada, por desgracia, a convertirse en la excepción que confirma la regla del mundo hedonista en el que vivimos? Un mundo al cual el cristiano no debe conformarse (cf. Rom. 12, 2) sino al que debe transformar como “la levadura en la masa” (cf. Mt. 13, 33) y al cual debe dar el gusto de la Sabiduría divina como “la sal de la tierra” (Mt. 5, 13).

sábado, 27 de noviembre de 2010

ATENCIÓN: picapleitos suelto busca enredar


Picapleitos: dícese del abogado enredador y rutinario (según la RAE). Pues bien, ¿no entra dentro de la definición aquél letrado que, sin ser de FE-JONS intenta como sea afiliarse de rondón para ver si luego puede pleitear lo que haga falta desde dentro?

A mis amigos y camaradas les pongo un ejemplo típico de picapleitos que, desde hace casi dos años y hasta hoy mismo, intenta infructuosamente fastidiar y enredar sin que nadie le haga el menor caso (aunque hay que reconocer su insistencia), mandando mensajes a todo el que pasa por ahí. A todos ellos aconsejo no hacerle el menor caso para que siga perdiendo el tiempo como hasta ahora.

Por cierto, por si piensa ponerme alguna nueva demanda, aviso a todos que la palabra "picapleitos" no la utilizo como insulto, sino únicamente en esa acepción meramente descriptiva de comportamientos como los de este sujeto.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Aniversario de Lope de Vega


Ayer, 25 de noviembre, se celebró el aniversario del genial escritor Félix Lope de Vega, que coincide este año con el IV Centenario de su Casa-Museo en Madrid.

Sirva esta modesta reseña de homenaje al "Fénix de los ingenios" (autor nada menos que de unos 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas didácticos, y unas 1.800 comedias), y también autor de este magnífico poema cuya atenta lectura recomiendo:

A mis soledades voy

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácimente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en otro tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

Sólo sé que no sé nada,
dixo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del jüicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más
otros por cartas de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Dixo Dios que comería
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento,

y algunos inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrina como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo,
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños!

Fea pintan a la envidia,
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones, ni pleitos.

Ni mumuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, afirmaron
parabién, ni pascua dieron.

Con esta envidia que digo
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.

Lope de Vega

lunes, 22 de noviembre de 2010

Inexplicable


No he querido hablar hasta ahora de las palabras del Santo Padre en las que, según la prensa, había manifestado ser partidario del uso del preservativo en determinados casos. Quería esperar a ver si la Oficina de Prensa del Vaticano emitía alguna rectificación, y mi sorpresa ante tal comunicado (reproduzco el texto de Zenit.org) es tanta -si no mayor- como la que me produjo la noticia. Se hacen algunas matizaciones importantes, es cierto, pero se confirma lo esencial de la noticia:

Nota vaticana sobre las palabras del Papa y el preservativo

Comunicado del padre Federico Lombardi sobre la contribución de Benedicto XVI al debate

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 21 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la nota que ha emitido este domingo el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, para comentar las palabras de Benedicto XVI sobre el preservativo en el libro-entrevista "Luz del mundo" que comenzará a distribuirse este martes. Este sábado, un pasaje de estas declaraciones había sido distribuido por "L'Osservatore Romano", acaparando un enorme interés entre medios de comunicación de todo el mundo.

* * *

Al final del capítulo décimo del libro "Luz del mundo", el Papa responde a dos preguntas sobre la lucha contra el sida y el uso del preservativo, preguntas que se remontan a la discusión que siguió a las palabras pronunciadas por el Papa sobre este tema en su viaje a África, en 2009.

El Papa confirma con claridad que en esa ocasión no había querido tomar posición sobre el problema de los preservativos en general, sino que había querido afirmar con fuerza que el problema del sida no se puede resolver únicamente con la distribución de preservativos, pues es necesario hacer mucho más: prevenir, educar, ayudar, aconsejar, estar junto a las personas, ya sea para que no se enfermen, ya sea porque se han enfermado.

El Papa observa que también en el ámbito no eclesial se ha desarrollado una conciencia análoga, como lo demuestra la llamada teoría "ABC" (abstinence, be faithful, condom), en la que los dos primeros elementos (abstinencia y fidelidad) son mucho más determinantes y fundamentales para la lucha contra el sida, mientras que el preservativo se presenta en última instancia como una escapatoria, cuando faltan los otros dos elementos. Por tanto, debe quedar claro que el preservativo no es la solución del problema.

El Papa amplía después su mirada e insiste en el hecho de que concentrarse únicamente en el preservativo significa banalizar la sexualidad, que pierde su significado como expresión de amor entre personas y se convierte en una "droga". Luchar contra la banalización de la sexualidad es "parte del gran esfuerzo para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda ejercer su efecto positivo en el ser humano en su totalidad".

A la luz de esta visión amplia y profunda de la sexualidad humana y de su problemática actual, el Papa reafirma que "naturalmente la Iglesia no considera los preservativos como la solución auténtica y moral" al problema del sida.

De este modo, el Papa no reforma o cambia la enseñanza de la Iglesia, sino que la reafirma, poniéndose en la perspectiva del valor y de la dignidad de la sexualidad humana, como expresión de amor y responsabilidad.

Al mismo tiempo, el Papa considera una situación excepcional en la que el ejercicio de la sexualidad representa un verdadero riesgo par la vida del otro. En ese caso, el Papa no justifica moralmente el ejercicio desordenado de la sexualidad, pero considera que la utilización del preservativo para disminuir el peligro de contagio es "un primer acto de responsabilidad", "un primer paso en el camino hacia una sexualidad más humana", en lugar de no utilizarlo, poniendo en riesgo la vida de la otra persona. En este sentido, el razonamiento del Papa no puede ser definido como un cambio revolucionario.

Numerosos teólogos moralistas y autorizadas personalidades eclesiásticas han afirmado y afirman posiciones análogas; sin embargo, es verdad que no las habíamos escuchado aún con tanta claridad de los labios de un Papa, si bien de una manera coloquial y no magisterial.

Benedicto XVI nos da, por tanto, con valentía, una contribución importante para aclarar y profundizar una cuestión debatida desde hace tiempo. Es una contribución original, pues por una parte mantiene la fidelidad a los principios morales y demuestra lucidez a la hora de rechazar un camino ilusorio, como la "confianza en el preservativo"; por otra parte, manifiesta sin embargo una visión comprensiva y de amplias miras, atenta para descubrir los pequeños pasos --aunque sean sólo iniciales y todavía confusos-- de una humanidad espiritual y culturalmente con frecuencia muy pobre hacia un ejercicio más humano y responsable de la sexualidad.

[Traducción del original italiano por Jesús Colina]


Sinceramente, no lo comprendo. Si la Iglesia condena magisterialmente el uso del preservativo en todo caso, ¿cómo puede decir el Santo Padre que considera que la utilización del preservativo para disminuir el peligro de contagio es "un primer acto de responsabilidad", "un primer paso en el camino hacia una sexualidad más humana"? ¿Y qué hay de la finalidad del sexo según la moral católica? ¿Lo más importante es sólo la responsabilidad y una sexualidad más humana? ¿Acaso no pinta nada Dios en todo esto?

Como Vicario de Cristo que es, el Papa merece todo mi respeto y consideración, pero esas palabras (que por supuesto no son magisteriales) me parecen sencillamente escandalosas. Esa nunca ha sido la doctrina de la Iglesia sobre la materia, y las palabras del Santo Padre no sólo contradicen el magisterio -por mucho que se quiera hacer creer que no con una nota aclaratoria que, salvo ciertas matizaciones, esencialmente confirma las palabras del Papa-, sino que confunden gravemente a los fieles.

Uno puede pecar o no, la debilidad humana es así, pero lo que nunca puede hacer es decir que el pecado no es tal o que puede estar de alguna manera justificado, aunque sea en algunos casos.

Sinceramente, no entiendo nada... Bueno, sí lo entiendo: el modernismo lo invade todo y al final muchas veces se acaba pensando más en agradar al mundo con unas palabras "comprensivas" (que no nos miren mal) que en defender la Verdad con la claridad y rotundidad que hay que hacerlo.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Breve, claro, conciso y esclarecedor artículo de Deolavide sobre la falange y el laicismo.


Publica "Deolavide" en su magnífico blog un artículo breve, claro, conciso y esclarecedor sobre el laicismo y la Falange que, por su indudable interés para la mayoría de los lectores de mi blog, reproduzco a continuación:

¿Es laicista la Falange?

La cuestión del laicismo es una constante fuente de controversia entre falangistas. Lo cierto es que no he entendido nunca la razón de ello, por cuanto la posición de Falange en este tema está meridianamente clara desde el primer momento.

Tal vez se deba esta controversia a una cierta ofuscación que trae causa de un mal entendimiento de los conceptos laico y seglar.

Laicismo hace referencia a una actitud o modo de actuar aconfesional, al margen de cualquier confesión religiosa. Estado laico es aquel que se declara ajeno a toda confesión religiosa, que no admite de ninguna confesión religiosa influencia de ningún tipo; ni institucional o funcional, ni filosófica o ideológica.

El Estado laico es así un Estado que se justifica en sí mismo, en los valores que afirma por sí propio, en su propia “voluntad”, sin referencia ni sometimiento a ninguna instancia superior. Es, en este sentido, el paradigma del Estado “totalitarista”. Cabalmente, es el Estado vigente, típico del “occidente moderno”. La “modernidad” consiste cabalmente en esto, en la negación de todo sometimiento a una instancia superior que no sea la expresión de la propia voluntad, que sin referencia a una categoría permanente deriva inexorablemente a mero capricho.

El concepto de seglar hace referencia a lo ajeno a lo eclesiástico o monacal. A lo realizado por seglares, es decir, por no religiosos. Pero tal concepto no conlleva la negación de la influencia religiosa, de los valores propios de la religión, en ese quehacer secular, civil.

Estos conceptos los tiene perfectamente claros José Antonio (y con él deberíamos tenerlo todos los falangistas) por cuanto, estableciendo una clara separación funcional entre Iglesia y Estado, sin que se admitan injerencias recíprocas en sus correspondientes ámbitos; en primer lugar proclama incontrovertiblemente como verdadera la interpretación católica de la vida, además de ser históricamente la española y en segundo lugar incorpora como propio del Estado nacional el sentido católico de la existencia (“toda construcción de España ha de tener un sentido católico”).

Por tanto, el enfoque joseantoniano (falangista) de las relaciones Iglesia – Estado no es laicista por cuanto no prescinde del sentido religioso (católico, por ser el verdadero y el español) en la tarea de construcción de España (que es la tarea del Estado) y siendo de este modo “confesional” no es “clerical” (ni “anticlerical”), por cuanto reserva la tarea política a los seglares, es decir, a la sociedad civil.

El enfoque joseantoniano es bien distinto al de los “partidos confesionales”, puesto que estos fueron instrumentos de la jerarquía eclesiástica para influir en la política. Eran, en definitiva, más que “confesionales”, partidos “clericales”.

Independientemente de todo esto, no se nos debe escapar la extraordinaria importancia que en el orden ideológico tiene la afirmación joseantoniana de catolicidad, por cuanto constituye una referencia moral incontrovertible sobre la que se levanta y justifica todo el edificio ideológico joseantoniano. El sentido católico de la existencia aporta al edificio ideológico de Falange la permanente referencia moral. Constituye el marco moral en que se justifica, impidiendo la deriva totalitaria propia de todos los regímenes surgidos de la “modernidad”, caracterizados todos ellos (también los tenidos por liberales) por justificarse en sí mismos, en su propia voluntad, sin referencia moral superior alguna.