Más de uno se ha sorpendido de mis opiniones sobre Oriente Medio, y especialmente de mis reiteradas muestras de apoyo a determinados regímenes cuando han sido agredidos: Iraq, Libia, Túnez, Egipto, Yemen y ahora Siria. ¿Acaso no se trata de regímenes que dejan mucho que desear? ¿No es mejor que caigan esos regímenes?
A la primera pregunta no puedo dejar de reconocer que sí, que eran y son regímenes poco defendibles en muchos aspectos. Yo soy falangista y esos regímenes no lo eran, sin duda (aunque las ideas del Partido Baaz y de la Yamahiriya en sus inicios no estaban tan alejadas de nuestro Nacionalsindicalismo como algunos creen), pero es que los países y grupos terroristas que han derribado y pretenden derribar a esos regímenes son mucho peores que ellos sin duda alguna. Y ¡esa es la clave! Se trataba de regímenes mucho menos malos que los que les rodeaban, socialmente más avanzados, religiosamente más moderados y protectores de las minorías cristianas, culturalmente más respetuosos con otras culturas y con los derechos de las mujeres, más próximos a Occidente, etc. 
¿En qué beneficia la caída de esos regímenes? En nada. Caen para ceder su lugar a los islamistas radicales -incluidos los de Al Qaeda- y para consolidar la hegemonía de Israel y EEUU en la zona. Así de claro. ¿Cómo voy a ver eso como una liberación de dichos países? 
Y no sólo eso: con ello se están sentando las bases para una futura guerra de civilizaciones, ya que el capitalismo está pasando por una crisis tremenda de la que sólo cree poder salir con una buena guerra reactivadora de la economía. Y claro, los islamistas son un enemigo cómodo, mucho más que China y Rusia, pues se trata de un enemigo duro y peleón, sí, pero que no puede ganar una confrontación de este tipo por no disponer de tecnología e industria militar como para afontarla con una mínima solvencia.
Y no sólo eso: con ello se están sentando las bases para una futura guerra de civilizaciones, ya que el capitalismo está pasando por una crisis tremenda de la que sólo cree poder salir con una buena guerra reactivadora de la economía. Y claro, los islamistas son un enemigo cómodo, mucho más que China y Rusia, pues se trata de un enemigo duro y peleón, sí, pero que no puede ganar una confrontación de este tipo por no disponer de tecnología e industria militar como para afontarla con una mínima solvencia.
¿Acaso no explica esto esa extraña alianza entre EEUU y Al Qaeda? 
Cuando en 1993 Huntington predijo el "choque de civilizaciones" lo que les dejó realmente a los que mandan en el mundo fue más bien un "programa".
Por eso no puedo dejar de mostrar todo mi apoyo al régimen sirio del Partido Baaz, como antes hice con el de Iraq (también baazista) y con el de Libia (la Yamahiriya).
De la página Web del ABC saco la imagen que ilustra este artículo. Son terroristas de Al Qaeda cerca de Alepo (Siria), y la mayoría de ellos están penetrando desde las fronteras con Turquía y Jordania, y sus equipamientos militares denotan que han sido bien financiados desde el exterior de Siria. ¿Cómo puede sostenerse seriamente que enfrentarse a estos terroristas armados y aniquilarlos es un crimen, como falsamente dicen a diario los medios de comunicación del Sistema? Lo mismo dijeron de Saddam Hussein y de Gadaffi cuando combatieron a los rebeldes armados: que asesinaban a su pueblo. Y no digo que no lo hubieran hecho seguramente antes alguna vez (precisamente cuando eran buenos aliados de Occidente), pero precisamente cuando combatían a rebeldes y terroristas no. O ¿acaso un Gobierno no está legitimado para usar la fuerza contra rebeldes armados y terroristas? En ese momento su reacción militar estaba perfectamente justificada, como lo está ahora la del Gobierno de Siria. ¡¡Por supuesto que sí!! ¡¡¡Como si esos rebeldes y terroristas reparieran caramelos y flores!!!
Por su interés reproduzco este interesante artículo de Thierry Meyssan escrito hoy mismo y publicado desde Damasco:
 La batalla de Damasco ha comenzado
Por Thierry Meyssan (23-VII-2012)
Las
 potencias occidentales y los países del Golfo han emprendido la 
operación de guerra secreta más importante que se haya visto desde la de
 los Contras, en Nicaragua. El objetivo de la batalla de Damasco no es 
el derrocamiento del presidente Bachar al-Assad sino quebrar el Ejército
 Árabe Sirio para garantizar la dominación de Israel y Estados Unidos en
 el Medio Oriente. Mientras la ciudad se prepara para un nuevo asalto de
 los mercenarios extranjeros, Thierry Meyssan pasa en revista la 
situación.
Hace
 ya 5 días que Washington y París dieron inicio a la operación «Volcán 
de Damasco y terremoto de Siria». No se trata esta vez de una campaña de
 bombardeos aéreos sino de una operación de guerra secreta comparable a 
desarrollada en Centroamérica en tiempos de la administración Reagan.
Entre 40 y 60.000 Contras,
 principalmente libios, han entrado en el país en varios días, 
esencialmente a través de la frontera jordana. La mayoría están 
vinculados con el Ejército «Sirio» Libre, estructurado bajo las órdenes 
de Turquía para servir de pantalla a las operaciones secretas de la 
OTAN. Algunos son miembros de grupos de fanáticos, entre ellos al-Qaeda,
 creados bajos las órdenes de Qatar y de una facción de la familia real 
de Arabia Saudita: los Sudairis. Se apoderaron a su paso de varios 
puestos fronterizos, antes de llegar a la capital, donde sembraron la 
confusión atacando al azar los objetivos que encontraban a su paso: como
 grupos aislados de policías o de militares.
En
 la mañana del miércoles, una explosión destruyó la sede de la Seguridad
 Nacional, donde se reunían varios miembros del Consejo de Seguridad 
Nacional. La explosión costó la vida al general Daud Rajha, ministro de 
Defensa; al general Assef Chawkat, ministro adjunto; y al general Hassan
 Turkmani, adjunto del vicepresidente de la República. Se desconoce aún 
el modo exacto en que fue realizada la operación. Podría tratarse de un 
atentado suicida o de un ataque realizado con un avión sin piloto.
Washington
 esperaba que la decapitación parcial del aparato militar sirio 
condujese a varios oficiales superiores a desertar con sus tropas, o sea
 a volverse contra el gobierno civil. Pero no ha sido así. El presidente
 Bachar al-Assad firmó inmediatamente las nominaciones de los sucesores 
de los fallecidos, garantizando así a la perfección la continuidad del 
Estado.
En
 París, Berlín y Washington, los mismos que ordenaron la operación se 
han entregado además a una sucia maniobra que consiste en condenar el 
acto terrorista a la vez que confirman su apoyo político y logístico 
militar a los terroristas que lo cometieron. De forma totalmente 
desvergonzada concluyeron que los responsables de los asesinatos no son 
los realizadores del atentado sino las propias víctimas, por haberse 
negado a dimitir bajo la presión de esos mismos gobiernos y por no haber
 aceptado entregar su patria a los apetitos occidentales.
Caracas
 y Teherán han expresado sus condolencias a Siria, subrayando que el 
ataque fue ordenado y financiado por las potencias occidentales y los 
países del Golfo. Moscú también expresó sus condolencias y observó que 
el pedido de sanciones contra Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU
 constituye un respaldo político a los terroristas que atacan ese país.
Los
 canales de la televisión siria comenzaron a transmitir cantos 
patrióticos e imágenes del ejército. Interrumpiendo la programación, el 
ministro de Información, Omran al-Zou’bi, lanzó un llamado a la 
movilización de toda la ciudadanía. No es momento para querellas entre 
gobierno y oposición. La Nación está enfrentando una agresión externa. 
Recordando el artículo que publiqué en Komsomolskaya Pravda, donde describía la operación mediática de desmoralización preparada por los canales occidentales y del Golfo [1],
 el ministro alertó a sus conciudadanos sobre el inminente comienzo de 
dicha operación. Posteriormente desmintió las falacias de los canales 
del Golfo sobre un supuesto motín en la 4ª división y sobre una serie de
 explosiones que habrían destruido el cuartel principal de dicha 
división.
Los
 canales nacionales sirios han transmitido varias veces por hora las 
indicaciones necesarias para que los telespectadores sirios puedan 
captar sus programas a través del satélite Atlantic Bird, en caso de que
 se interrumpiera su transmisión a través de los satélites ArabSat y 
NileSat.
En
 Líbano, Hassan Nasrallah recordó la hermandad de armas existente entre 
el Hezbollah y Siria, forjada en la lucha contra el expansionismo 
sionista, y garantizó su respaldo al Ejército Árabe Sirio.
El
 atentado fue la señal de inicio para la segunda parte de la operación. 
Los grupos armados infiltrados en la capital se lanzaron al ataque de 
diversos objetivos, de forma más o menos selectiva. Por ejemplo, un 
centenar de Contras atacaron la casa próxima a mi apartamento al grito de ¡Alá Akbar! Un alto responsable militar reside en el lugar. Hubo 10 horas de combate ininterrumpido.
Al caer la noche, el ejército respondía con discreción a los ataques de los Contras.
 Posteriormente, se dio la orden de responder a los atacantes lo más 
enérgicamente posible. No se trataba ya de luchar contra terroristas que
 venían a desestabilizar Siria. La nueva misión era enfrentar una 
inconfesable invasión extranjera y proteger la patria en peligro.
La aviación entró entonces en acción para destruir las columnas de mercenarios que tratan de alcanzar la capital.
Al final de la mañana, la calma se restablecía progresivamente en la ciudad. Los Contras
 y sus colaboradores se veían obligados a retirarse. Se restablecía la 
circulación en las carreteras y las grandes arterias y se instalaban 
barreras para filtrar el tránsito en el centro de la ciudad. La vida 
volvía a su curso cotidiano, aunque aún podían escucharse disparos 
aislados en diversos lugares. La mayoría de los comercios permanecían 
cerrados y largas colas podían verse ante las panaderías.
Se
 piensa que el asalto final puede tener lugar durante la noche del 
jueves al viernes y durante la jornada del propio viernes. Es indudable 
que el ejército nacional sirio saldrá nuevamente victorioso ya que tiene
 a su favor la correlación de fuerzas. Se trata además de un ejército de
 reclutas que goza del apoyo de la población, e inclusive el respaldo de
 la oposición política interna.
Conforme
 a lo previsto, los satélites ArabSat y NileSat desconectaron durante la
 tarde la señal del canal sirio de televisión Ad-Dounia. La CIA pirateó 
la cuenta de Ad-Douni en Twitter para transmitir mensajes falsos que 
anunciaban una retirada del ejército nacional sirio.
Los
 canales de televisión del Golfo anunciaron un derrumbe de la moneda 
siria, como preludio de la supuesta caída del Estado. El gobernador del 
Banco Central, Adib Mayaleh, se presentó ante las cámaras de la 
televisión siria para desmentir la nueva intoxicación y confirmar que la
 tasa de cambio sigue siendo de 68,30 libras sirias por un dólar 
estadounidense.
Se
 desplegaron refuerzos en los alrededores de la plaza de los Omeyas, 
para proteger los estudios de la televisión estatal, que todos los 
enemigos de la libertad consideran un objetivo prioritario. Se han 
instalado estudios auxiliares en el hotel Rosa de Damasco, donde pasan 
cómodamente su tiempo los observadores de la ONU. La presencia de estos 
observadores militares de la ONU, que no han permitido que el ataque 
contra la capital interrumpa su farniente, sirve de facto de protección a los periodistas sirios que arriesgan sus vidas para mantener informados a sus conciudadanos.
En
 el Consejo de Seguridad de la ONU, la Federación Rusa y China 
recurrieron por tercera vez al veto ante una proposición de resolución 
en la que los países occidentales y las monarquías del Golfo trataban de
 abrir el camino a una intervención militar internacional. Los 
representantes de Rusia y China ante el Consejo de Seguridad han 
denunciado incansablemente la propaganda tendiente a presentar como una 
revuelta ahogada en sangre lo que en realidad es una agresión exterior 
contra el Estado sirio.
[1] «НАТО готовит переворот в Сирии», por Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda. Artículo en francés: «L’OTAN prépare une vaste opération d’intoxication», Réseau Voltaire, 10 de junio de 2012.




