sábado, 4 de junio de 2011

Entre el arte y la bazofia

Aunque escrito en 2003 con ocasión de la Bienal de Venecia, el artículo que reproduzco en esta entrada creo que puede ser interesante para más de uno de esos que tienen en tan alta estima el arte moderno y a pintores como Picasso. Nunca está de más saber que él mismo no tenía en gran estima su arte, o cómo el famoso "Guernica" se pintó dos años antes de lo que dicen los libros de arte e historia (como puede verse en la noticia que reproduzco juanto al artículo) para exaltar la fiesta de los toros (nada que ver, pues, con el famoso bombardeo de dicha ciudad).

ENTRE EL ARTE Y LA BAZOFIA

(Jorge Garrido San Román; 21-VI-03)

No hace falta tener una especial perspicacia para comprender que la degeneración de una sociedad supone también la de sus principales instituciones y manifestaciones externas, siendo el arte una de ellas. Así podemos comprobar como las sociedades que alcanzan su cenit como civilización perfilan su propio concepto del arte conforme a unos cánones que se consideran clásicos, en oposición a la imperfección anterior y a la degeneración posterior que, con mayor o menor gusto, se suele producir en el período de ocaso. Es éste del arte uno de los muchos detalles que delatan la crisis de la civilización occidental, y por ello no resulta extraño que hoy ya no se tenga claro qué es arte y qué no lo es, pues hoy en día nadie se atreve a decir claramente que una obra determinada pueda ser cualquier cosa menos arte. Quien ose opinar de esa manera puede encontrarse con que la “progresía” le llame de todo menos guapo. De entrada se tratará sin duda de un ignorante, carca, inculto y hasta puede que fascista.


En la reciente Bienal de Venecia el pabellón español fue encargado al presunto artista Santiago Sierra, quien no tuvo ocurrencia más “artística” que tapar con un plástico la palabra “España”, tapiar la entrada principal y permitir el acceso sólo por la puerta de atrás a los ciudadanos españoles que enseñasen el DNI a los vigilantes de seguridad contratados al efecto. Claro que lo mejor de todo era el interior del pabellón: un local a medio hacer y lleno de porquería, basura y escombros. Vamos una verdadera obra de arte que, además, le debió de llevar mucho trabajo al presunto artista –y eso por no entrar en la legitimidad de sus emolumentos, claro-. Según los “expertos” era toda una obra maestra que denunciaba el muro que le ponemos a los extranjeros para entrar en nuestros países que, en realidad son una mierda. Vamos, arte puro. ¡Pero si hasta llegó a ser finalista para el premio de la Bienal, pese que el jurado no pudo entrar para valorarlo!


Hay quien relaciona estas tendencias “artísticas” con la importancia del compromiso del creador, pero confunden los conceptos. Una cosa es el arte comprometido -es decir, el arte con un claro mensaje que, trascendiendo lo meramente sensitivo se proyecta a lo social-, y otra cosa es el compromiso sin arte. Por ello yo no dudo de la originalidad del mensaje del señor Sierra, aunque tampoco lo comparta, pero de ahí a decir que eso es arte... ¡por favor! El arte es otra cosa, es la materialización de un sentimiento por medio de una obra creativa conforme a criterios como belleza, armonía, perfección, originalidad, transmisión de sensaciones y/o mensajes, etcétera. No es que la obra de arte tenga que atenerse a todos los criterios en la misma medida, pues los distintos estilos surgen precisamente de la distinta importancia que se le da a cada uno, pero de eso a la bazofia del señor Sierra hay un abismo. Y es que entre el arte y la bazofia hay diferencias, y decir que lo del pabellón español era una bazofia no es exagerar, sino utilizar la palabra adecuada según la Academia de la Lengua: “1.- Mezcla de heces, sobras o desechos de comida. 2.- Cosa soez, sucia y despreciable.” ¿Acaso hay otra palabra que defina mejor a ese auténtico excremento con que el señor Sierra obsequió a los amantes del arte?


Claro, que bien visto la cosa tiene su gracia, pues ver a tanto “amante del arte” admirar esa “obra” y elogiarla como lo hacía más de uno es para desternillarse de risa. A mí me recordaba al espectáculo humorístico que hace casi dos años estrenó ese antiguo falangista llamado Pedro Reyes. En él se le veía apreciar un cuadro con evidente admiración. Se trataba de una auténtica obra de arte, con un mensaje muy profundo y una sensibilidad maravillosa. Era un cuadro magnífico y de un valor incalculable, pues por algo era de quien era. Claro que en plena explicación al auditorio de las maravillas de la obra pasó por allí el encargado y le dio la vuelta al cuadro, pues estaba del revés...

Claro que también hay artistas verdaderos que deciden dedicarse al pseudoarte por razones puramente monetarias pero no porque no sean capaces de hacer obras estimables. No lo reconocerán nunca en público, claro, pero ocasionalmente pueden tener arranques de sinceridad como aquél que tuvo Pablo Ruiz Picasso en una carta dirigida a Giovanni Papini. En ella Picasso reconocía cosas como éstas:


“Desde el momento en que el arte no es ya el primer alimento que nutre a los mejores, el artista puede ejercer su talento en todos los intentos de nuevas fórmulas, en todos los caprichos de la fantasía, en todos los expedientes de charlatanismo intelectual. En el arte, el pueblo ya no busca consolación y exaltación, sino que los refinados, los ricos, los ociosos, los destiladores de quintaesencia buscan lo nuevo, lo extraño, lo original, lo extravagante, lo escandaloso. Y yo mismo, desde el cubismo y más allá, he contentado a estos maestros y a estos críticos, con todas las cambiantes rarezas que me han pasado por la cabeza, y cuanto menos las comprendían, más me admiraban.


A fuerza de divertirme con todos estos juegos, con todas estas paparruchas, con todos estos rompecabezas, jeroglíficos y arabescos, me he hecho célebre, y muy rápidamente. Y la celebridad significa para un pintor: ventas, ganancias, fortuna, riqueza. Y hoy, como usted sabe, soy célebre, soy rico. Pero cuando estoy a solas conmigo mismo, no tengo valor de considerarme como un artista en el sentido grande y antiguo de la palabra. Grandes pintores fueron Giotto, el Ticiano, Rembrandt y Goya; yo soy solamente un entretenedor público que ha comprendido a su tiempo y se ha aprovechado lo mejor que ha podido de la imbecilidad, la vanidad, la avidez de sus contemporáneos. La mía es una amarga confesión, más dolorosa de lo que pueda parecer, pero tiene el mérito de ser sincera.”


¿Para qué añadir más?

3 comentarios:

  1. Estimado Jorge. Dejas en claro que el concepto de arte es algo que tiene ver con armonía en distintos parámetros. De parte de la sociedad actual habría que decir que el arte, no necesariamente se relaciona con compromiso social, aunque eso es bien sabido: Arte y compromiso social no necesariamente van juntas de la mano y mucho menos que arte y armonía van juntas, lo cual significa que hay un cambio en la definición de lo que es ser artista y hacer arte. Así las cosas, ¿por qué no dejar que cada cual admire lo que se le venga en gana? Además que en una sociedad como la nuestra, decir que hacemos arte es como decir que ciertos autores new age son todos unos artistas, poseedores de cierta sabiduría que debemos seguir y por la cual estamos obligados a comprar sus baratijas de libros... Pero al ritmo que van las cosas en nuestros tiempos, todas las buenas ideas en arte al igual que en muchas otras ciencias, ya fueron llevadas a cabo. Luego, por poner el ejemplo, si las historias de los escritores new age divierten, ya son un logro, aunque con eso solo nos queda en claro que en la sociedad actual podemos estar destinados a dos cometidos diferentes: admirar artistas que no lo son tanto o no dejar que nuestra capacidad de admiración se amilane y permitirnos los espacios suficientes para a partir de lo que, en concordancia con la definición de arte como armonía, podamos considerar como tal, tomemos de allí los elementos necesarios para despertar nuestras mentes y hacernos mas concientes a nuestra realidad. Por cierto, no creas que Picasso no era un artista solo que el sí sabía lo que hacía e incluso sus palabras así lo reflejan, también sus cuadros, al parecer así proceden los seres con algo de inteligencia y no como aquellos que creedores de poseer la verdad, se tornan inamóvibles en sus pareceres y llevan con mucha dignidad su saber...

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  2. ¡¡¡Desde luego que cada cual puede admirar o que quiera!!! ¡¡¡Faltaría más!!! Lo único que digo es que no me gustan los estafadores del pseudoarte, pero allá cada cual si le gusta admirar los cuadros de Jackson Pollock o si está dispuesto a pagar 124.000 euros por una obra de Piero Manzoni, como alguien pagó hace tiempo, por ejemplo, por una obra suya consistente en un tarro que contenía excrementos del "artista"...

    Obviamente cada cual es libre de tener los gustos artísticos que quiera, jejeje.

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  3. El "arte" de Picasso, su mérito, viene siendo como el de tantos "artistas" contemporaneos, no lo que hizo, sino lo que él dijo que representaba. De esta forma, uno de sus grotescos monigotes de color azul, tanto podía representar el espíritu oprimido de Clara Campoamor, como la resaca de la última fulana con la que había fornicado. De ahí que su valor se vea abocado al juicio que, sobre él, hacemos como persona y pensador. Y viendo que era, también como tantos otros "artistas", un ególatra neurótico y maltratador, amén de un colaboracionista y un traidor, su obra se antoja como la chequera de un oportunista. Es mi opinión claro.

    Un saludo
    Antonio

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