domingo, 29 de marzo de 2009

Sí, soy “lefebvrista”. ¿Y qué?


Vaya por delante que yo nunca he entendido qué es eso de ser “lefebvrista”. ¿Acaso Monseñor Lefebvre fundó alguna religión nueva o propugnó alguna herejía? ¿Alguna nueva ideología tal vez? Que yo sepa ese Obispo se limitó a defender la doctrina y la liturgia tradicionales de la Iglesia para garantizar la continuidad del sacerdocio católico y de la Fe, y aunque eso supuso la oposición de los sectores eclesiásticos más “progresistas” (i.e. modernistas), lo cierto es que él no aportó absolutamente nada en cuestiones teológicas o ideológicas de ningún tipo. Es por eso que no entiendo muy bien qué quiere decir eso de ser “lefebvrista”. Admiro la valentía y la firmeza de ese gran Obispo en la defensa de la Fe católica y de la liturgia tradicional, sí, pero ¿es eso ser “lefebvrista”? Bueno, pues si es eso, vale, lo admito, soy “lefebvrista” (lejos de mí pretender marcar distancias con Ms. Lefebvre, que conste). ¿Y qué pasa? ¿Es algo malo acaso? ¿Supone eso ser peor persona? ¿Le invalida a uno para ejercer algún tipo de profesión o cargo?

Pues bien, cuando uno tiene unas convicciones –sean las que fueren-, tiene que asumir que sus enemigos intenten atacarle por ahí. Los rivales siempre critican las cosas que uno hace o propone por sus resultados o expectativas, ofreciendo alternativas que consideran mejores; el rival es honesto y va de frente, no interesándole las cuestiones personales o las creencias del otro (salvo en lo que puedan afectar en algo a la materia que sí importa). El enemigo en cambio no está interesado en la crítica constructiva, sino sólo en hacer daño, y si puede dar un golpe bajo, no cabe duda de que lo dará. Por eso la coquilla se hace imprescindible cuando uno tiene un enemigo de estos enfrente. Y es que el enemigo muchas veces ni siquiera se busca; en ocasiones simplemente aparece, y lo que busca en uno es descargar sus frustraciones y complejos personales (y es que el enemigo no buscado –no así el rival- siempre suele serlo por culpa de esos complejos -de inferioridad, físicos, etc.- y esas frustraciones). La vida es así, qué le vamos a hacer.

Pues bien, para quienes somos etiquetados –artificialmente, lo repito y no precisamente por vergüenza- como “lefebvristas”, el que se arremeta contra nosotros precisamente a causa de nuestra fe (católica y nada más; católica tradicional si se quiere, aunque eso sea necesariamente una redundancia) es algo ante lo que debemos estar preparados. Los católicos estamos acostumbrados a persecuciones mucho más serias que esa a lo largo de la Historia, incluso al martirio por dar testimonio de la fe, y por ello la simple acusación de “lefebvrista” resulta tan poca cosa que uno no puede sino sonreír… Yo no me siento ofendido, sino más bien todo lo contrario (para mí ser lo que ellos llaman “lefebvrista” es, si acaso, un honor), pero lo más curioso es que esa acusación el enemigo supone que uno debería interpretarla como ofensiva; como si uno debiera sentirse atacado en su dignidad o no sé muy bien en qué… ¡Es como si uno debiera considerarse insultado!

En la acusación de “lefebvrista” pretende el enemigo situarle a uno en una postura radical, integrista, herética, sectaria, antipapal, inquisitorial, intolerante, fanática, “carca”, arrogante, antipática incluso. No sé muy bien obedeciendo a qué lógica –bastante irracional e ignorante por otra parte-, el enemigo pretende con esa acusación dar una imagen de uno que normalmente tiene bastante poco que ver con la realidad, aunque claro, tampoco se trata de ser veraz. Y es que uno puede ser más o menos simpático, agradable, radical o lo que sea, pero por ser esa su personalidad, no porque sea “lefebvrista” o deje de serlo. ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino?

Uno puede ser ateo o agnóstico, ser un asiduo de la cartomancia o del orientalismo, creer en los extraterrestres o ser de los “hare krisna”; es más, todo eso incluso puede quedar simpático o curioso y ser una muestra de tolerancia; ahora ¿ser católico? No; si uno es católico inevitablemente es un integrista (salvo que alegue la coletilla de “no practicante”, que es la modalidad moderna de católico que le permite a uno no ser estigmatizado y ser visto de una manera más tolerante). Bueno, la verdad es que se admite alguna excepción: si uno admira a los “teólogos de la liberación” –sandinistas, por ejemplo-, o frecuenta la pseudoparroquia madrileña de San Carlos Borromeo (esa en la que se consagran –es un decir- rosquillas –turrón por Navidad- y en la que no sólo se leen pasajes de la Santa Biblia, sino también del Corán y de lo que haga falta), entonces sí se le tolera, porque claro, eso siempre resulta progre. Pero ¿admirar a Ms. Lefebvre? ¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Sea anatema!!!

Lo siento, soy “políticamente incorrecto”; no soy ateo, ni agnóstico, ni practico el orientalismo; soy eso que impropiamente se denomina, normalmente con ánimo de descalificar, un “lefebvrista”. Y vuelvo a preguntar a los ocasionales acusadores: ¿y qué? ¿Es eso malo? ¿Me inhabilita para algún trabajo o para ejercer algún cargo o función? ¿Supone acaso que mi rendimiento sea menor en alguna de mis labores o que no las pueda realizar adecuadamente? ¿Soy peor que otras personas por ser “lefebvrista”? ¿Acaso se supone que deba sentirme insultado o avergonzado ante tal acusación? ¿Por qué nadie tiene que ofenderse o ser inhabilitado por ser agnóstico, ateo o cualquier otra cosa, y en cambio sí parece que deba ser problemático el ser “lefebvrista”?

He de reconocer que a lo largo de mi vida profesional, política, sindical, etc., nunca he tenido problema alguno –digno de tal nombre- por ese motivo. Algún problema sí es verdad que ha intentado buscarme alguna persona empeñada en hacerme daño –obviamente sin resultado, ya que la cosa no da para mucho-, pero por más que intento darle vueltas a la acusación, sigo sin entender su fundamento…

Y el caso es que los católicos no tenemos más remedio que acostumbrarnos a estas cosas y a otras mucho peores. Y si se es “lefebvrista”, aún con más razón. ¡¡¡Y luego hablan de la Inquisición!!!

13 comentarios:

  1. Mons. Lefebvre sí fundó una Hermandad Sacerdotal, por lo que al uso y costumbre bien pudiera llamarse a sus miembros y/o seguidores "Marcelianos", "Lefebvrianos", o "Lefebvristas", como los "Dominicos", "Franciscanos", "Jesuitas", "Ignacianos", etc.

    El problema viene cuando el alias se dice con un claro propósito despectivo y el aludido reacciona a la defensiva. El sí, ¿y qué? desmonta todo el discurso, porque al ser visceral el pretendido insulto, nada mejor que lo racional para desarmarlo. A mí, por lo menos, me funicona.

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  2. Desde luego que el término "lefebvrista" podría aplicarse en el sentido que aludes, aunque aún asi pienso que es un poco forzado, ya que San Ignacio o santo Domingo fundaron órdenes con carismas específicos, pero la Hermandad Sacerdotal de San Pío X únicamente sigue la doctrina y liturgia tradicionales de la Iglesia... Vamos, que no innova o adapta nada.

    Hoy en día, dados los cambios producidos en la Iglesia, sí es verdad que seguir con lo de siempre podría interpretarse como una especie de "carisma" (una liturgia y unas interpretaciones doctrinales peculiares respecto a lo que ahora es "lo normal"), pero vamos, sigue sin convencerme demasiado el término "lefebvrista", la verdad.

    Ahora, de ahí a pretender que con ello tenga que sentirse uno ofendido o insultado... ¡¡¡Estaría bueno!!!

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  3. Quiero reconocer aquí y en este momento (no quisiera que lo interpretaras como halago, tan ajeno a nuestro estilo) mi admiración y sana envidia (si es que hay envidia sana) por tu sólida preparación teológica (amén de tu contrastada formación doctrinal falangista).
    No soy lefebvrista. Lo cierto es que no he prestado a esta “opción” demasiado interés, el imprescindible para comprobar que se trataba y se trata de eso; de una “opción” dentro de la Iglesia. Una “opción”, si se quiere “conflictiva” o, por mejor decir, disonante del discurso post conciliar, pero en modo alguno contraria a la Iglesia verdadera de Cristo.
    Ciertamente, Ms. Lefebvre no ha promovido ni herejía ni cisma alguno. Simplemente se reafirmó en la tradición Católica. Eso es todo.
    No hay que olvidar que la Tradición es parte del Magisterio de la Iglesia y que la Verdad no es, no puede ser acomodaticia a los “tiempos” (tal vez el gran “error” de la aplicación del Concilio, el “Aggiornamiento".). Lo que era Verdad ayer, lo es hoy también. Hay y puede haber formas distintas de servir esta Verdad, diferentes “carismas”. Nada nuevo en la Iglesia.
    Por esto me alegra la reintegración plena de la Hermandad lefebvrista (con su singular carisma) al seno de la Iglesia.
    Por otra parte, sin poner en tela de juicio el contenido del Concilio Vaticano II (no me siento cualificado para discutir lo que un Concilio de nuestros Pastores ha resuelto como conveniente en orden al Magisterio de la Iglesia) si puedo decir (porque responde a la verdad constatable) que su aplicación, su puesta en práctica, ha tenido indeseables consecuencias para el pueblo cristiano y para la Fe misma, particularmente en Europa y singularmente en España.
    No quiero entrar en el fondo de este debate (no es el lugar ni el momento).
    Es momento y lugar para expresarte mi solidaridad frente a los ataques injustos a los que te someten esos mismos que, proclamándose agnósticos, ateos o sintoístas (o qué sé yo) se consideran facultados para entrometerse en el gobierno de la Iglesia a la que desprecian y falsificar torticeramente el ideario político que afirman profesar.

    Nada más. Personas como tú hacen que aún mantenga el orgullo (sano orgullo) de sentirme falangista.
    Un abrazo.

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  4. Estimado Deolavide:

    Muchas gracias por tus palabras. Aunque excesivas para mis más bien modestos méritos (y sinceramente lo creo así, y no por mero formulismo de falsa modestia), de verdad que las agradezco, como agradezco los numerosos correos, llamadas, etc. que estoy recibiendo estos días. Nunca había recibido tantas muestras de apoyo y cariño en tan poco tiempo.

    Vosotros sí que hacéis que yo me sienta orgulloso de ser falangista.

    Ciertamente, no es en este apartado de comentarios donde corresponde profundizar en las cuestiones teológicas, así que tampoco entraré en puntualizar o matizar nada en lo que respecta a tus palabras (esencialmente correctas por otra parte).

    Mi formación teológica ha mejorado mucho desde 1998 (cuando un camarada me acercó a la HSSPX por vez primera y ya hasta hoy), eso es verdad, pero aún así no puedo considerarme un experto en teología ni muchísimo menos. De hecho creo que mi formación es la básica de cualquier cristiano de hace 50 u 80 años´, y eso lo veo en que mis padres y abuelos sabían mucho mejor que yo hace unos años la doctrina, as verdades de fe, las oraciones, etc.

    Lo que pasa es que hoy en día la formación teológica del católico medio es tan escasa que cualquiera destaca en cuanto sabe cuatro cositas que antes eran normalemente conocidasy practicadas por cualquiera. ¡¡¡Cuantos católicos practicantes de mi generación desconocen la forma de rezar el Rosario o qué son las Letanías!!! Y no creo que se trate de ninguna devoción rara precisamente...

    Vamos, que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, y si eso lo extrapolamos a la Falange, la verdad es que creo que pasa más o menos lo mismo: a falta de verdaderos talentos cualquiera que se preocupe un poco en documentarse ya parece que sabe mucho... ¡¡¡Pues no me queda por aprender en ambos campos!!!

    Un abrazo y, nuevamente, muchas gracias.

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  5. Aunque reconozco que no estoy bien formado ni informado sobre el asunto, tengo muchas cautelas hacia los personas que, dentro de la Iglesia, desobedecen expresamente al Papa.

    En cualquier caso, me ha gustado mucho el post, tiene fuerza y gancho y me uno a tu crítica a los estúpidos etiquetamientos sociales.

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  6. Gracias por tu crítica positiva.

    Respecto a tus cautelas hacia quienes desobedecen al Papa dentro de la Iglesia, no sólo las entiendo, sino que las comparto. Para desobedecer a un Papa hay que tener unas razones muy profundas que respondan al principio de que "hay que obedecer antes a Dios que a los hombres", y eso sólo puede pasar cuando el desobediente entiende que la simple obediencia formal sería contraria a la Fe.

    Ese es exactamente el caso de Monseñor Lefebvre: él creyó que su obligación era hacer lo que hizo, y cuando se analiza con detalle su vida y las circunstancias en las que se desarrolló el Concilio Vaticano II y, sobre todo, el período postconciliar, se entiende mucho mejor todo.

    Luego se podrá estar o no de acuerdo con él, pero de lo que nadie puede dudar es de que él actuó movido únicamente por un imperativo de conciencia para mantener la doctrina y la liturgia católicas.

    Su caso se parece muchísimo al de San Atanasio, quien combatió el arrianismo hasta el extremo de desobedecer al Papa Liberio -tibio respecto a esa herejía- y ordenar sacerdotes y consagrar obispos sin su permiso, siendo excomulgado varias veces, vilipendiado por todos, echados sus seguidores de los templos oficiales ("ellos tendrán los templos, sí, pero nosotros tenemos la fe", decía)...

    Tuvo que pasar bastante tiempo, es verdad, pero al final San Atanasio terminó no sólo siendo reconocido como santo, sino también como Doctor de la Iglesia.

    Y es que, el que sufre persecución, incomprensión e injusticias por defender la fe desde luego tiene muchos méritos ganados de cara a la santidad...

    El tiempo lo dirá.

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  7. Lo malo, Jorge, es que si cada obispo o sacerdote interpretara por su cuenta y según su conciencia cuando hay que obedecer antes a Dios que a los hombres (al Papa), la Iglesia Católica sería un choteo. Lo mismo que Lefebvre podrían decir los teólogos de la liberación excomulgados y otros cismáticos.

    Insisto en que no sé rebatirte, pero veo ese peligro de subjetivismo, sobre todo por tu parte, que defiendes a Lefebvre porque hizo en conciencia algo que a ti te gusta, pero seguramente no le defenderías si hubiera desobedecido en otro sentido con el que no estuvieras de acuerdo.

    Un saludo y enhorabuena por el blog.

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  8. Entiendo y comparto el argumento del peligro del subjetivismo, pero es que Ms. Lefebvre no introdujo ninguna novedad doctrinal o teológica, lo que sí hicieron los teólogos de la liberación y los defensores de las diversas herejías. Ms. Lefebvre no tiene ninguna doctrina o liturgia propias, y esa es la gran diferencia respecto a los demás casos a que aludes.

    Y respecto a los cismáticos (que pueden ser herejes o no), se trata de aquellos que no aceptan la jerarquía oficial y crean la suya propia. Evidentemente tampoco es el caso de Ms. Lefebvre, quien siempre aceptó la autoridad de todos los Papas y obispos. Su caso, pues, no es comparable.

    De hecho, si Benedicto XVI ha comenzado un proceso de rehabilitación de la HSSPX, será por algo...

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  9. Estimado Jorge:

    Excelentes la entrada y las respuestas que has dado aquí en los comentarios. Claras como el agua.

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  10. Buenas noches Jorge,en primer lugar pedirte disculpas porque por culpa de un señor que no para de criticarte a ti y a Fejons,algunos hemos sido unos ingenuos por pensar que tenian razon,ya sabemos que no,hemos hablado con personas de FeJons de Madrid que nos lo han contado todo lo relativo a los ridiculos pleitos que un señor(por llamarlo de alguna manera)está interponiendo y fracasando, las personas que vivimos lejos de Madrid no tenemos información de primera mano como los que vivis en Madrid,por eso no lo entiendamos,Jorge,Diego y Norberto teneis todo nuestro apoyo ahora ya lo sabemos todo durante mucho tiempo han estado intentando hacernos creer repetitivamente en un foro de internet que ellos querían "regenerar FeJons"gracias a Dios hemos llamado a camaradas que nos lo han contado todo,lo que quieren es convertir a FeJons en una cueva de ultras,matones y fachas neonazis como ciertos individuos por una calle llamada Silva,pero no lo van a conseguir porque Jorge tu y Diego sois mil veces más inteligentes que ellos,y los abogados de FeJons son mejores que un"jurista serrano",FeJons es un partido de valores católicos,de justicia social,de apoyo a los trabajadores,a la clase media,a los pensionistas,Jorge amigo perdona si alguna vez hemos sido injustos contigo,ahora que sabemos la verdad vamos a defenderos siempre de las críticas de esos ultras que se van a Alemania con sus amigos del NPD,a esos trogloditas que trajeron junto a la tumba de nuestro jefe a neonazis búlgaros con camisas pardas,que gentuza,nunca podrán con FeJons,Jorge amigo estamos contigo,ARRIBA ESPAÑA,ORGULLOSOS DE SER CATÓLICOS,ESPAÑOLES Y FALANGISTAS ANTIRACISTAS.

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  11. Lo primero es decir, que te respeto como persona,como creyente,y profesional que eres.
    Pero no comparto el relativismo que defiendes.Como catolico que soy, se que masturbarme esta mal,no hago nada malo al projimo,pero INCUMPLO LA DOCTRINA DE LA IGLESIA,NO AMO MI JEARQUIA,por lo que insulto a la intitucion que creo cristo.Nadie tiene derecho a hacer sacerdotes,nada mas la piedra sobre la que CIMENTO su iglesia.Eso es ser afrancesados que se crean instituciones a su altura.
    Eres un tipo listo(te leo y se tu opinion),soy nacional-sindicalista,y estos movimientos son: fundamentañistas,reaccionarios,y teocraticos,lo contratio a o que defendemos politicamente.
    No creoo que te sientas orgulloso.....

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  12. Yo no comparto ningún relativismo, ni insulto a la Iglesia de cristo, sino todo lo contrario. Precisamente la mejor victoria, la más fácil, es la del que consigue meter al enemigo entre las filas contrarias, y hoyt el mayor enemigo de la Iglesia soin muchas de sus jerarquías, esas que desde principios del s. XX comenzaron una labor de zapa que tuvieron que denunciar y combatir Pío X y todos sus sucesores hasta Pio XII. Juan XXIII abrió las puertas a errores muchas veces condenados por la Iglesia, Pablo VI los dió carta de naturaleza, Juan Pablo II frenó algunos y profundizó en otros, y Benedicto XVI lo mismo.
    Los sacerdotes no los ordena el Papa como dices, sino que los ordenan los obispos.
    Respecto a la Hermandad Sacerdotal San Pio X, te informo de que es una institucion religiosa que no defiende ninguna postura política, sino que se limita a defender la doctrina católicca tal y como es, tal y como fue siempre. Ni más ni menos. La doctrina católica que profesó José Antonio Primo de Rivera, por ejemplo...
    Yo en mi vida política siempre he defendido la ortodoxia falangista y su espíritu socialmente revolucionario, porque como el propio fundador explicó en el prólogo al libro "¡Arriba España!", la Falange representa el puente necesario que hay que tender entre la Tradición que es necesario preservar y reivindicar, y la Revolución que en lo económico debe traer la Justicia Social. ¿Qué contradicción hay en ello? Creo que sólo los dogmáticos del formalismo, obsesionados con las formas, esos que se quedan en la epidermis de las cosas y no profundizan en ellas, son los únicos que no entienden que se pueden defender los valores tradicionales e ir a Misa tridentina al mismo tiempo que ser un sindicalista y luchar por la Justicia Social.
    ¿Dónde está la contradicción?

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  13. Por cierto, mi primer artículo en este blog, que pretendía ser una declación de intenciones, creo que era ya suficientemente claro al respecto:

    http://clamareneldesierto.blogspot.com/2009/01/la-tradicin-y-revolucin-modo-de.html

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