viernes, 22 de diciembre de 2023

"Fiducia supplicans" o el desvarío total de la jerarquía católica


La declaración "Fiducia supplicans" del Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, por la que se autorizan las bendiciones para “parejas irregulares y parejas del mismo sexo” (documento que fue firmado por el Papa de su puño y letra, aunque no lo haya redactado él) supone un golpe durísimo a la doctrina de la Iglesia, por mucho que el texto se esmere en repetir una y otra vez que la doctrina sobre el matrimonio sigue intacta (ya se sabe que "excusatio non petita accusatio manifesta").

Desde el pontificado de Juan XXIII la jerarquía católica ha venido practicando la política de los hechos consumados y de la revolución gradual para cambiar completamente todo: liturgia, doctrina, tradiciones, etc. Si existiera la máquina del tiempo y un cristiano del siglo X y uno del siglo XIX pudieran intercambiar su vida en el siglo del otro, podría cualquiera de ellos asistir a la Santa Misa sin apenas notar diferencia alguna (más allá de alguna oración inicial o final, pero nunca del Canon de la Misa). Me pregunto si alguno de ellos, en caso de asistir a cualquier Misa de una parroquia cualquiera de hoy en día en cualquier país del mundo, pensaría que está realmente en una Misa católica... Me temo que ninguno de ellos se reconocería en la Iglesia católica actual y en sus celebraciones modernas (dejando a un lado, por supuesto, las celebraciones tradicionales de la Hermandad Sacerdotal de San Pío X y de algún otro instituto tradicional).

No se puede negar que desde el pontificado de Juan XXIII y la celebración del Concilio Vaticano II se ha transformado la Iglesia Católica mucho más que en los 1.900 años anteriores. Me parece que hay poca discusión posible al respecto. El Arzobispo Marcel Lefebvre advirtió ya entonces de la gravedad de lo que se estaba haciendo, pero muchos le acusaron de ser un exagerado... ¡Me temo que se quedó corto!

En los últimos 60 años se ha cambiado completamente todo: la liturgia (irreconocible) y gran parte de la doctrina (libertad religiosa, ecumenismo, colegialidad, etc.). Eso sí, como la doctrina no se puede cambiar por ser dogmática e inmodificable, se ha cambiado por dos vías: la vía de la "interpretación creativa" y la de la "pastoral". Por la primera todo se reinterpreta como se quiere (llegando a pisotear groseramente el principio de no contradicción -así el mismo organismo que determinó en 2021 la imposibilidad de bendecir parejas de homosexuales ahora afirma todo lo contrario, en ambos casos con la firma del mismo Papa Francisco-, de forma que textos imposibles de conciliar con la doctrina oficial se concilian como si nada, forzando las palabras y su sentido todo lo que haga falta, cambiando de interpretación y parecer mientras se afirma sin ningún rubor que todo sigue igual), y por la segunda se alegan razones "pastorales" para cambiar todo por la vía de los hechos. Así, por razones supuestamente pastorales, se cambió la liturgia por completo (así, entre los muchos ejemplos que se podrían poner, tenemos el de la Santa Misa, que como renovación incruenta del sacrificio de la Cruz se realizaba sobre un altar con reliquias de santos, que es donde se celebran los sacrificios, y ahora en cambio se hace sobre una simple mesa -aunque la llamen "altar", no lo es, pues se trata de una mesa, digan lo que digan- para adaptarla al concepto protestante de "conmemoración de la última cena", ya que en las mesas se come, no se hacen sacrificios, pero al mismo tiempo de forma oficial se dice mantener el concepto original de la Misa, aunque por el cambio producido ya pocos lo asuman y entiendan así...; otro tanto podríamos decir de la comunión: oficialmente aún se considera que debe recibirse de rodillas y en la boca, pero "por razones pastorales" se autorizó a que de forma excepcional y "ad experimentum" se pudiera recibir en la mano... ¿Hay alguna parroquia del mundo donde se siga recibiendo la comunión de la forma oficialmente prevista, o se ha convertido más bien la excepción en la norma?).

Es decir, que la práctica de las últimas seis décadas consiste en cambiar todo por la vía de los hechos, pasito a pasito (recordemos que la forma más fácil de hervir una rana viva es incrementando poco a poco la temperatura del agua para hervirla sin que se entere, pues si la echamos directamente en agua hirviendo saltará fuera de inmediato), de forma que se termine cambiando todo mientras se mantiene el discurso oficial de que "nada ha cambiado". ¡A otro con ese cuento!

Se trata de un timo, sí, pero como todos los timos, siempre se encuentra terreno propicio entre las personas de buena fe. Sólo entre los muy crédulos y confiados los estafadores consiguen hacer sus sucios negocios con total impunidad. Y claro, el pueblo cristiano es muy confiado con sus pastores...

En este caso, nada importa que la declaración "Fiducia supplicans" esté repleta de recordatorios sobre la verdadera doctrina del matrimonio: lo cierto es que autoriza a bendecir a parejas que viven en pecado, y eso es un sacrilegio. Se puede bendecir a las personas individuales o a grupos generales de personas (todo eso siempre se ha podido hacer), pero no es posible bendecir actos o situaciones pecaminosas, pues sería una forma de dar a entender que están bien y que no hace falta arrepentimiento ni propósito de enmienda alguno, por lo que se puede seguir pecando tranquilamente... Eso es una barbaridad y un sacrilegio, y eso es exactamente lo que hace este terrible documento.

Pero además "Fiducia supplicans" miente descaradamente en algunos aspectos, como cuando dice que se puede bendecir siempre que se haga sin rituales ni formalidades... Eso es como decir que se puede pintar una pared de negro siempre que se haga sin utilizar un tono oscuro... O como si se permitiera rociar a la gente con agua a condición de no humedecerla... Alguien ignorante en la materia (y quienes firman el documento no lo son) podría creer que es posible una bendición sin ritual ni formalidad, pero eso es sencillamente imposible. Todas las bendiciones tienen un ritual (el de bendición de un enfermo, el de bendición de una casa, etc.) y para los casos no específicos, hay fórmulas generales de bendición. Incluso para cualquier bendición nueva o simple, la fórmula mínima consiste en decir mientras se hace la señal de la cruz: "yo te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Es decir, como mínimo es imprescindible decir esa frase ritual para que haya bendición, por lo que decir que en estos casos se debe bendecir sin ritual ni formalidad alguna es engañar. Eso no se puede hacer. Es sencillamente imposible, lo diga el Prefecto o lo diga el Papa de Roma...

Lo que se busca es claro: como aún no se puede aceptar el matrimonio de homosexuales o de divorciados, se dan pasos concretos para ir "normalizando" esas situaciones. Ahora se permiten bendiciones, luego se permitirá algún rito sencillo, más adelante se les considerará uniones no matrimoniales, luego se dirá que por qué no equipararlas al matrimonio... Claro, todo ese proceso tardará muchas décadas en llegar (¡o no tantas!), pero paso a paso, si aceptamos el primero, acabaremos hervidos como la rana, sin darnos cuenta hasta cuando ya sea demasiado tarde...

La HSSPX ha reaccionado rápidamente (la HSSPX rechaza las bendiciones de parejas homosexuales o irregulares) y también muchos obispos y conferencias episcopales del mundo entero (la declaración de los obispos de Astana incluso ha hecho una "corrección fraterna" formal al Papa, algo extraordinariamente inusual), por lo que esto espero que se pueda frenar.

Los tibios, los que quieren ver lo blanco negro, los que no quieren criticar algo tan evidentemente erróneo como esto, serán los colaboradores necesarios de los que están destruyendo la Iglesia de Dios. Y aquí señalo principalmente a los pastores (sacerdotes, obispos y cardenales) que están tratando de justificar lo injustificable, señalando lo positivo e ignorando o minimizando lo negativo (como si, por ejemplo, en un asesinato nos fijásemos en lo "positivo" que pudiera haber por querer beneficiar el asesino a un necesitado con los bienes del muerto, haciéndonos ver sólo ese aspecto "positivo" de lo que no deja de ser un crimen, para así justificarlo de alguna manera...).

Una reflexión final: ¿En qué situación se deja ahora, con este documento, a un sacerdote que no acceda a bendecir una pareja homosexual? Con las leyes LGTBI se le puede denunciar por discriminación, pero si hasta ahora podía defenderse en base a la libertad religiosa y de conciencia, a partir de la aprobación de este documento ya no podrá hacerlo, pues el propio Papa ha avalado con su firma estas bendiciones y ese sacerdote fiel quedará a los pies de los caballos... ¡No va a poder alegar que la Iglesia le impide en conciencia hacer esa bendición! ¡La persecución legal al clero está servida gracias a esto!

No caben tibiezas: o se rechaza este documento terrible, o se colabora con el error y se consiente la perdición de muchas almas. No hay espacio para la neutralidad.

¡Hay que rezar más que nunca, pero sin dejar de actuar!

P.D. 1: Aunque no sería necesario insistir en esto, a fin de clarificar las cosas y no confundir las opiniones personales con la doctrina de la Iglesia según las Sagradas Escrituras, pongo algunas de las muchas citas que tienen que ver con la condena de los actos que este documento escandaloso ahora autoriza a bendecir:


1 Cor 6, 9-10: «…Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados (malakoí), ni los homosexuales (arsenokoítai)… heredarán el Reino de Dios».

1 Tim 1, 9-11: «Teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores,…, adúlteros, homosexuales (arsenokoítai), traficantes de seres humanos,…».

Rom 1, 26-27: «Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío».

Ef. 5, 1-7: «Sed, en fin, imitadores de Dios, como hijos amados y vivid en caridad, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio a Dios en olor suave.
En cuanto a la fornicación y cualquier género de impureza o avaricia, que ni se nombren entre vosotros, como conviene a santos: ni palabras torpes, ni groserías, ni truhanerías, que desdicen de vosotros, sino más bien acción de gracias. Pues habéis de saber que ningún fornicario, o impuro, o avaro, que es como adorador de ídolos, tendrá parte en la heredad del reino de Cristo y de Dios».

Gál. 5, 19-23: «Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, iras, ambiciones, disensiones, facciones, envidias, embriagueces, orgías y otras como éstas, de las cuales os prevengo, como antes lo hice, que quienes tales cosas hacen no heredarán el reino de Dios.
Los frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza».

P.D. 2: Como evidencia de cómo se pisotea groseramente el principio de no contradicción mientras se afirma lo contrario (en lo que es un verdadero insulto a la inteligencia), pongo el enlace a los dos documentos contradictorios elaborados por el mismo organismo en 2021 (entonces "Congregación") y 2023 (ahora "Dicasterio") y firmados ambos por el mismo Papa Francisco (aunque su firma sólo está rubricada en los textos originales):