martes, 7 de mayo de 2019

Elecciones en España: más de lo mismo


El sindicato italiano UGL me pidió hace unos días que les escribiera un artículo sobre las pasadas elecciones generales en España, teniendo la gentileza de publicarlo en su blog oficial hoy mismo.

Agradezco especialmente a Stefano Conti (Secretario General de UGL-Telecomunicazioni) su interés en recabar mi opinión sobre el tema.


Este es el artículo en español:


Elecciones en España: más de lo mismo


Jorge Garrido San Román
(Presidente del sindicato “Unión Nacional de Trabajadores”)


El pasado 28 de abril se celebraron elecciones generales en España, obteniendo el PSOE (“Partido Socialista Obrero Español”, de izquierda socialdemócrata) una mayoría simple que le hará imposible gobernar en solitario (necesitará apoyos parlamentarios para poder aprobar cualquier ley). El PP (“Partido Popular”, de centro-derecha liberal) obtuvo los peores resultados de su historia, manteniendo por muy poco el segundo puesto entre los partidos más votados, seguido muy de cerca por C´s (“Ciudadanos”, de centro liberal). La extrema izquierda de UP (“Unidas Podemos”, post comunista) bajó notablemente, y muy cerca de ellos se quedó un nuevo partido, VOX (derecha conservadora en lo ético-moral y neoliberal en lo económico y social), que entró en el Congreso de los Diputados como quinto partido más votado. Muy por debajo, pero con una importancia decisiva porque sus votos son imprescindibles para gobernar, se situaron diversos partidos separatistas de diversas tendencias.

El panorama es desolador y supone más de lo mismo: el PSOE sólo podrá gobernar contando con UP y los separatistas, pues resulta improbable que lo haga con C´s por su programa económico liberal y contrario a los separatistas que tanto han apoyado al PSOE en la anterior legislatura.

De los cinco partidos políticos más votados, el que más atención merece no es otro que el menos votado de todos ellos, pero que es el más novedoso porque acaba de entrar en las instituciones con una fuerza (24 diputados) que merece ser tenida en cuenta: VOX. Se trata de una escisión producida en 2013 de la parte más conservadora del PP que, necesitada de encontrar su propio espacio político, ha desarrollado un mensaje calculadamente ambiguo en muchos aspectos a fin de sumar apoyos en sectores abandonados por el PP. Así, por ejemplo, su aparente firmeza frente a la Unión Europea, con constantes apelaciones a la soberanía nacional, busca el voto de los sectores “euroescépticos” y anti globalistas, pero en realidad se trata sólo de mera retórica, pues en su programa político lo único que se critica es el escaso peso de España en los órganos de decisión de la UE y la vuelta al reparto de poder del Tratado de Niza (nada de criticar el propio modelo de UE o el Euro). A la misma conclusión se llega si se analiza su posición sobre el aborto: tras su aparente defensa firme de la vida sólo hay una crítica a la última reforma que permite el aborto libre como un derecho dentro de unos plazos, pero no hay una propuesta de prohibición del aborto, sino sólo que se vuelva a la ley anterior de supuestos de despenalización del aborto que aprobó el PSOE en 1985. Y así con todo: detrás de su llamativa propaganda alternativa, en realidad VOX se diferencia muy poco de las tradicionales posturas del PP anterior a Mariano Rajoy, y  de hecho su programa económico y social es muy liberal, (incluso más que el del PP, pues VOX defiende la idea del “Estado mínimo”, con la progresiva privatización de los servicios públicos –sanidad, educación, pensiones, etc.–, la reducción de impuestos –especialmente a las rentas más altas–, la destrucción del derecho laboral –con su propuesta de dar prioridad a la libertad individual de contratación en base al derecho civil, el derecho a no sujetarse a los convenios colectivos, la eliminación del salario mínimo para los jóvenes, la reducción de las indemnizaciones por despido, etc.–). Lo mismo podemos ver en su crítica a la inmigración: VOX sólo propone expulsar a los inmigrantes ilegales o delincuentes –algo que no es especialmente “radical”–, y para llamar la atención propone construir sendos muros –al estilo de Donald Trump– en las fronteras de Ceuta y Melilla (donde incluso el PSOE ha propuesto algo similar…), pero al mismo tiempo propone que las empresas puedan disponer legalmente de la mano de obra extranjera que necesiten, aunque haya millones de españoles desempleados... Es decir, que VOX no es más que una escisión moderadamente conservadora de un PP que ha girado excesivamente al centro abandonando la derecha tradicional, y aunque su retórica y propaganda esté enfocada a enlazar con la “derecha alternativa”, la línea que siguen es más bien la de un “trumpismo” moderado (de hecho cuentan con el apoyo del ex asesor de Donald Trump, Steve Bannon, y su grupo “The Movement”, gracias a los contactos del dirigente de VOX Rafael Bardají, que es uno de los principales representantes del lobby judío en España), lo que les sitúa más en la línea de los conservadores del “Grupo de Visegrado” que en la de los grupos social-patriotas. De hecho el Presidente de VOX, Santiago Abascal, siempre ha dicho que está “más cerca del húngaro Viktor Orbán” que de Matteo Salvini o Marine Le Pen (entrevista en “El Mundo” el 14-X-2018), lo cual es comprensible a tenor de su nulo sentido social (en realidad ultraliberal y antisocial).

Centrándonos en los programas electorales en materia social y laboral de los distintos partidos, es fácil comprobar que en España se produce un fenómeno que casi puede medirse con exactitud matemática: cuanto mayor proporción hay de mensaje patriótico y de carácter ético-moral (aborto, eutanasia, etc.) en un partido político, mayor es también su mensaje liberal y antisocial en materia laboral; y viceversa: cuanto más acentuado es el mensaje social de un partido, mayor es su mensaje antinacional y transgresor en materias ético-morales. Esta regla (que en otros países es más flexible, existiendo izquierdas nacionales y derechas sociales, algo impensable en España) se cumple de una manera tan exacta, que los escasos movimientos políticos que escapan de ese círculo vicioso (por ejemplo, la Falange o la nueva coalición euroescéptica “ADÑ” que se presenta por vez primera en las próximas elecciones al Parlamento Europeo), tratando de unir el mensaje patriótico y ético-moral al mensaje social, tienen un espacio político bastante reducido, con resultados electorales hasta ahora escasos, a pesar de ser muy grande la potencialidad que teóricamente tiene ese mensaje social-patriota.

Pero más allá de este fenómeno tan específicamente español (una izquierda siempre antinacional y una derecha siempre antisocial), también se padecen fuertemente los problemas de ámbito mundial, y así vemos cómo en las últimas cuatro décadas las condiciones laborales se han ido degradando progresivamente de forma dramática, volviendo poco a poco a condiciones cada vez más parecidas a las del Siglo XIX: salarios de miseria (que se consiguen bajo amenazas de deslocalización e importando inmigrantes que acepten salarios menores), necesidad de trabajar más horas (incluso sin cobrarlas), recortes sociales, pensiones más bajas, edad de jubilación cada vez más tardía, jóvenes –y mayores– con contratos precarios, despidos más fáciles con indemnizaciones cada vez menores, mayor inseguridad laboral, etc.

El retroceso social que se sufre en España se debe a la combinación de varios factores que pueden resumirse en tres: la crisis del capitalismo (que obliga a mantener tasas de crecimiento constantes que, al no ser sostenibles, terminan por lograrse a costa de los trabajadores), la globalización (se buscan mercados más globales por la progresiva insuficiencia de los mercados locales y nacionales para mantener las tasas de ganancia), y la tecnología de la era digital (que en la actual fase de la economía capitalista ya no se limita a reubicar trabajadores de los sectores primario y secundario al terciario, sino que por primera vez está destruyendo empleo neto).

Mientras que en el siglo XIX los capitalistas utilizaban el Estado para proteger sus negocios y la policía para reprimir a los trabajadores que reclamaban derechos laborales, hoy para ellos el Estado ha pasado a ser un obstáculo y prefieren la existencia de un mercado mundial digitalizado y sin barreras de ningún tipo. Es decir, hoy vivimos en la era del capitalismo digital global, por lo que ahora el Estado y las fronteras han pasado a ser las últimas defensas que nos quedan a los trabajadores para defendernos de las deslocalizaciones, la competencia desleal y la pérdida de derechos laborales y sociales. Por eso los trabajadores necesitamos una patria para defendernos del capitalismo global, recuperando nuestra Soberanía Nacional y garantizando nuestros derechos laborales y sociales, mientras que los capitalistas ya no quieren patrias y prefieren mercados globales, tratados de libre comercio, espacios económicos como la Unión Europea y monedas no soberanas como el Euro que ellos puedan controlar y que se impongan a las naciones. Ellos han secuestrado la Patria mediante los políticos que tienen comprados, y por eso los trabajadores necesitamos liberarla y hacerla nuestra para defender nuestros derechos sociales y proteger nuestros mercados locales para garantizar nuestros empleos.

Este es el contexto en el que se han celebrado las pasadas elecciones generales en las que, como siempre, ha perdido España y perdemos con ella todos los trabajadores españoles, atrapados como nos tienen entre la dialéctica de una izquierda antinacional y una derecha antisocial. Si lo social y lo nacional no van unidos, lo que se nos ofrece es pura y simplemente una estafa, y eso es justamente lo que han ofrecido todos los grandes partidos políticos españoles sin excepción.

Ante las próximas elecciones al Parlamento Europeo, desde el sindicato UNT (Unión Nacional de Trabajadores) se ha lanzado un mensaje claro a los trabajadores españoles: debemos apoyar sólo a candidaturas que expresa y claramente rechacen el actual modelo de Unión Europea (tan contrario a los intereses de los trabajadores), y que quieran acabar con el Euro (una moneda que está perjudicando a España, a Italia y a casi todos los países europeos, salvo a Alemania y a Holanda, como demuestran los estudios económicos más serios). No se trata de ser anti europeos, sino de construir una Europa distinta, respetuosa con la soberanía de los pueblos y con los derechos de los trabajadores.

Por desgracia, tanto los partidos políticos mayoritarios como los pseudo sindicatos institucionalizados están eludiendo este debate fundamental porque siguen anclados en la mentalidad del Siglo XX y no entienden los retos que plantea el Siglo XXI a los trabajadores. Son incapaces de ver el problema (cuando no son directamente parte del mismo) y, por ello, son más incapaces aún de ofrecer soluciones y alternativas.

Desde UNT consideramos que la lucha social-patriota pasa necesariamente por dar prioridad a la lucha por Justicia Social integrándola en la lucha patriótica con la necesaria recuperación de nuestra Soberanía Nacional, socializando (ni estatalizando –como propone la izquierda– ni privatizando –como propone la derecha liberal–) los servicios sociales, relocalizando los sectores productivos, fomentando los mercados de proximidad, frenando las “economías de escala” que hunden los mercados y construyendo una economía que esté al servicio del hombre y no al revés. Propuestas todas que están muy lejos de las que defienden los principales partidos políticos y sindicatos españoles…