sábado, 10 de enero de 2009

El liberalismo... ¿no está condenado por la Iglesia?

Bueno pues sí, el liberalismo (sustento ideológico del capitalismo en lo económico, de la partitocracia en lo político, y de la herejía del modernismo en lo religioso) se supone que está condenado por la Iglesia Católica, especialmente y con mucha reiteración en el siglo XIX, aunque también en el XX, por lo que me dejó perplejo un correo electrónico que un amigo sacerdote me envió hace unas semanas y que reproduzco literalmente:

"Carta que Benedicto XVI ha enviado al filósofo y senador italiano Marcello Pera que presenta como introducción a su libro “Por qué tenemos que decirnos cristianos. El liberalismo, Europa, la ética” (”Perché dobbiamo dirci cristiani. Il liberalismo, l’Europa, l’etica”, Mondadori, Milano, 2008).

Querido senador Pera:

En estos días he podido leer su nuevo libro “Por qué tenemos que decirnos cristianos”. Para mí ha sido una lectura fascinante. Con un conocimiento estupendo de las fuentes y con una lógica contundente, usted analiza la esencia del liberalismo a partir de sus fundamentos, mostrando que en la esencia del liberalismo se encuentra el enraizamiento en la imagen cristiana de Dios: su relación con Dios, de quien el hombre es imagen y de quien hemos recibido el don de la libertad. Con una lógica irreprochable, usted muestra cómo el liberalismo pierde su base y se destruye a sí mismo si abandona este fundamento. También me ha impresionado su análisis de la libertad y el análisis de la multiculturalidad, en el que usted muestra la contradicción interna de este concepto y, por tanto, su imposibilidad política y cultural. Es de importancia fundamental su análisis sobre lo que pueden ser Europa y una Constitución europea en la que Europa no se transforme en una realidad cosmopolita, sino que encuentre, a partir de su fundamento cristiano-liberal, su propia identidad.

Es para mí particularmente significativo su análisis de los conceptos de diálogo interreligioso e intercultural. Usted explica con gran claridad que un diálogo interreligioso en el sentido estricto de la palabra no es posible, mientras que es particularmente urgente el diálogo intercultural, que profundiza en las consecuencias culturales de la decisión religiosa de fondo. Si bien sobre esta última un verdadero diálogo no es posible sin poner entre paréntesis la propia fe, es necesario afrontar en el debate público las consecuencias culturales de las decisiones religiosas de fondo.

En esto, el diálogo, una mutua corrección y un enriquecimiento mutuo son posibles y necesarios. Por lo que se refiere a la contribución sobre el significado de todo esto para la crisis contemporánea de la ética, considero importante lo que usted dice sobre la parábola de la ética liberal. Usted muestra que el liberalismo, sin dejar de ser liberalismo, más bien, para ser fiel a sí mismo, puede referirse a una doctrina del bien, en particular a la cristiana, que le es familiar, ofreciendo así verdaderamente una contribución para superar la crisis.

Con su sobria racionalidad, su amplia información filosófica y la fuerza de su argumentación, el presente libro es, desde mi punto de vista, de importancia fundamental en este momento de Europa y del mundo. Espero que reciba una gran acogida y que ayude a dar al debate político, más allá de los problemas urgentes, esa profundidad sin la cual no podemos superar el desafío de nuestro momento histórico.

Agradecido por su obra, le deseo de corazón la bendición de Dios.

Suyo,

Benedicto XVI

Castel Gandolfo, 4 de septiembre 2008"

Pues bien, el contenido de esta carta sólo podía tener el aplauso fervoroso de los liberales, y así la revista "Época" no dudaba la pasada semana en publicar un artículo sobre este texto del Santo Padre titulado "El liberalismo ya no es pecado" (en referencia al libro católico clásico sobre la materia, "El liberalismo es pecado", del sacerdote español -catalán- Félix Sardá y Salvany).

Lo primero que quiero decir al respecto de la carta del Papa, es que Su Santidad puede opinar a título particular lo que quiera -aunque no debiera defender ideas ya condenadas por la Iglesia-, pero la cuestión del liberalismo (como la del comunismo, la de la "democracia cristiana" y otras muchas) ya ha sido definida "ex cathedra", por lo que su errónea opinión personal en esta materia no altera en absoluto la condena del liberalismo por papas tales como Gregorio XVI (encíclica "Mirari vos", 1832), Pío IX (encíclica "Quanta Cura", 1864, y el "Syllabus" que la acompañaba como documento condenatorio), León XIII (encíclicas "Immortali Dei", 1885, y "Libertas", 1888); San Pío X (encíclica "Pascendi", 1907), Pío XI, y Pío XII, que condenaron siempre a los liberales como los peores enemigos de la Iglesia por su forma dañina de actuar, sibilina y desde dentro de la propia Iglesia (no como el comunismo, enemigo claramente identificable y, por ello, más fácil de combatir).

Evidentemente, una vez triunfan en el Concilio Vaticano II las tesis liberales y modernistas ya condenadas, se crea una situación insostenible que, paradójica y desgraciadamente, perdura hasta nuestros días: la convivencia de las tesis condenadas con las condenatorias en una misma Iglesia, lo que hace que la solidez doctrinal de antaño lleve 50 años resquebrajada, y hasta el Santo Padre pueda llegar a decir (nunca "ex cathedra", pues no puede contradecir a sus predecesores hasta esos extremos) que el liberalismo tiene que ser cristiano o que hay que defender un " sano laicismo positivo"...

Resulta curioso -aunque no es nuevo- que un Papa como Benedicto XVI, con una sólida formación intelectual y que está demostrando cierta preocupación por recuperar la liturgia tradicional de la Iglesia, en materia doctrinal sostenga este tipo de cosas.

Me temo que a los católicos aún nos queda mucho que rezar y que resistir hasta que la crisis que asola la Iglesia pase y se recuperen la coherencia y la ortodoxia doctrinal perdidas en el último medio siglo.
"Oremus pro Pontifice nostro Benedicto XVI. Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum ejus."

4 comentarios:

  1. Ha de considerarse que los términos del elogio del Santo Padre vienen referidos a una interpretación revisionista del liberalismo.
    Interpretación que abandona el “humanitarismo” laicista, ateo o agnóstico, propio del liberalismo original para anclarlo en el deísmo cristiano. Siendo así, este neoliberalismo repudia su naturaleza, la misma que dio lugar a su condena por la Iglesia.

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  2. Bueno, uno puede mirar el liberalismo con el cristal que quiera, pero su naturaleza es la que es y no veo que haya cambiado sustancialmente desde su nacimiento.

    lo que sí está claro es que el liberalismo ha sido condenado por la Iglesia "ex cathedra", y eso poca interpretación tiene creo yo...

    Muchas gracias Deolavide por pasarte por este humilde blog.

    Me alegra saber de ti.

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  3. De nada Jorge, poder leer un blog como el tuyo es una satisfacción.

    Por lo que respecta a la naturaleza del liberalismo y al comentario del Santo Padre sobre el libro que comentas (que tengo que decir que no he leído), tienes toda la razón. La naturaleza del liberalismo es la que es. Precisamente mi comentario va por ahí.
    La condena de la Iglesia al liberalismo está fundamentada (si no me equivoco) en la naturaleza de su ideología que, más allá de sus manifestaciones circunstanciales o derivadas de esta, podemos calificar de paganismo antropológico. O dicho de otro modo, el liberalismo clásico (en su propia naturaleza) pretende desarraigar el orden social y político (además de la filosofía, del conocimiento mismo) de toda referencia teológica, de toda referencia a Dios.
    Desplazando a Dios, para el liberalismo el hombre es el centro de todo el orden social. Y no sólo del orden social, es la medida de todas las cosas.
    Si ahora sale un “liberal” que dice (él sabrá por qué) que el liberalismo pierde su base si abandona su referencia a Dios, lo que en realidad hace (sin duda sin proponérselo) es negar la esencia misma del liberalismo, su propia naturaleza. En estos términos, parece lógico el “elogio” del Papa.
    Al hilo de esto, adquiere trascendencia y pleno significado la afirmación católica que incorpora nuestro movimiento. Nunca se repetirá suficientemente.

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  4. Nada que añadir a lo que dices. Está clarísimo, vamos...

    Un saludo.

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