El sindicato italiano UGL me pidió hace unos días que les escribiera un artículo sobre las pasadas elecciones generales en España, teniendo la gentileza de publicarlo en su blog oficial hoy mismo.
Agradezco especialmente a Stefano Conti (Secretario General de UGL-Telecomunicazioni) su interés en recabar mi opinión sobre el tema.
El artículo original puede leerse aquí:
http://www.verticale-blog.it/2019/05/07/elezioni-in-spagna-la-solita-solfa/?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=facebook&utm_source=socialnetwork&fbclid=IwAR2WgeH9TNoMFTL8gr-ohYVzwRKvmId0zdHJwTGtkuqCNnFXBu4R08u3uKs
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Este es el artículo en español:
Elecciones en España:
más de lo mismo
Jorge Garrido San Román
(Presidente del sindicato “Unión Nacional de Trabajadores”)
El pasado 28 de abril se celebraron elecciones generales en
España, obteniendo el PSOE (“Partido Socialista Obrero Español”, de izquierda
socialdemócrata) una mayoría simple que le hará imposible gobernar en solitario
(necesitará apoyos parlamentarios para poder aprobar cualquier ley). El PP (“Partido
Popular”, de centro-derecha liberal) obtuvo los peores resultados de su
historia, manteniendo por muy poco el segundo puesto entre los partidos más
votados, seguido muy de cerca por C´s (“Ciudadanos”, de centro liberal). La
extrema izquierda de UP (“Unidas Podemos”, post comunista) bajó notablemente, y
muy cerca de ellos se quedó un nuevo partido, VOX (derecha conservadora en lo ético-moral
y neoliberal en lo económico y social), que entró en el Congreso de los
Diputados como quinto partido más votado. Muy por debajo, pero con una
importancia decisiva porque sus votos son imprescindibles para gobernar, se
situaron diversos partidos separatistas de diversas tendencias.
El panorama es desolador y supone más de lo mismo: el PSOE
sólo podrá gobernar contando con UP y los separatistas, pues resulta improbable
que lo haga con C´s por su programa económico liberal y contrario a los
separatistas que tanto han apoyado al PSOE en la anterior legislatura.
De los cinco partidos políticos más votados, el que más atención
merece no es otro que el menos votado de todos ellos, pero que es el más
novedoso porque acaba de entrar en las instituciones con una fuerza (24
diputados) que merece ser tenida en cuenta: VOX. Se trata de una escisión
producida en 2013 de la parte más conservadora del PP que, necesitada de
encontrar su propio espacio político, ha desarrollado un mensaje calculadamente
ambiguo en muchos aspectos a fin de sumar apoyos en sectores abandonados por el
PP. Así, por ejemplo, su aparente firmeza frente a la Unión Europea, con
constantes apelaciones a la soberanía nacional, busca el voto de los sectores
“euroescépticos” y anti globalistas, pero en realidad se trata sólo de mera retórica,
pues en su programa político lo único que se critica es el escaso peso de
España en los órganos de decisión de la UE y la vuelta al reparto de poder del
Tratado de Niza (nada de criticar el propio modelo de UE o el Euro). A la misma
conclusión se llega si se analiza su posición sobre el aborto: tras su aparente
defensa firme de la vida sólo hay una crítica a la última reforma que permite
el aborto libre como un derecho dentro de unos plazos, pero no hay una
propuesta de prohibición del aborto, sino sólo que se vuelva a la ley anterior
de supuestos de despenalización del aborto que aprobó el PSOE en 1985. Y así
con todo: detrás de su llamativa propaganda alternativa, en realidad VOX se
diferencia muy poco de las tradicionales posturas del PP anterior a Mariano
Rajoy, y de hecho su programa económico
y social es muy liberal, (incluso más que el del PP, pues VOX defiende la idea
del “Estado mínimo”, con la progresiva privatización de los servicios públicos
–sanidad, educación, pensiones, etc.–, la reducción de impuestos –especialmente
a las rentas más altas–, la destrucción del derecho laboral –con su propuesta
de dar prioridad a la libertad individual de contratación en base al derecho
civil, el derecho a no sujetarse a los convenios colectivos, la eliminación del
salario mínimo para los jóvenes, la reducción de las indemnizaciones por
despido, etc.–). Lo mismo podemos ver en su crítica a la inmigración: VOX sólo
propone expulsar a los inmigrantes ilegales o delincuentes –algo que no es
especialmente “radical”–, y para llamar la atención propone construir sendos
muros –al estilo de Donald Trump– en las fronteras de Ceuta y Melilla (donde
incluso el PSOE ha propuesto algo similar…), pero al mismo tiempo propone que
las empresas puedan disponer legalmente de la mano de obra extranjera que
necesiten, aunque haya millones de españoles desempleados... Es decir, que VOX
no es más que una escisión moderadamente conservadora de un PP que ha girado
excesivamente al centro abandonando la derecha tradicional, y aunque su
retórica y propaganda esté enfocada a enlazar con la “derecha alternativa”, la
línea que siguen es más bien la de un “trumpismo” moderado (de hecho cuentan
con el apoyo del ex asesor de Donald Trump, Steve Bannon, y su grupo “The
Movement”, gracias a los contactos del dirigente de VOX Rafael Bardají, que es
uno de los principales representantes del lobby judío en España), lo que les
sitúa más en la línea de los conservadores del “Grupo de Visegrado” que en la
de los grupos social-patriotas. De hecho el Presidente de VOX, Santiago
Abascal, siempre ha dicho que está “más
cerca del húngaro Viktor Orbán” que de Matteo Salvini o Marine Le Pen
(entrevista en “El Mundo” el 14-X-2018), lo cual es comprensible a tenor de su
nulo sentido social (en realidad ultraliberal y antisocial).
Centrándonos en los programas electorales en materia social
y laboral de los distintos partidos, es fácil comprobar que en España se
produce un fenómeno que casi puede medirse con exactitud matemática: cuanto
mayor proporción hay de mensaje patriótico y de carácter ético-moral (aborto,
eutanasia, etc.) en un partido político, mayor es también su mensaje liberal y
antisocial en materia laboral; y viceversa: cuanto más acentuado es el mensaje
social de un partido, mayor es su mensaje antinacional y transgresor en
materias ético-morales. Esta regla (que en otros países es más flexible,
existiendo izquierdas nacionales y derechas sociales, algo impensable en
España) se cumple de una manera tan exacta, que los escasos movimientos
políticos que escapan de ese círculo vicioso (por ejemplo, la Falange o la nueva
coalición euroescéptica “ADÑ” que se presenta por vez primera en las próximas
elecciones al Parlamento Europeo), tratando de unir el mensaje patriótico y
ético-moral al mensaje social, tienen un espacio político bastante reducido,
con resultados electorales hasta ahora escasos, a pesar de ser muy grande la
potencialidad que teóricamente tiene ese mensaje social-patriota.
Pero más
allá de este fenómeno tan específicamente español (una izquierda siempre
antinacional y una derecha siempre antisocial), también se padecen fuertemente
los problemas de ámbito mundial, y así vemos cómo en las últimas cuatro décadas
las condiciones laborales se han ido degradando progresivamente de forma
dramática, volviendo poco a poco a condiciones cada vez más parecidas a las del
Siglo XIX: salarios de miseria (que se consiguen bajo amenazas de
deslocalización e importando inmigrantes que acepten salarios menores),
necesidad de trabajar más horas (incluso sin cobrarlas), recortes sociales,
pensiones más bajas, edad de jubilación cada vez más tardía, jóvenes –y
mayores– con contratos precarios, despidos más fáciles con indemnizaciones cada
vez menores, mayor inseguridad laboral, etc.
El
retroceso social que se sufre en España se debe a la combinación de varios
factores que pueden resumirse en tres: la crisis del capitalismo (que obliga a
mantener tasas de crecimiento constantes que, al no ser sostenibles, terminan
por lograrse a costa de los trabajadores), la globalización (se buscan mercados
más globales por la progresiva insuficiencia de los mercados locales y
nacionales para mantener las tasas de ganancia), y la tecnología de la era
digital (que en la actual fase de la economía capitalista ya no se limita a
reubicar trabajadores de los sectores primario y secundario al terciario, sino
que por primera vez está destruyendo empleo neto).
Mientras que en el siglo XIX los capitalistas utilizaban el
Estado para proteger sus negocios y la policía para reprimir a los trabajadores
que reclamaban derechos laborales, hoy para ellos el Estado ha pasado a ser un
obstáculo y prefieren la existencia de un mercado mundial digitalizado y sin
barreras de ningún tipo. Es decir, hoy vivimos en la era del capitalismo
digital global, por lo que ahora el Estado y las fronteras han pasado a ser las
últimas defensas que nos quedan a los trabajadores para defendernos de las
deslocalizaciones, la competencia desleal y la pérdida de derechos laborales y
sociales. Por eso los trabajadores necesitamos una patria para defendernos del
capitalismo global, recuperando nuestra Soberanía Nacional y garantizando
nuestros derechos laborales y sociales, mientras que los capitalistas ya no
quieren patrias y prefieren mercados globales, tratados de libre comercio,
espacios económicos como la Unión Europea y monedas no soberanas como el Euro
que ellos puedan controlar y que se impongan a las naciones. Ellos han secuestrado
la Patria mediante los políticos que tienen comprados, y por eso los
trabajadores necesitamos liberarla y hacerla nuestra para defender nuestros
derechos sociales y proteger nuestros mercados locales para garantizar nuestros
empleos.
Este es el
contexto en el que se han celebrado las pasadas elecciones generales en las
que, como siempre, ha perdido España y perdemos con ella todos los trabajadores
españoles, atrapados como nos tienen entre la dialéctica de una izquierda
antinacional y una derecha antisocial. Si lo social y lo nacional no van
unidos, lo que se nos ofrece es pura y simplemente una estafa, y eso es
justamente lo que han ofrecido todos los grandes partidos políticos españoles
sin excepción.
Ante las
próximas elecciones al Parlamento Europeo, desde el sindicato UNT (Unión
Nacional de Trabajadores) se ha lanzado un mensaje claro a los trabajadores
españoles: debemos apoyar sólo a candidaturas que expresa y claramente rechacen
el actual modelo de Unión Europea (tan contrario a los intereses de los
trabajadores), y que quieran acabar con el Euro (una moneda que está
perjudicando a España, a Italia y a casi todos los países europeos, salvo a
Alemania y a Holanda, como demuestran los estudios económicos más serios). No
se trata de ser anti europeos, sino de construir una Europa distinta,
respetuosa con la soberanía de los pueblos y con los derechos de los
trabajadores.
Por
desgracia, tanto los partidos políticos mayoritarios como los pseudo sindicatos
institucionalizados están eludiendo este debate fundamental porque siguen
anclados en la mentalidad del Siglo XX y no entienden los retos que plantea el
Siglo XXI a los trabajadores. Son incapaces de ver el problema (cuando no son
directamente parte del mismo) y, por ello, son más incapaces aún de ofrecer
soluciones y alternativas.
Desde UNT consideramos que la lucha social-patriota pasa
necesariamente por dar prioridad a la lucha por Justicia Social integrándola en
la lucha patriótica con la necesaria recuperación de nuestra Soberanía Nacional,
socializando (ni estatalizando –como propone la izquierda– ni privatizando
–como propone la derecha liberal–) los servicios sociales, relocalizando los
sectores productivos, fomentando los mercados de proximidad, frenando las
“economías de escala” que hunden los mercados y construyendo una economía que
esté al servicio del hombre y no al revés. Propuestas todas que están muy lejos
de las que defienden los principales partidos políticos y sindicatos españoles…
Muy buen articulo! Gracias
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