viernes, 8 de mayo de 2009

La cobardía del "nick"

Siempre he creído que Internet tiene grandes ventajas y grandes inconvenientes, y aunque hayan pasado muchos años desde la aparición de este medio, lo cierto es que aún no sé cuáles tienen más importancia. Es una fuente de información potencialmente fabulosa, sí, pero al mismo tiempo los errores y las manipulaciones se expanden con mayor facilidad en Internet, por lo que al final no sabe uno si compensa… También supone unas posibilidades muy grandes para ejercer la libertad de expresión y dar a conocer opiniones, grupos, ideas, etc., pero al mismo tiempo también aumenta la libertad para difamar, engañar, encizañar, extender el error…

Pero hoy quería centrarme en ese fenómeno de los “nicks”, de lo que toda la vida se ha llamado pseudónimo (debe ser que lo de “nick” queda más moderno…). Y es que en los foros, blogs, webs y demás páginas de Internet se da con demasiada frecuencia el ataque, la crítica insana, los cotilleos, los insultos, las mentiras, las manipulaciones y tergiversaciones, etc., pero claro, siempre detrás del oportuno “nick”, ya que eso de dar la cara ya no se estila.

Debe ser que en este siglo XXI de locos en que vivimos ya no quedan apenas caballeros y hombres de verdad, como había, por poner un ejemplo, allá por el año 1940. Ahora empiezan a escasear, sí... En aquéllas épocas quien tenía algo que decir lo decía a la cara –o se callaba si no tenía lo que hay que tener–, arrostrando las consecuencias de ello, y quien no actuaba así no podía calificarse de otra forma que no fuera la de cobarde y miserable (porque en realidad haberlos siempre los ha habido, por supuesto). Hoy los cobardes y miserables han encontrado un aliado magnífico en Internet, y quien más y quien menos lo puede comprobar a diario en tantos foro-vertederos, blogs-cloacas y demás refugios inmundos para individuos de esta calaña y demás gentes de mal vivir.

¿A nadie le sorprende que alguien pueda ser leído y hasta respetado sin realmente saber nadie quién es, cómo se llama o de dónde es? ¿Cómo se puede dar por válida la información –o deformación– de alguien anónimo? ¿Qué grado de veracidad pueden tener sus palabras? ¿Cómo saber las verdaderas intenciones de alguien a quien sólo se conoce por su pseudónimo y a quien no hay forma de poner una cara?

Quienes tenemos tranquila nuestra conciencia y confiamos plenamente en Dios y en la Santísima Virgen, tenemos la ventaja de que todas esas cosas y todos los golpes bajos y cobardes de los “anónimos del “nick” chocan irremisiblemente contra una coraza de alta resistencia, pero en cualquier caso no me resisto a reflexionar un poco en voz alta acerca de ello.

Por cierto, como soy uno de esos hombres anclados en 1940 –para estas cosas incluso bastante más atrás, lo reconozco; no me gustan las modernas formas de cobardía ni las "renovaciones" consistentes únicamente en este tipo de comportamientos indignos–, invito a todo el que tenga algo que decirme u opinar sobre mí (o sobre mis responsabilidades políticas, sindicales o de cualquier otro tipo) a que lo haga sin problema alguno, a la cara, con franqueza, como hacen los hombres dignos, como siempre lo hizo el verdadero caballero español ahora en peligro de extinción. A quien así actúa le podré dar más o menos importancia (reconozco que en el caso de algunos no me rebajo a entrar al trapo de sus exabruptos, aunque en tales casos no pueda reprocharles la cobardía del anonimato), podré discutir o no con él, pero al menos no podrá reprochársele ningún tipo de cobardía. Me gusta hablar con la gente cara a cara, como se hacía antes de la aparición de este invento de Internet.

Eso sí, que nadie espere que yo entre en un debate “internetero” con ninguno de esos que escudan su cobardía en los pseudónimos. Yo sólo hablo con personas –dando la cara como yo hago–, no con “nicks”, y si a alguien no le gusta, que le eche azúcar (y si le sigue sin gustar, que le eche un poco más).

Mi estilo es así de anticuado, qué le vamos a hacer…

3 comentarios:

  1. Brillante, magnífico, insuperable. Gracias por esta entrada tan noble y reveladora. Estoy completamente de acuerdo contigo en todo lo que dices de internet y del uso indebido de los nicks.

    Hay de todas formas un aspecto que no es que se te escape, sino que sin duda no has querido entrar en él. Me refiero a que un ciberapodo no siempre es algo que se utiliza para difamar impunemente a los demás, sino que puede simplemente ser una forma de ocultar tu identidad al gran público en el contexto de un blog íntimo.

    Me explico: Si yo tengo la necesidad de expresarme en internet y de que mis sentimientos o pareceres tengan cierto grado de publicidad, no por ello tengo que soportar que cualquiera (incluidos los cobardes que usan los nicks para difamar)pueda saber quién soy y aprovechar para agraviarme, hacerme daño o difundir aspectos de mi vida privada.

    Por ejemplo, en el blog en el que yo participo entran numerosos amigos y conocidos que saben perfectamente quién soy a pesar del apodo "Al Neri". Como yo también sé quiénes son ellos, cualquier cosa que nos digamos es como hacerlo a la cara. Pero evidentemente a mí no me da la real gana que muchas otras personas que también me conocen personalmente tengan acceso directo a mis inquietudes, valoraciones o ideas, pudiendo utilizar esta información de un modo inconveniente.

    Me podrían contestar que para evitar estos problemas, restrinja el acceso a mi blog a los amigos y conocidos y use mi nombre en vez del alias. Pero no tengo por qué hacer eso. Gracias al blog he tenido la oportunidad de debatir y disfrutar de opiniones muy interesantes de gente desconocida en un ambiente de respeto y de caballerosidad (aun estando totalmente en desacuardo). Incluso en ocasiones mi bitácora me ha servido para hacer alguna amistad, previa identificación -en privado- de los interesados.

    Otra cosa es que yo creara un blog con nick para meterme con alguien en concreto sistemáticamente. Entonces estaríamos en el caso del que tú hablas.

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  2. Gracias por tus palabras y por esa importante puntualización que muy oportunamente haces. Yo he querido centrarme únicamente en el aspecto de la cobardía escondida tras el "nick", pero obviamente no todo el que usa un pseudónimo lo hace con el propósito de difamar impúnemente. Por supuesto.

    Y luego, aunque se podrían hacer muchas otras precisiones, habría que diferenciar -un poco en el sentido que tú apuntas- también al que utiliza apodos, es decir, pseudónimos que no son completamente inidentificables, sino que en ciertos ámbitos o círculos se sabe perfectamente a qué persona corresponden. Es como cuando yo alguna vez he querido puntualizar alguna cosa y no me interesaba que apareciera claramente mi nombre, como más de una vez escribí alguna en el foro de "Infonacional" -donde hace como un año que no entro- y estaba registrado como JGSR, que es claramente el acrónimo de mi nombre.

    Yo a eso tampoco le llamaría "esconderse detrás de un nick", por supuesto.

    En cualquier caso yo sólo he querido centrame en lo que me parece un comportamiento censurable: utilizar pseudónimos para difamar -o hacer daño de cualquier otra manera- aprovechándose del anonimato.

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  3. Estoy de acuerdo contigo, Jorge. De esos tiempos que hablas, cuando el español se daba por supuesto que era caballero, el pseudónimo siempre fue un ejercicio de humildad más que de cobardía. ¿Qué sería de nuestra historia sin Roberto Lanzas, Jaime de Andrade o Juan de la Cosa --y sus sueños--, por ejemplo?
    Cuando el ataque era a estoque, entonces brillaba el nombre con todo sus esplendor: Quevedo y Góngora, por ejemplo.
    Sí, Jorge, es cuestión de tiempos, de que este sistema ha corrompido nuestras mejores tradiciones y costumbres. Ahora ya no se puede decir que guste lo aniguo por antiguo, sino por simple supervivencia.

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