
Quienes me conocen saben perfectamente cuál es mi opinión acerca del tan manido tema de la unidad falangista: la unidad ha de ser un medio, no un fin en sí misma; todo lo que sume y una debe ser siempre bienvenido en la casa común de los falangistas que es FE-JONS, pero lo que reste o debilite el espíritu de la Falange debe ser rechazado, por bienintencionado que pueda ser. Y es que el mismo José Antonio Primo de Rivera advertía: "nunca varios enanos formaron un gigante". Eso, lógicamente, no quiere decir que no se pueda ser perfectamente falangista y al mismo tiempo no encajar en el proyecto nacionalsindicalista de FE-JONS, aunque eso no sea nunca deseable.
En cualquier caso la unidad es algo que debe demostrarse con los hechos, y así, por ejemplo, quienes llevan toda la vida creando divisiones, promoviendo escisiones, etc., por su propia trayectoria quedan completamente desacreditados para hablar de unidad. Quien se deja seducir por cantos de sirena termina siempre con el casco del buque en los arrecifes, y así quien deja entrar en su casa a una persona problemática inevitablemente termina teniendo problemas. ¿Quiere eso decir que esa persona no pueda ser ideológicamente falangista? ¡Por supuesto que puede serlo! Uno puede ser ideológicamente muy falangista, e incluso muy buena persona, y sin embargo ser políticamente problemático. ¡Cuántos casos podrían ponerse! (Y ya no entro en las cuestiones personales o en las miserias humanas, que de todo hay en la viña del Señor y tampoco es oro todo lo que reluce, por supuesto... Pero no, dejemos a un lado a las malas personas y partamos de la caritativa idea de que "todo el mundo es bueno".)
En cambio hay quienes tienen una trayectoria invariablemente ligada a la idea unitaria y siempre buscaron esa unidad con hechos en vez de con palabras: los dirigentes de los Círculos Doctrinales José Antonio, los de la Unidad Falangista Montañesa, los de Falange 2000, los de Falange Española Independiente, los de las Falanges Gallegas... Sí, quienes dirigían esos grupos falangistas en un momento determinado apostaron por la unidad y la defendieron desde entonces con hechos, siempre desde la casa común de FE-JONS, integrados en ella y defendiendo una línea política y estratégica común. No pretendieron cambiar la ideología o la estrategia, ni dar golpes de fuerza internos, ni nada de eso: venían únicamente con la intención de sumar y poniéndose a las órdenes de sus nuevos jefes como afiliados de base o con la misión que se les encomendara. Con humildad y sin prepotencia, con trabajo y sin maledicencia, con una apuesta decidida por sumar y fortalecer, porque así es como actúa quien sinceramente defiende la unidad falangista, y los que obran de forma distinta no son sino embaucadores que utilizan el consabido reclamo de "la unidad falangista" como propaganda; "y si no me hacen caso monto una escisión, para buscar la unidad eso sí...". ¡¡¡Faltaría más!!!
Hace casi tres años me hicieron una entrevista para una web francesa ("Vox Galiae"), y mis declaraciones sobre la unidad falangista fueron mal recibidas por más de un falangista ajeno a FE-JONS. Yo entonces reconocí que al ir mis palabras dirigidas al público francés, necesariamente eran una simplificación de un asunto que realmente es mucho mas complejo y necesitaba ser más matizado, pero que aún así reflejaba bastante bien la idea que quería trasmitir: la desunión falangista tiene su origen en el nacimiento mismo de la Falange (había una gran variedad de motivaciones e incluso de ideas entre quienes componían la naciente Falange), lo cual se tradujo en el cuestionamiento constante de la autoridad de su propio fundador, José Antonio Primo de Rivera (lo de "líder indiscutible" es más fruto de la propaganda posterior que otra cosa, aunque sí existiera un liderazgo real por su parte, por supuesto); luego llega el trauma -aún no del todo resuelto por más de uno- del franquismo, es verdad, pero la división real empieza desde el primer momento y se debe fundamentalmente a que hay diversas interpretaciones del Nacionalsindicalismo. Y eso, guste más o guste menos, es real como la vida misma.
Claro, la unidad falangista, que como ya dije más arriba debe ser un medio y no un fin, debe plantearse siempre sobre una serie de objetivos. Es decir, uno se une con otro porque coincide con él en sus planteamientos y fines, pero ¿y qué pasa cuando no existe esa coincidencia más allá de cuatro ideas genéricas? ¿Puede unirse una persona que considera que la inmigración es un problema que debe solucionarse expulsando al inmigrante con otra que considera que el inmigrante es una persona y que es la primera víctima de la inmigración? ¿Tienen la misma visión de la familia -y la familia es un principio fundamental del Nacionalsindicalismo- uno que defiende la familia tradicional, otro que defiende el divorcio y otro que defiende la regularización de las uniones de homosexuales? ¿Son igualmente nacionalsindicalistas tres personas que defienden una la nacionalización de la banca, otra la banca mixta -pública y privada-, y otra el modelo actual? ¿O quien defiende la abolición del interés y el salariado y quien ni se planea eso? ¿De verdad todos los que nos consideramos falangistas pensamos igual y tenemos los mismos objetivos?
Sinceramente, mentiría si dijera que creo que sí.
Otro gran problema del Nacionalsindicalismo en la consecución de la unidad es la tendencia "anarquista" que nos caracteriza a los falangistas, lo cual se traduce en un individualismo tremendo; no se acepta más autoridad que la propia ni se acepta otra interpretación del Nacionalsindicalismo que la de uno mismo. Es más, cada cual se considera suficientemente autorizado para considerarse el verdadero intérprete y, lo que es más grave, el único capaz de actualizar y modernizar dicha ideología... Por supuesto, nada de intentar ver objetivamente lo que el Nacionalsindicalismo es, aunque uno pueda disentir en algo. Yo, sin ir más lejos, también tengo mis matices, pero sólo los más íntimos conocen cuáles son, ya que como dirigente de FE-JONS mi obligación es la de defender única y exclusivamente la ortodoxia doctrinal, y nunca el tratar de hacer un Nacionalsindicalismo a mi gusto. Pero no, hay quienes tienen que imponer sus particulares visiones ideológicas, y así si se trata de un agnóstico se empeñará en decir que la Falange no es católica, o si es un divorciado dirá que por qué la Falange no va a defender el divorcio... Da igual que haya mil y un textos doctrinales diciendo lo contrario, que ellos se empeñarán en ver únicamente lo que quieren ver. ¿Por qué no aceptar que uno pueda estar en FE-JONS discrepando de algo y al mismo tiempo sin pretender cambiarlo? ¿Tan difícil es eso? ¿Tan poca humildad tienen algunos que su ego les impide transigir en cuestiones tan evidentes? Otra cosa son las ideas no definidas, por ejemplo, pero ¿y qué pasa con las que sí lo están desde la época fundacional y que no son meramente programáticas, sino ideológicas? ¿Por qué alguien tiene que empeñarse en imponer su particular discrepancia?
En fin, pongo un extracto de aquella entrevista (del 19 de agosto de 2006) que para algunos resultó tan polémica. Repito una vez más que todo lo que decía en ella está muy simplificado por ir dirigida a un público francés desconocedor del Nacionalsindicalismo, y que por ello necesitarían ser puntualizadas y matizadas muchas cosas, pero en cualquier caso la dejo tal cual se publicó en su día, pues lo importante es la idea central ya expuesta más arriba:
1.- Hoy en día, hay (si no me equivoco), 3 falanges distintas en España: ¿qué diferencias hay entre ellas?
Ciertamente hay diferencias entre ellas, y no tanto de tipo personal o por problemas de liderazgo, sino fundamentalmente por razones ideológicas que requieren también una aproximación histórica para ser debidamente comprendidas.
Desde la fundación misma de la Falange se pudo ver que ya entonces había tres sectores claramente diferenciados: uno que marcaba la línea ortodoxa, y que quedaba personificado en el propio fundador, José Antonio Primo de Rivera; otro más preocupado por los aspectos patrióticos y religiosos; y, finalmente, otro sector cuya preocupación principal era la social y revolucionaria.
La larga dictadura conservadora del General Franco marcó mucho a cada uno de estos sectores, posicionándolos incluso de forma distinta respecto al propio régimen: unos lo consideraron un “mal menor” para España, pero nada falangista y nada revolucionario, manteniendo una postura abiertamente crítica; otros se identificaron decididamente con él, lo que suponía una traición flagrante a los ideales que decían defender; y otros prefirieron oponerse de forma radical, promoviendo la ruptura total con el régimen e incluso intentando acabar con la vida del propio General Franco. Es cierto que los distintos sectores de la Falange original no pueden identificarse plenamente con los de la época franquista, pero en gran medida sí podría decirse que se posicionaron de esa manera.
En la actualidad las razones de la división no son exactamente las mismas, pero sí podría decirse que derivan en gran parte de la pervivencia de esa tradicional división. Así, hay un sector más preocupado por los problemas de separatismo que padece España, y que pretende unir en un solo frente político a todos los que tienen esa misma preocupación, aunque eso suponga olvidar el sindicalismo revolucionario; otros han evolucionado hacia una especie de socialdemocracia, pero de carácter más nacional, creyendo que de esa manera será más fácil concitar el apoyo popular; y, finalmente, hay un sector mayoritario que pretende mantener el equilibrio ideológico de la ortodoxia original, es decir, que pretende mantener a un mismo nivel los dos pilares fundamentales del Nacionalsindicalismo: el patriotismo y el sindicalismo revolucionario, siempre sobre la base de una filosofía personalista cristiana, adaptada a la realidad política, social y económica del siglo XXI, y este último es el sector que representa FE-JONS.
No creo que hablar de un sector conservador, de otro progresista y de otro intermedio, más ortodoxo respecto al falangismo original, sea demasiado apropiado, ya que sería inexacto, pero siempre que esta matización sea tenida en cuenta, creo que puede servir para que quienes no conocen demasiado la realidad del Nacionalsindicalismo puedan hacerse una idea aproximada de las diferencia ideológicas que hay detrás de esas “tres falanges”. Quizá sea más exacto hablar de diferencias de origen filosófico: hay un sector proclive o, más bien, influenciado por el vitalismo, otro cuya influencia principal es la filosofía progresista de la modernidad, y, finalmente, otro de inspiración personalista cristiana. Por eso muchas veces, incluso detrás de una terminología muy similar, en realidad se encuentran concepciones sociopolíticas muy diferentes.
2.- ¿De qué dependería una unión de las falanges existentes?
No creo, a estas alturas de la historia falangista, que la unión total de los distintos sectores ideológicos del Nacionalsindicalismo pueda producirse nunca. Si las diferencias fueran únicamente estratégicas o por problemas de liderazgo, entonces todo sería más fácil. Pero más de setenta años de división (la primera aconteció ya en la época fundacional, poco después de la fusión de las JONS con Falange Española) sólo han conseguido acrecentar las diferencias. Me gustaría poder decir otra cosa, pero sinceramente, creo que más allá de la común idea de mantener la unidad de España y defender su grandeza como nación, hay más diferencias que coincidencias entre estos tres sectores. A decir verdad, creo que, apariencias estéticas aparte, podría hablarse de ideologías distintas. Puede hablarse, ciertamente, de un nacionalsindicalismo en sentido amplio, que abarque a todos, pero igual que puede hablarse de un izquierdismo que abarca a anarquistas, comunistas y socialdemócratas.
Honestamente, no creo que las tres falanges puedan unirse nunca. Al menos en una situación política normal. Me gustaría decir otra cosa, pero entonces estaría formulando un deseo, en vez de estar analizando la realidad. Por eso la única manera de conseguir cierta unidad es dejar siempre abiertas las puertas de FE-JONS, organización histórica y actualmente mayoritaria del Nacionalsindicalismo, a todos los falangistas que quieran unirse a nuestra lucha, y eso, que sí está en nuestras manos, lo estamos haciendo y está dando, afortunadamente, no pocos frutos.